La organización Médicos sin Frontera reabrió en la ciudad de Leer su destruida
clínica para atender a una multitud de colonos que buscan ayuda contra la
malaria, el sarampión, la diarrea, infecciones en vías respiratorias y la
desnutrición. La localidad ha sido escenario de combates desde que comenzó el
conflicto étnico Foto Ap
(Ap, Notimex, Reuters y PL) Cadáveres embutidos en pozos, casas incendiadas,
niños que juegan con armamento militar y bebés con los contornos esqueléticos
del hambre.
Estas son las escenas de una parte remota del sur de Sudán –la pequeña ciudad de
Leer–, donde Médicos Sin Fronteras comenzó a alimentar a niños con desnutrición
grave, tres meses después de que el hospital de la organización humanitaria fue
destruido en medio de la violencia que desgarra al país desde diciembre.
Leer ha sido escenario de combates desde que comenzó el conflicto interno de
Sudán del Sur y se encuentra actualmente en poder de los rebeldes de esta nación
africana, que se independizó de Sudán hace poco más de 13 años.
En entrevistas, habitantes acusaron a los soldados gubernamentales de haber
incendiado sus viviendas, robado los granos que ya habían cosechado, matar a
numerosas personas, incluidos niños, y de inhabilitar los pozos de agua que
había, que en muchos casos fueron usados para depositar cadáveres.
El secretario general de la Organización de Naciones Unidas (ONU), Ban Ki-moon,
aseguró el pasado lunes al Consejo de Seguridad del organismo mundial que es
urgente ‘‘encender la alarma sobre la violencia y el riesgo de una hambruna
catastrófica’’ en Sudán del Sur, nación que visitó este mes.
Ban advirtió que si continúan los enfrentamientos, la mitad de los 12 millones
de habitantes de Sudán del Sur serán desplazados, enfrentarán el hambre o
morirán para finales de año.
Más de 1.3 millones de personas han huido de sus hogares debido a la violencia.
Las personas que salieron de Leer, ciudad de 20 mil habitantes en el estado de
Unidad, empiezan a volver a sus hogares, muchos de los cuales fueron quemados o
saqueados. La temporada de lluvias torrenciales empezó, y ello obliga a las
familias sin techo a refugiarse con los vecinos o quedar a la intemperie.
“Vivir en un lugar donde no tienes ni siquiera un techo es horrible”, dijo Sarah
Maynard, coordinadora de proyectos de Médicos Sin Fronteras. “Con el comienzo de
las lluvias sólo va a empeorar. Las personas necesitan ayuda”, expuso.
El organismo reabrió el jueves pasado su clínica destruida para atender a una
multitud de residentes que buscan ayuda para combatir la malaria, el sarampión,
la diarrea, las infecciones de las vías respiratorias y el hambre. El grupo
examinó a 600 niños y encontró que 50 están en el nivel más grave de
desnutrición.
Nyagaaw Biel Dhoar trajo a la clínica a su hijo de dos años, Jacob Rit Wadaar,
con la esperanza de que el personal médico pudiera salvarlo. Ella intentaba
amamantarlo mientras agonizaba en sus brazos, pero ya era demasiado tarde. Jacob
murió a la mañana siguiente.
Líderes mundiales, como el secretario general de la ONU y el secretario de
Estado estadunidense, John Kerry, se esforzaron por conseguir que el presidente
Salva Kiir y el ex vicepresidente Riek Machar se pusieran de acuerdo para
consolidar el más reciente alto el fuego, alcanzado la semana pasada, en parte
debido a que los trabajadores humanitarios de distintas zonas de Sudán del Sur
han advertido que si los desplazados no pueden regresar a sus hogares este mes
para cosechar antes de que se agraven las lluvias, el país sufrirá por falta de
alimentos.
Las tropas del gobierno encabezadas por Kiir y las fuerzas rebeldes leales a
Machar se enfrentaron el domingo, sólo dos días después de que el gobernante y
el ex vicepresidente se reunieron en Etiopía para firmar un acuerdo de alto el
fuego, el segundo pacto con la intención de contener el conflicto. Ambas partes
beligerantes se acusaron de romper la tregua. El primer acuerdo también se vino
abajo poco después de que se firmó.
Un funcionario de la ONU confirmó que hubo enfrentamientos en el área del
poblado de Bentiu y dijo que los disparos se generaron en los dos lados. El
ejército gubernamental y los rebeldes informaron de choques en otras zonas.
Según el acuerdo de cese del fuego pactado el viernes entre Kiir y Machar, todos
los combates deberían parar 24 horas después de la firma, el viernes por la
noche.
El conflicto amenaza con desgarrar a una nación que se independizó de Sudán
apenas en febrero de 2011. El sur de Sudán producía 85 por ciento del petróleo
sudanés. Tras la firma de un acuerdo de paz entre Sudán y Sudán del Sur en 2005,
se acordó que el crudo se dividiría entre ambas naciones.
Profundas divisiones étnicas son en parte causantes de la violencia, donde el
pueblo dinka de Kiir se enfrenta a la etnia nuer de Machar.
La Jornada, México
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