El documento de los obispos fue más comentado que leído y disparó un nuevo cruce
entre el Gobierno y la cúpula de la Iglesia. Funcionarios y opositores
debatieron los títulos de los diarios.
Por Reynaldo Sietecase
En la guerra santa declarada entre el gobierno nacional y el grupo Clarín todo
vale. No importa si algo es cierto. Importa si afecta al otro, “al enemigo”. Las
declaraciones de dirigentes políticos, sindicales o religiosos pueden acomodarse
a voluntad. Cualquier testimonio queda sometido a edición y el recorte, para que
quede en línea con la necesidad de quien reproduce la información. Algo de esto
ocurrió con el documento que el fin de semana pasado emitió la Conferencia
Episcopal sobre la violencia en la sociedad.
“El país está enfermo de violencia” y “la corrupción es un cáncer social”. Éstas
fueron las dos frases que los medios más críticos al kirchnerismo transformaron
en títulos. Los enmarcaron en una suerte de crítica frontal de “la Iglesia” al
gobierno nacional. El documento, si bien es crítico de la violencia imperante en
la sociedad y advierte sobre el incremento de la delincuencia, no tiene el tono
admonitorio que le asignaron y apela a todos los actores sociales no sólo a los
funcionarios.
En el acto organizado para recordar al padre Carlos Mugica, asesinado por la
Triple A, la presidenta Cristina Kichner les respondió con dureza a los títulos
de los diarios: “Cuando se habla de una Argentina violenta, quieren reeditar
viejos enfrentamientos”, dijo. Las mismas usinas mediáticas se prendieron de
esas declaraciones para potenciar, lo que a esa altura, ya podía calificarse
como “enfrentamiento”.
Un día después “los empresarios cristianos” y de los bancos extranjeros”
apoyaron los dichos de los prelados. Algunos funcionarios, desde Gabriel
Mariotto hasta Agustín Rossi, hicieron lo propio a la hora de cuestionar el
escrito. Luego se sumaron Mauricio Macri y dirigentes de La Cámpora bancando uno
y otra posición. A esta altura es difícil saber si alguno de los que hablaron
había leído el documento completo.
Los obispos no son inocentes. Saben perfectamente el efecto que tienen sus
observaciones. En la Conferencia Episcopal conviven expresiones conservadoras y
reaccionarias con religiosos que defienden posiciones más abiertas y
democráticas. La Iglesia Católica en esto se parece mucho al peronismo. Son dos
casas con paredes elásticas.
El documento le asigna una mayor responsabilidad al Gobierno en su rol de
garante de la paz social pero de la lectura del texto no se desprende que sea el
sujeto exclusivo de las críticas. Si bien señala: “Constatamos con dolor y
preocupación que la Argentina está enferma de violencia” y que “los hechos
delictivos no solamente han aumentado en cantidad sino también en agresividad.
Una violencia cada vez más feroz y despiadada provoca lesiones graves y llega en
muchos casos al homicidio” por el uso y abuso de drogas. También dice que “no se
puede responsabilizar y estigmatizar a los pobres por ser tales. Ellos sufren de
manera particular la violencia y son víctimas de robos y asesinatos aunque no
aparezcan de modo destacado en las noticias”.
Sugiere “ampliar la mirada y reconocer que también son violencia las situaciones
de exclusión social, de privación de oportunidades, de hambre y de marginación,
de precariedad laboral, de empobrecimiento estructural de muchos, que contrasta
con la insultante ostentación de riqueza de parte de otros”.
Y cuando habla de la corrupción como “cáncer social” hace referencia a la
corrupción “tanto pública como privada”. Y sorprende con dos afirmaciones: “La
lentitud de la Justicia deteriora la confianza de los ciudadanos en su
eficacia”. Una frase que es fácilmente ubicable en cualquier discurso de la
Presidenta de los expresados cuando defendía la reforma judicial. Y otra: “Nos
duele y preocupa que casi la mitad de los presos no tenga sentencia”, a tono con
los reclamos de la agrupación Justicia Legítima u organismos de Derechos
Humanos.
“Nos estamos acostumbrando a la violencia verbal, a las calumnias y a la
mentira”, agrega el documento de los obispos. Otra frase que suscribirían
propios y extraños.
El martes pasado, monseñor Víctor Manuel Fernández, rector de la Universidad
Católica, escribió una columna en Página/12: “Los obispos argentinos quisimos
hacer un llamado a la reflexión acerca de la violencia. En un largo debate entre
nosotros, terminamos coincidiendo en la necesidad de encarar el tema de una
manera amplia, evitando un acento excesivo en la inseguridad. La idea que
predominó fue la de la violencia en toda la sociedad, de manera que cada uno se
sintiera interpelado en lugar de entretenerse culpando a otros: ´No nos ayuda
culpar a los demás´”.
El rector de la UCA agrega: “Por eso esta declaración, confeccionada con aportes
de toda la asamblea de obispos argentinos, rechaza la ´justicia por mano propia´,
defiende a los pobres de la acusación de violentos, cuestiona ´la insultante
ostentación de riqueza´ de otros y la ´tendencia al individualismo y egoísmo´.
También habla del maltrato a los presos, de ´las crisis de la familia´ y de los
´episodios de violencia escolar´, menciona que los medios ´no siempre informan
con objetividad y respeto´, etcétera”.
Monseñor Fernández opina: “Lamentablemente, la sana intención de este mensaje,
que ofrece una propuesta educativa y autoeducativa, no fue acogida simplemente
porque no se lo leyó completo. El día antes de la publicación de este documento,
en la versión electrónica de un diario se anunciaba torpemente que los obispos
iban a enfrentar al Gobierno por el tema de la inseguridad. Con esa clave falsa
de lectura, al día siguiente todos mutilaron el documento. Paradójicamente,
también algunas personas oficialistas utilizaron esa misma clave de lectura que
les ofreció un medio opositor, sin detenerse a leer y a sopesar el conjunto del
texto de los obispos, y entraron ingenuamente en el juego”.
Por previsible, no sería una mala idea que Monseñor discuta esta cuestión con
sus pares antes de firmar el próximo documento. Y, complementariamente, que los
dirigentes lean completo los textos sobre los cuales van a opinar. La lengua en
la Argentina suele ser más rápida que la vista.
DZ/rg
Fuente Redacción Z
Diario Z
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