miércoles, 3 de julio de 2013
Una recurrencia histórica Por Jorge Muracciole
Una recurrencia histórica
Por Jorge Muracciole
Desde hace décadas los analistas políticos han profundizado sobre la puja virulenta de las distintas corrientes en el seno del peronismo. En períodos de conflictividad social, como los fines de la década del sesenta y comienzos del setenta, las tendencias internas del movimiento policlasista más importante de la historia argentina constituían en su ala derecha e izquierda dos proyectos de país contrapuestos. El protagonismo de la Tendencia y su vertiginoso crecimiento de masas fue una de las variables determinantes de la concreción del regreso del viejo líder de su exilio madrileño. Desde el retorno del General Perón a la Argentina las contradicciones de las corrientes se tornaron irreductibles. La derecha peronista expresada en el Lopezrreguismo, en articulación con sectores del establishment, inició lo que fue la antesala al posterior terrorismo de Estado, con la instalación de la siniestra Triple A.
En el devenir de la democracia formal, ante la crisis económica y social de las postrimerías del gobierno de Raúl Alfonsín, un fenómeno novedoso nace de las entrañas del peronismo. El liderazgo del caudillo riojano Carlos Saúl Menem, con las promesas electorales de "Revolución productiva” y el famoso “Salariazo", hizo posible el viejo sueño del establishment: la implementación de un proyecto neoliberal encabezado por un líder peronista.
Esta vez el ideario privatizador y el desguace del Estado se hizo sin el terrorismo de estado, pero bajo el disciplinamiento social ejercido con posterioridad a la hiperinflación de1989 y la creciente desocupación como chantaje a las grandes mayorías.
El menemato sin duda fue la prosecución histórica del modelo neoliberal de la dictadura cívico-militar impuesto a sangre y fuego. Detrás del espejismo del uno a uno, la degradación social y la destrucción del aparato productivo con miles de fábricas cerradas fueron paradójicamente los efectos más significativos del modelo del peronismo-neoliberal, de la derecha peronista y los grandes grupos económicos.
Ese proyecto de la modernización neoliberal implosionó con el estallido social del 19 y 20 de diciembre de 2001, de cuyos efectos aún quedan secuelas en bolsones de desocupados estructurales y de generaciones excluidas del mercado de trabajo, y el desmantelamiento de la infraestructura ferroviaria con sus secuelas de muerte.
Tras más de una década de instalación del proyecto de crecimiento con distribución del kirchnerismo, la derecha peronista, junto a sectores del establishment, ante la imposibilidad desde afuera del movimiento de articular una alternativa electoral que pueda competir con el proyecto Kirchnerista, recurren a la alquimia noventista de impulsar un referente del interior del movimiento para seducir al electorado, reforzándola con un descomunal montaje mediático.
La candidatura de Sergio Massa trae aparejado un reacomodamiento del arco opositor al kirchnerismo. Desde el PRO, se deshacen en elogios a la figura de ese peronismo edulcorado que sirva de puente a la restauración del libre-mercado de la siniestra dupla Menem-Alsogaray.
Gabriela Michetti confesó compartir con Massa ideas y concepciones comunes. Seguramente, el joven candidato tratará de evitar definiciones que lo ubiquen en las antípodas de este gobierno. Por una cuestión de marketing, tampoco se definirá coincidente a la globalización transnacional o a su posicionamiento político en relación al subcontinente sudamericano o a su visión sobre la UNASUR, la República Bolivariana de Venezuela, la Bolivia de Evo, o de la Revolución Ciudadana de la hermana República de Ecuador, o sus pareceres sobre el gran país del norte y el posible resurgir del viejo proyecto imperial del ALCA en ciernes.
La novedad semántica de la candidatura de Sergio Massa es que el llamado Frente Renovador del massismo se define como una "oposición blanda", y enuncia una suerte de cambios en la continuidad. A pesar del perfil no confrontacionista con el gobierno, en la composición de sus candidaturas –como declaró el candidato por el Frente para la Victoria de la Matanza Fernando Espinoza– "en esa lista falta tan sólo María Julia Alsogaray".
Lo cierto es que más allá de las chicanas la currícula política del intendente de Tigre se remonta a su militancia juvenil en la UCEDE, y su trasvasamiento al peronismo se da con el menemismo en el Ministerio de Desarrollo Social, siendo su salto a política la designación con el gobierno de Eduardo Duhalde al frente de la ANSES.
Lo innegable es que la acogida mediática a la buena nueva y el posicionamiento de la prensa antikirchnerista ante la candidatura de Sergio Massa es más que significativo. Falta aún convalidar las expectativas de la corporación mediática en las urnas en octubre, y que los más de 7 millones de bonaerense resuelvan con su voto si es que ha nacido el referente de la derecha peronista y el establishment para las presidenciales de 2015.
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