Desde El Cairo
El ex jefe militar de Egipto, Abdel Fattah al Sisi, está camino a
una victoria arrolladora en las elecciones presidenciales, mientras los
egipcios fueron a las mesas electorales para el primer día de la
votación de ayer. Desde la capital, en declaraciones a The Independent,
la mayoría de los votantes dijo que estaban apoyando al ex mariscal de
campo Al Sisi, quien lideró un golpe militar en julio del año pasado
para derrocar al anterior y único presidente electo del país, Mohamed
Mursi.
El mariscal retirado, de 59 años, está ya al frente del gobierno interino que formó hace 11 meses, cuando lanzó contra los partidarios de Mursi la represión más violenta de la historia reciente de Egipto. Esto le costó numerosas críticas a nivel internacional, pero también le hizo ganar una enorme popularidad entre los egipcios que, se estima, acudieron a votarlo en masa.
“Vamos a votar por el hombre que nos salvó, que nunca nos falló, el hombre fuerte Al Sisi”, dijo Jihan Helmy, un arqueólogo que hacía cola afuera de un colegio electoral en el próspero barrio de Garden City. Las mujeres que lo rodeaban asintieron en señal de aprobación. Preguntados sobre por qué votaban a Al Sisi, los electores volvían muchas veces a varios temas comunes: la seguridad, la estabilidad, la lucha contra el terrorismo y la necesidad de revitalizar la debilitada economía de la nación después de lo que Helmy llamó “tres años de desastre”.
Desde el colegio electoral en el que votó, Al Sisi prometió que “mañana será fantástico. Todo el mundo nos observa mientras escribimos nuestra historia y nuestro futuro”, añadió el candidato favorito, hablándole a una masa entusiasta. Sus detractores consideran que, con su elección, el ejército vuelve a tomar el poder, tras haber dejado a Mursi y a los Hermanos Musulmanes tan sólo un año en el poder. Los defensores de los derechos humanos ya consideran al gobierno interino más autoritario que el de Mubarak.
En el polvoriento suburbio industrial de Helwan, un trabajador de una fábrica de cemento que llevaba la insignia de un observador oficial de las elecciones anunció que él también votará por Al Sisi. “El se preocupa por todos nosotros, de los pobres a los ricos”, dijo Sameh Mahmoud.
Aunque Al Sisi ha hecho hincapié en la necesidad del trabajo duro y el sacrificio, sus partidarios más pobres siguen creyendo que él va a mejorar sus vidas, aunque tome “un año o dos”, según dijo Fouad Hamam, un pintor y decorador. “Siempre está hablando de gente como nosotros, bajo la línea de pobreza.”
“Confiamos en el ejército a ciegas”, dijo Adl Ageeb, de 63 años, propietario de una tienda cerca con estantes casi vacíos. Debido a la experiencia de Al Sisi como líder militar, Ageeb cree que será capaz de restaurar el país a los mejores días que él recuerda de su juventud. “Queremos que vuelva el turismo; queremos que las fábricas se abran una vez más; queremos que el país avance.”
Los opositores de Al Sisi, dispersos y abrumados, no se veían demasiado. Los partidarios de su único oponente, el populista Hamdeen Sabahi, eran pocos y sólo encontramos a dos en un recorrido por los centros de votación. Un puñado de sus carteles competía con muchas banderas de Al Sisi.
Mahmoud Maher, un ingeniero de 24 años, dijo que votaría por Sabahi para “borrar el golpe de Estado”. Había apoyado las manifestaciones contra Mursi, pero ahora siente que el país se dirige de nuevo a la época de Mubarak. “Somos como pelotas de ping pong, no tenemos ninguna certeza”, dijo, con tristeza, sobre su ilusión acerca de las perspectivas de su candidato.
En un comunicado, la campaña de Sabahi afirmó que hubo “diversas irregularidades y violaciones” del reglamento electoral. La acusación no pudo ser verificada de forma independiente, y no se piensa que alteraría el resultado global. Un portavoz de la Misión de Observación Electoral de la UE dijo que no haría comentarios sobre el proceso hasta dos días después de que las encuestas hubieran cerrado.
En las calles cercanas a los centros de votación, aquellos que boicoteaban el voto por descontento con los dos candidatos, a menudo eran cautelosos y hablaban en voz baja con los periodistas. Entre ayer y hoy estaban convocados a las urnas 53 millones de votantes. Sus resultados se anunciarán, previsiblemente, el 5 de junio, y más tarde se tendrán que convocar elecciones legislativas.
Un partidario de los Hermanos Musulmanes dijo que no votaría por ninguno de los candidatos, antes de que su amigo le advirtiera que dejara de hablar. “Por supuesto que tenemos miedo”, dijo el amigo. Miles de seguidores de la Hermanos Musulmanes están en la cárcel, y el grupo está proscripto como una organización terrorista.
El mariscal retirado, de 59 años, está ya al frente del gobierno interino que formó hace 11 meses, cuando lanzó contra los partidarios de Mursi la represión más violenta de la historia reciente de Egipto. Esto le costó numerosas críticas a nivel internacional, pero también le hizo ganar una enorme popularidad entre los egipcios que, se estima, acudieron a votarlo en masa.
“Vamos a votar por el hombre que nos salvó, que nunca nos falló, el hombre fuerte Al Sisi”, dijo Jihan Helmy, un arqueólogo que hacía cola afuera de un colegio electoral en el próspero barrio de Garden City. Las mujeres que lo rodeaban asintieron en señal de aprobación. Preguntados sobre por qué votaban a Al Sisi, los electores volvían muchas veces a varios temas comunes: la seguridad, la estabilidad, la lucha contra el terrorismo y la necesidad de revitalizar la debilitada economía de la nación después de lo que Helmy llamó “tres años de desastre”.
Desde el colegio electoral en el que votó, Al Sisi prometió que “mañana será fantástico. Todo el mundo nos observa mientras escribimos nuestra historia y nuestro futuro”, añadió el candidato favorito, hablándole a una masa entusiasta. Sus detractores consideran que, con su elección, el ejército vuelve a tomar el poder, tras haber dejado a Mursi y a los Hermanos Musulmanes tan sólo un año en el poder. Los defensores de los derechos humanos ya consideran al gobierno interino más autoritario que el de Mubarak.
En el polvoriento suburbio industrial de Helwan, un trabajador de una fábrica de cemento que llevaba la insignia de un observador oficial de las elecciones anunció que él también votará por Al Sisi. “El se preocupa por todos nosotros, de los pobres a los ricos”, dijo Sameh Mahmoud.
Aunque Al Sisi ha hecho hincapié en la necesidad del trabajo duro y el sacrificio, sus partidarios más pobres siguen creyendo que él va a mejorar sus vidas, aunque tome “un año o dos”, según dijo Fouad Hamam, un pintor y decorador. “Siempre está hablando de gente como nosotros, bajo la línea de pobreza.”
“Confiamos en el ejército a ciegas”, dijo Adl Ageeb, de 63 años, propietario de una tienda cerca con estantes casi vacíos. Debido a la experiencia de Al Sisi como líder militar, Ageeb cree que será capaz de restaurar el país a los mejores días que él recuerda de su juventud. “Queremos que vuelva el turismo; queremos que las fábricas se abran una vez más; queremos que el país avance.”
Los opositores de Al Sisi, dispersos y abrumados, no se veían demasiado. Los partidarios de su único oponente, el populista Hamdeen Sabahi, eran pocos y sólo encontramos a dos en un recorrido por los centros de votación. Un puñado de sus carteles competía con muchas banderas de Al Sisi.
Mahmoud Maher, un ingeniero de 24 años, dijo que votaría por Sabahi para “borrar el golpe de Estado”. Había apoyado las manifestaciones contra Mursi, pero ahora siente que el país se dirige de nuevo a la época de Mubarak. “Somos como pelotas de ping pong, no tenemos ninguna certeza”, dijo, con tristeza, sobre su ilusión acerca de las perspectivas de su candidato.
En un comunicado, la campaña de Sabahi afirmó que hubo “diversas irregularidades y violaciones” del reglamento electoral. La acusación no pudo ser verificada de forma independiente, y no se piensa que alteraría el resultado global. Un portavoz de la Misión de Observación Electoral de la UE dijo que no haría comentarios sobre el proceso hasta dos días después de que las encuestas hubieran cerrado.
En las calles cercanas a los centros de votación, aquellos que boicoteaban el voto por descontento con los dos candidatos, a menudo eran cautelosos y hablaban en voz baja con los periodistas. Entre ayer y hoy estaban convocados a las urnas 53 millones de votantes. Sus resultados se anunciarán, previsiblemente, el 5 de junio, y más tarde se tendrán que convocar elecciones legislativas.
Un partidario de los Hermanos Musulmanes dijo que no votaría por ninguno de los candidatos, antes de que su amigo le advirtiera que dejara de hablar. “Por supuesto que tenemos miedo”, dijo el amigo. Miles de seguidores de la Hermanos Musulmanes están en la cárcel, y el grupo está proscripto como una organización terrorista.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.
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