A menos de un mes del Mundial, Brasil envía militares a todas las sedes para garantizar la seguridad durante la Copa. Las manifestaciones de unos pocos, maximizadas por los medios.
Por Santiago Gómez – Desde Porto Alegre
En la tarde de ayer el ejército presentó en Porto Alegre cerca de 2.000 militares que serán parte de los 3.600 previsto, para el plan de seguridad para la Copa del Mundo en esta sede. Los militares pertenecen al ejército, marina y aeronáutica. La tropa está compuesta por cuerpo de paracaidistas de infantería, buzos tácticos y otras especialidades, entre las que se destacan 200 militares que actuarían en caso de terrorismo químico. Con la intensión de garantizar la Copa sin trastornos, por exigencia de la FIFA, habrá una restricción de tránsito de 2km a la redonda del estadio Beira Rio, donde jugará la selección argentina.
Ayer se anunciarion los planes de seguridad en distintas sedes. A todas las se están enviando a militares para garantizar la seguridad. El Ministerio de Defensa, a cargo de Celso Amorín (ex Canciller de Lula), anunció que a Río enviarán 5.300 militares (3.100 del ejército, 1.300 de la marina y 900 de la fuerza aérea), los cuales formarán parte de los 20 mil efectivos destinados para la seguridad del evento. “Será la mayor operación de seguridad de la historia de Rio de Janeiro. Tuvimos algo parecido durante la Jornada Mundial de la Juventud (N.E: la visita de Francisco), el año pasado, pero no con la duración y la visibilidad de la Copa del Mundo”, afirmó ayer el subsecretario de seguridad para grandes eventos de Rio de Janeiro, Roberto Alzir, durante la presentación del plan. La sede de Bahia recibirá 2.300 militares.
Siguiendo la campaña de estigmatización que los medios de capital financiero montaron sobre Bolivia y Paraguay, el Portal da Copa, la página web oficial del gobierno brasilero para el evento, anunció que se fortalecerán los controles en las fronteras con los países miembros de UNASUR, para revisar los micros que transporten hinchas para prevenir el ingreso de “drogas, armas, municiones, explosivos, entre otros ilicitos en Brasil”. Viviendo aquí uno se da cuenta de la necesidad de una ley de medios y del daño que le hace a la sociedad el discurso del marketing político aún en gobiernos progresitas.
Sólo como anécdota y para dar una imagen de la hipocrecía en la que se vive. Cuando realicé la residencia, mientras me sacaba la foto para el documento, el oficial de la policía federal y su compañera que me tomó las huellas, me manifestaron su preocupación por la llegada de los barras bravas. Después de las imágenes difundidas durante la semana pasada, en la que se puede ver a residentes de una favela celebrar los goles de un partido barrial con ametralladoras, da risa la campaña que intentan montar. Tendrán que responder los barras por sus delitos, pero nadie con dos dedos de frente puede pensar que quienes intentan evitar ir a la cárcel en Argentina, van a cometer delitos durante el mundial para quedar presos en Brasil.
Aún se desconoce el costo político que tendrá la Copa del Mundo para el gobierno petista, pero nadie tiene dudas que tendrá que pagar por la relocalización de las familias para las obras de la Copa, por las represiones, por los exorbitantes gastos. Las manifestaciones en las calles estuvieron compuestas por sectores medios de la población y las mismas tuvieron una muy baja participación popular, pero una inmensa difusión mediática. Una manifestación de 5.000 personas en São Paulo, una ciudad con 12 millones de habitantes, no es representativa, y es muy pequeña. Unos cientos en Porto Alegre, tampoco lo es. Pero la diseminación mediática, no son más que ataques contra el PT en un año de elecciones. De lo que no tengo dudas es que hasta el momento no encontré un solo brasilero contento de que la Copa se realice en un país y la razón por la que se oponen, la pobreza que aún en el país persiste.
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