Brasil: las exigencias del MST a Dilma Rousseff.
Así se lo hicieron saber a la presidenta Dilma, tras una Marcha grande que hicieron en medio del 6º Congreso celebrado en Brasilia, conmemorando también los 30 años de existencia...
¿Y es que acaso la presidenta no lo sabía, o es que no podía haberles recibido antes...?
Hay una más que razonable confusión: Dilma es del PT, se supone que de centroizquierda, y el nacimiento de este partido es casi paralelo al del MST, y han transitado juntos etapas fuertes, tras la recuperación de la democracia después de la dictadura militar. De hecho, si preguntásemos en directo a muchos militantes Sin Tierra nos dirían en buena parte que son integrantes del PT o al menos que le han votado siempre… ¿y entonces?
La cosa está en que Lula llega a la presidencia generando un mar de esperanzas, pero sobre un pacto amplio con capas de la burguesía brasilera, y sobre ese sustento gobernó sus 8 años. Se define así el paso del neoliberalismo al neodesarrollismo, sustentado en la obtención masiva de materias primas para la exportación, minerales, pero también productos de la agricultura industrial, que se han extendido como reguero de pólvora en este tiempo. El carácter popular de su gobierno dio para un trato distinto al mantenido por los anteriores gobiernos privatizadores, y para intentar afectar a la pobreza masiva con políticas asistenciales de las que viven más de 50 millones de personas, pero sin que la desigualdad se modifique. Dilma, a pesar de su pasado de guerrillera y haber padecido cárcel y tortura por los militares, ha dado más significado a su condición de gestora, de economista y no tiene el carisma de Lula, por lo que la continuidad de sus mismas políticas la ha situado en mayor vulnerabilidad ante sus aliados de la derecha y especialmente de los llamados “ruralistas” que es todo un sector muy poderoso de latifundistas, que controlan diputados, senadores y jueces, y reciben los mayores aportes del Estado para las grandes plantaciones de soja transgénica, caña para etanol, monocultivos gigantes de eucaliptos, entre otros, que se destinan para los coches e industrias, pero no para alimentar a la gente.
A ese modelo preponderante en Brasil se enfrenta el MST, y aunque tiene aliados en las filas de los partidos de izquierda, y en las iglesias y movimientos sociales, no ha tenido la suficiente como para impulsar un fuerte reforma agraria, hasta el punto de haber valorado el 2013 con Dilma el peor año de la reforma agraria de todos los tiempos modernos: en cifras concretas se asentaron 4.000 familias, cuando el MST tiene 90mil familias acampadas debajo de plástico negro y otros movimientos tienen otros miles de personas esperando que se cumpla la Constitución.
Pero el MST ha valorado en discusión habida en los dos últimos años que ya no basta con una reforma agraria clásica, y que esta nunca se va a producir bajo un sistema capitalista, y ha definido y aprobado y ahora está extendiendo por todo el país la idea de la Reforma agraria popular, en aras a considerar que no sólo hace falta conquistar la tierra, sino que debe ir acompañado de un modelo propio, que está muy avanzado en las conciencias de mucha gente del campo y la ciudad: la soberanía alimentaria, el respeto a la biodiversidad, el combate a los agrotóxicos que han crecido exponencialmente en Brasil, y en paralelo a los transgénicos, la educación popular en el campo, la democracia social y la agroindustria ligada a concepciones colectivas, cooperativas de las que ya existe una red incipiente.
Si desde hace 30 años el MST mostró que la reforma agraria era la mejor forma de crear empleo, ahora, además, los logros alcanzados para que un millón de familias hayan conquistado la tierra, y la aspiración a continuar ocupando tierras y exigir que se cumpla la función social que la Constitución recoge, hacen del movimiento social más significativo de Latinoamérica un referente para otras luchas emancipatorias que tienen en su coraje y fuerza una inspiración necesaria.
Tras el Congreso, el MST fue anfitrión de la reunión de la CLOC, Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo, surgida como continuadora de la campaña de los 500 años de resistencia indígena, negra y popular, y que en verdad es la organización de la Vía Campesina en Latinoamérica. Y también en paralelo invitó a numerosos activistas de todo el mundo a debatir durante tres días en la Escuela Nacional Florestan Fernández, una escuela de formación política de carácter federal, aspectos de la solidaridad internacional, así como la continuidad y fortalecimiento de lazos y alianzas que han permitido que los Comités de Amigos del MST se hayan hecho eco de las demandas de tierra y dignidad del Movimiento, y se hayan implicado junto a otros colectivos y organizaciones en tareas similares en Estados Unidos y en Europa, relacionadas con la comida sana, la agroecología, la soberanía alimentaria y los derechos humanos en el campo.
La fecha próxima del 17 de abril, día en que la policía asesinó a 19 Sin Tierra, y que fue tomada por la Vía Campesina como día internacional de Lucha Campesina, será un referente de estas acciones conjuntas en todo el mundo.
Allí estuvimos, y desde allá lo contamos.
¿Y es que acaso la presidenta no lo sabía, o es que no podía haberles recibido antes...?
Hay una más que razonable confusión: Dilma es del PT, se supone que de centroizquierda, y el nacimiento de este partido es casi paralelo al del MST, y han transitado juntos etapas fuertes, tras la recuperación de la democracia después de la dictadura militar. De hecho, si preguntásemos en directo a muchos militantes Sin Tierra nos dirían en buena parte que son integrantes del PT o al menos que le han votado siempre… ¿y entonces?
La cosa está en que Lula llega a la presidencia generando un mar de esperanzas, pero sobre un pacto amplio con capas de la burguesía brasilera, y sobre ese sustento gobernó sus 8 años. Se define así el paso del neoliberalismo al neodesarrollismo, sustentado en la obtención masiva de materias primas para la exportación, minerales, pero también productos de la agricultura industrial, que se han extendido como reguero de pólvora en este tiempo. El carácter popular de su gobierno dio para un trato distinto al mantenido por los anteriores gobiernos privatizadores, y para intentar afectar a la pobreza masiva con políticas asistenciales de las que viven más de 50 millones de personas, pero sin que la desigualdad se modifique. Dilma, a pesar de su pasado de guerrillera y haber padecido cárcel y tortura por los militares, ha dado más significado a su condición de gestora, de economista y no tiene el carisma de Lula, por lo que la continuidad de sus mismas políticas la ha situado en mayor vulnerabilidad ante sus aliados de la derecha y especialmente de los llamados “ruralistas” que es todo un sector muy poderoso de latifundistas, que controlan diputados, senadores y jueces, y reciben los mayores aportes del Estado para las grandes plantaciones de soja transgénica, caña para etanol, monocultivos gigantes de eucaliptos, entre otros, que se destinan para los coches e industrias, pero no para alimentar a la gente.
A ese modelo preponderante en Brasil se enfrenta el MST, y aunque tiene aliados en las filas de los partidos de izquierda, y en las iglesias y movimientos sociales, no ha tenido la suficiente como para impulsar un fuerte reforma agraria, hasta el punto de haber valorado el 2013 con Dilma el peor año de la reforma agraria de todos los tiempos modernos: en cifras concretas se asentaron 4.000 familias, cuando el MST tiene 90mil familias acampadas debajo de plástico negro y otros movimientos tienen otros miles de personas esperando que se cumpla la Constitución.
Pero el MST ha valorado en discusión habida en los dos últimos años que ya no basta con una reforma agraria clásica, y que esta nunca se va a producir bajo un sistema capitalista, y ha definido y aprobado y ahora está extendiendo por todo el país la idea de la Reforma agraria popular, en aras a considerar que no sólo hace falta conquistar la tierra, sino que debe ir acompañado de un modelo propio, que está muy avanzado en las conciencias de mucha gente del campo y la ciudad: la soberanía alimentaria, el respeto a la biodiversidad, el combate a los agrotóxicos que han crecido exponencialmente en Brasil, y en paralelo a los transgénicos, la educación popular en el campo, la democracia social y la agroindustria ligada a concepciones colectivas, cooperativas de las que ya existe una red incipiente.
Si desde hace 30 años el MST mostró que la reforma agraria era la mejor forma de crear empleo, ahora, además, los logros alcanzados para que un millón de familias hayan conquistado la tierra, y la aspiración a continuar ocupando tierras y exigir que se cumpla la función social que la Constitución recoge, hacen del movimiento social más significativo de Latinoamérica un referente para otras luchas emancipatorias que tienen en su coraje y fuerza una inspiración necesaria.
Tras el Congreso, el MST fue anfitrión de la reunión de la CLOC, Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo, surgida como continuadora de la campaña de los 500 años de resistencia indígena, negra y popular, y que en verdad es la organización de la Vía Campesina en Latinoamérica. Y también en paralelo invitó a numerosos activistas de todo el mundo a debatir durante tres días en la Escuela Nacional Florestan Fernández, una escuela de formación política de carácter federal, aspectos de la solidaridad internacional, así como la continuidad y fortalecimiento de lazos y alianzas que han permitido que los Comités de Amigos del MST se hayan hecho eco de las demandas de tierra y dignidad del Movimiento, y se hayan implicado junto a otros colectivos y organizaciones en tareas similares en Estados Unidos y en Europa, relacionadas con la comida sana, la agroecología, la soberanía alimentaria y los derechos humanos en el campo.
La fecha próxima del 17 de abril, día en que la policía asesinó a 19 Sin Tierra, y que fue tomada por la Vía Campesina como día internacional de Lucha Campesina, será un referente de estas acciones conjuntas en todo el mundo.
Allí estuvimos, y desde allá lo contamos.
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