domingo, 4 de mayo de 2014

Negocio editorial, multimedia, teatro y diversos contenidos La Argentina se afianza como el eje de la industria cultural en la región

 El país se ubica a la vanguardia con Brasil y Colombia. Es el cuarto exportador mundial en contenidos de TV y el que más librerías tiene por habitantes en la región. En 2013 se estrenaron 166 producciones de cine nacional, cuatro veces más que 2002.


  Asociar el concepto de arte al de industria puede llegar a ser una contradicción en sus propios términos, al punto que el origen y desarrollo del capitalismo implicó el desplazamiento de la producción de tipo artesanal y de la subjetividad del productor directo. Pero el arte pasó a tener su rol en el marco de la sociedad moderna. La definición de industria cultural responde a la normativa internacional, como ocurre con las cuentas nacionales en general, y así tiene su propio nomenclador en los indicadores de actividad económica. Se refiere al producto cuyo valor de uso, es decir la utilidad que brinda en su consumo, es el símbolo en sí mismo, y por ello se trata de la producción de la propia consciencia del que lo consume. De aquí la relevancia económica, política e histórica de tal tipo de producción, y de su concurrente vinculación a la noción de identidad.  
El valor agregado por este tipo de producción, es decir, el trabajo social destinado a la reproducción de ese símbolo, aborda más allá de lo tradicionalmente considerado como producción artística, especialmente a partir de la consideración del desarrollo tecnológico en su propio soporte. Por lo que incluye las artes plásticas, escénicas, diseño, música, audiovisual, radiofonía, editorial y videojuegos. Esto incorpora desde la producción de diarios a la realización de las típicas fiestas culturales regionales. 
Los bienes culturales requieren insumos considerados como "conexos" como, por ejemplo, reproductores de música, el televisor, el DVD, las computadoras, o bien "auxiliares" como son las cámaras de filmación, papel, imprentas, grabadoras. Forman parte de la producción del bien final, pero no forman parte del valor agregado en términos de lo cultural, de lo considerado creativo, donde sí estaría incluido por ejemplo el trabajo editorial del libro o del característico propio del contenido de un programa de TV o de una película.
 
UN CACHO DE CULTURA… La medición de tal concepto se profundizó con la creación en 2006  del Sistema de Información Cultural de la Argentina (SInCA) por la Secretaría de Cultura de la Nación, al efecto de llevar una estadística metódica que dé cuenta del aporte de estas actividades al PBI nacional y de su distribución geográfica a lo largo del país. 
Según los datos oficiales, el aporte del valor agregado de este sector aumentó del 2,3% del PBI en el 2004 al 3,83% en 2011, con tasas de crecimiento anual superiores a las del PBI total. Corresponde a una actividad tres veces mayor que la minería, señalan las autoridades del sector, lo que a su vez, en términos de empleo representa el 2% del total, si bien reconocen que el rubro presenta un alto grado de informalidad. 
En 2012 el gasto en programas culturales ejecutados por la Secretaría de Cultura fue del 0,22% del total del presupuesto público, similar al de Brasil (0,27%), mayor al de Colombia (0,13%) y Perú (0,14%), pero por debajo de los más altos de la región, como Venezuela (0,53 por ciento). Asimismo, la participación del presupuesto cultural de las provincias y la CABA es del 0,82% para este mismo año. Según el análisis de la Secretaría de Cultura, si bien existe un crecimiento en este concepto en el período 2003-2012, estos gastos aún son menores al 1% recomendado por la Unesco. 
 
DÉFICIT CULTURAL. En la región que compete a los diez países sudamericanos (Argentina, Brasil, Bolivia, Colombia, Chile, Ecuador, Perú, Paraguay, Uruguay y Venezuela), la industria cultural se encuentra con serias dificultades. 
La región exporta productos de la industria cultural (básicamente libros, películas, música) por aproximadamente 250 millones de dólares, lo que corresponde a la mitad del volumen importado de más de 500 millones de dólares para el mismo concepto (datos 2011), a lo que se suma una pronunciada dependencia tecnológica en términos de los insumos requeridos. 
Los países que más venden a Sudamérica, tanto bienes característicos como conexos o auxiliares, son extrarregionales, siendo en orden de importancia Estados Unidos, China, España y el Reino Unido (entre los cuatro explican alrededor del 40% de las importaciones culturales de la región), mientras que el destino de las exportaciones es fundamentalmente la propia región. Así, la balanza comercial de bienes culturales es deficitaria para todos los países de Sudamérica, con una preeminencia de exportación para Brasil, Colombia y Argentina. La relación comercial desfavorable entre la región y el resto del mundo se mantuvo incluso en muchos de los años en que los países sudamericanos mostraron signo positivo en sus balances comerciales, lo que revela que no se corresponde meramente a una situación cambiaria o económica en particular, y pone en discusión el aspecto social, político e histórico de la "importación de cultura" de los países latinoamericanos del resto del mundo.
 
MARTÍN FIERRO MADE IN CHINA. Sin embargo, el peso pesado de la balanza deficitaria en bienes culturales se lo lleva el sector editorial por servicios de impresión en el extranjero. 
En 2011 la región movilizaba U$S 193 millones en concepto de exportaciones de bienes del sector editorial y U$S 460 millones en importaciones, explicada esta diferencia esencialmente por las imprentas chinas de bajo costo. 
De hecho, la preeminencia de China en el comercio exterior cultural característico de la región se explica, casi en su totalidad, por sus servicios de impresión de libros. 
Sin embargo, el 77% de los títulos registrados en América Latina corresponden a producción nacional. De aquí se infiere que los latinoamericanos consumen más intensamente la producción de autores nacionales que extranjeros.
En lo que respecta al caso de Argentina, según comentó en una rueda de prensa Rodolfo Hamawi, director nacional de Industrias Culturales, "la situación de la balanza editorial prácticamente se ha compensado al día de hoy por el acuerdo celebrado en 2011 entre la Cámara Argentina del Libro y la Secretaría de Comercio, que permitió que la industria gráfica nacional pasara en el lapso de dos años a abastecer del 32% al 82% de la producción de libros, lo que por su parte implicó un reequipamiento de algunas grandes imprentas para abastecer esa demanda".
Asimismo, 2012 fue récord histórico en cantidad de ejemplares editados en el país, siendo que en la Argentina la lectura es uno de los items de consumo cultural de importancia en relación con otros países de la región. En el país existen una librería cada 20 mil habitantes, lo mismo en Venezuela, pero en el resto de la región es una cada 50 mil habitantes. 
Aun así, la Secretaría de Cultura advierte sobre el alto grado de concentración y transnacionalización de la industria argentina del libro, en gran parte explicado por la adquisición en los años '90 por parte de holdings, principalmente españoles, de varios de los tradicionales sellos editoriales argentinos, lo que significa que sólo 20 empresas detenten casi el 70% de la producción total (dato 2012). Sin embargo, es un sector en el que existen 450 pequeñas y medianas editoriales que poseen el resto del mercado.
 
OTROS RUBROS DE LA CULTURA. En la actualidad, Argentina es el cuarto exportador del mundo en contenidos televisivos luego del Reino Unido, EE UU y los Países Bajos. La exportación de formatos televisivos de programas como Caiga quien Caiga, Rebelde Way, Chiquititas o Mujeres asesinas fueron ubicando al país en este lugar. A su vez, el consumo cultural por excelencia en el país durante el tiempo libre, según las encuestas, es el de ver televisión, seguido de escuchar música y en tercer lugar la radio. También según las encuestas de consumos culturales, la televisión es el medio de comunicación de contenidos culturales que mayor penetración tiene en los hogares sudamericanos. Por ejemplo, en Argentina, Chile y Colombia, al menos el 95% de la población declara consumir contenidos televisivos semanalmente. 
El cine argentino, por su parte, también fue ocupando su lugar en el consumo local e internacional. En el año 2013 se estrenaron 166 producciones nacionales, una cifra récord que más que cuatriplica la cantidad del año 2002, alcanzando así la producción nacional el 43% del total de los estrenos. Fue un año en que volvió a ser récord la recaudación y cantidad de espectadores, con cuatro films argentinos (coproducciones) en el ranking de las 15 películas más taquilleras con Metegol, Corazón de León, Tesis sobre un homicidio y Séptimo.
Según Hamawi, "con el tema audiovisual lo que existe es una dificultad de exhibición. Por ejemplo, cuando se estrenó Piratas del Caribe, tomó el 60% de las pantallas locales, hecho relevante también en términos regionales, siendo que Argentina prácticamente concentra el 40% de las pantallas latinoamericanas". Como indicador, sólo seis empresas exhibidoras, acaparan el 87% de los espectadores. 
Por su parte, el rubro de videojuegos es uno de los más dinámicos del país, muestra altas tasas de crecimiento y sus desarrolladores y diseñadores gozan de gran reconocimiento internacional. Según el funcionario, este sector "hasta ahora tuvo mucha autonomía, alcanzando un nivel de exportaciones en 2012 por 95 millones de dólares". 
Sin embargo, remarca que "el problema es que casi todos los productos que se realizan son para ser exportados, especialmente para celulares, porque Argentina no tiene escala ni legislación que proteja esta producción de la piratería, lo que convierte a este sector en una especie de autopartistas de productos extranjeros".  
En cuanto a la industria fonográfica, es la que mayor impacto recibió con las nuevas tecnologías, con un crecimiento sostenido de la música digital. No hay mucha información en este rubro dado que desde 2012 la Cámara de Productores Fonográficos dejó de publicar estadísticas de ventas y producción de discos. No obstante, según el SInCA, esta producción sigue concentrada en grandes sellos trasnacionales, pero donde el consumo se distribuye en un 41,9% para música argentina, el 12,7% en música en español no nacional y el 42,6% en música en inglés u otras lenguas. Por su parte, la música en vivo creció, y lo que antes se distribuía en el consumo en un 70% en el disco y un 30% de show en vivo, se dio vuelta, con un crecimiento muy importante en estos últimos años de shows en vivo, aunque en gran parte por la llegada de artistas extranjeros, que para recuperar la inversión deben realizar más presentaciones por gira, lo que contribuyó a que aumentaran significativamente las importaciones de servicios culturales en este aspecto.  «
 
 
los dilemas de internet como vehículo
 
 
La utilización de Internet para bajar música, videos y demás masifica la producción y consumo de productos culturales. 
La cuestión que se presenta es que la recaudación por el abono de Internet es absorbido básicamente por las companías telefónicas de lo que nada llega al autor o productor del bien cultural en cuestión. 
Internet por su parte contribuye al consumo de entradas a espectáculos y compra de discos y libros, pero el dilema surge con la descarga de productos, que a diferencia de ser normalmente considerados gratuitos, no lo son en tanto las compañías de Internet reciben a cambio el pago del abono. 
De aquí que surjan propuestas tales como la creación de un fondo que a partir de esta recaudación se redistribuya para la cultura digital. Pero aquí aparece otro aspecto de la discusión. 
Si bien por ejemplo en la radio puede  darse cuenta de la cantidad en que un tema musical es reproducido lo que contabiliza un pago de derecho de autor, para el caso de la computación, un registro de bajadas sería violatorio de la intimidad, se trata de un hecho privado. 
Mecanismos alternativos serán parte de esta discusión en tanto el avance tecnológico permite más acceso a la información y disfrute del bien cultural por un lado, y mayor concentración del beneficio económico que ello produce por el otro.
Según funcionarios de Cultura, de esta forma cada vez se gasta más en el abono a Internet de lo cual cada vez menos llega entonces del consumo realizado al propio productor. Y tampoco es una cuestión de amor a la piratería, sino de clara relación de costos. De los CD que la gente tiene en su casa, estiman que de los incorporados en el último año, sólo el 40% serían originales. 
Se trata, dicen, de una transferencia de recursos gigantesca donde quedan afuera de la repartija los propios autores.
 
 
más inversión en cultura
 
 
La Encuesta Nacional de Consumos Culturales publicada por el SInCA para el año 2013, reveló que prácticamente todos los hogares tienen televisión  y radio; específicamente, un 99% tiene aparato de TV y 95% un transmisor de radio. 
En promedio, los hogares argentinos poseen 82 libros y 76 CDs de música. La mitad de los argentinos, aproximadamente,  compró al menos un disco, un libro  y una película para ver en su casa durante el último  año. 
De los CDs de música que se compraron durante el último año, alrededor del 41% son originales y, de las películas alquiladas o compradas en DVD o VHS, el 12%. De los discos de música que hay en los hogares un poco más de la mitad son copias (42 de 76).
En cuanto a la inversión cultural, una de las primeras cuestiones a destacar es que la compra o alquiler de películas en DVD o VHS es el que más gente incluye pero en el que menos se gasta. Los libros, en cambio, tienen menos cantidad de compradores al año (39%), y lo hicieron por montos mayores, de $ 178 en promedio. 
Si se considera a Internet como un gasto cultural, en tanto ofrece contenidos audiovisuales, musicales y escritos, y es en gran parte por ello que se paga mensualmente un abono, se observa que es el gasto más alto en materia de cultura (en promedio $ 1236 anuales). En cuanto al gasto total en cultura, el promedio anual asume $ 1690 excluyendo a Internet, y a $ 2926 si se lo considera, lo que significa alrededor del 5% y del 9% de un salario mínimo vital y móvil respectivamente
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