Columna de Eduardo Di Cola sobre la polémica en torno al financiamiento por parte de Paul Singer de una ONG vinculada a la diputada del PRO.
Por Eduardo Di Cola
A principio del año pasado tomamos conocimiento que el fondo buitre de Paul Singer, el mismo que nos demandó en Nueva York, nos embargó la Fragata Libertad en Ghana y la casa de San Martín en Boulogne Sur Mer es aportante de la asociación “Voces Vitales Argentinas” de la que forma parte la Diputada Nacional del PRO Laura Alonso. Voces Vitales Argentinas a su vez integra una red que tiene como cabeza a “Vital Voices Global Partnership” radicada en Washington, la que al igual que su sede en Argentina también integran y financian Alonso y Singer respectivamente. La propia página oficial de la organización al referirse a Alonso como a una de las oradoras de una conferencia la presenta como miembro de la Red y de Vital Voices Global (“Network member and Vital Voices Global Leadership Honoree Laura Alonso”).
Cuando nos embargaron la Fragata Libertad fueron coherentes con su compromiso y en una clara actitud de devolución de favores Alonso y otros dirigentes del PRO propusieron reunir fondos a través de un fideicomiso para pagarle al buitre embargante, es decir a su aportante.
Ahora al broche de oro lo pone Mauricio Macri afirmando que debemos sentarnos con el Juez Griesa y “hacer todo lo que nos diga”.
No podemos negar la coherencia con la que defienden el interés de los usureros. Estamos ante una coherencia llamativa por la forma indisimulada y desvergonzada de su accionar.
Una cosa resulta clara y evidente: recibir aportes de los fondos buitre es incompatible con la condición de Diputado de la Nacional. Lo es en todo tiempo. Con mayor razón en estos momentos en que resulta insoportable que en nuestro Congreso haya representantes que de una forma tan grosera hayan defendido el interés foráneo, del que a su vez reciben sus aportes.
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