martes, 16 de julio de 2013

Massa y las ramas secas del peronismo Por Alfredo Silletta

El general Juan Domingo Perón acostumbraba, en sus charlas de Historia Militar, a explicarle a sus cadetes que la conducción política tiene dos aspectos bien diferenciados, ya sea se trate de lo estratégico o de lo táctico. Lo primero comprende el conjunto. Lo táctico es la ejecución por las partes. Lo estratégico es la guerra, lo táctico es la batalla. De esa manera es preciso comprender que, aunque ambas cosas corresponden a lo mismo, pertenecen a actividades distintas. Así, la táctica depende de la estrategia y se realiza en absoluta dependencia de las finalidades fijadas por ésta. La presidenta Cristina Fernández, como antes lo fue Néstor Kirchner, es una alumna aplicada de aquel hombre que condujo los destinos de este país, tanto en el gobierno como en el exilio, por más de treinta años. Las próximas elecciones de medio término son claves, especialmente en la provincia de Buenos Aires, para continuar profundizando el proyecto político que comenzó el 25 de mayo de 2003. Más allá de los títulos catástrofes de los multimedios hegemónicos, de la presión de las corporaciones económicas, Cristina ha decidido ponerse sobre sus hombros la campaña electoral: no hay medias tintas en este proceso. “Gobernar para el pueblo no es fácil, no es gratis. Siempre que gobernás para el pueblo vienen las peores difamaciones, las peores mentiras”, afirmó la primera mandataria hace unas semanas. La política electoral en la provincia de Buenos Aires será la misma de siempre. Explicar que no es fácil gobernar, que no fue fácil decirle que “no” al ALCA, cancelar la deuda del FMI, recuperar las AFJP, recuperar Aerolíneas Argentinas, recuperar YPF, la Asignación Universal por Hijo, el cepo al dólar o mantener las paritarias anuales. A pesar de los multimedios hegemónicos, de las campañas de desánimo, de inventar todos los días un candidato y de tratar de comparar el 2009 con el 2013, la realidad es muy diferente. Pese al deseo del dirigente radical Ernesto Sanz de hace un tiempo con su “Ojala le vaya mal a la economía”, los números de 2013 indican que el nivel de crecimiento superará el 5 por ciento, muy lejos de la crisis de 2009. No sólo eso: hay que sumarle que este año la AUH recibió un aumento del 35,3% y los ajustes salariales promedio llegaron a un 24 por ciento, los congelamientos de precios y, seguramente, la puesta del Cedin volverá a mover la construcción. Ahora bien, desde la oposición no se perciben grandes cambios. Están los de siempre: Mauricio Macri, Ricardo Alfonsín, Francisco De Narváez, Margarita Stolbizer y la nueva estrella del momento, Sergio Massa. El intendente de Tigre estaba convencido de que éste no era el momento de presentarse, pero no soportó la presión de las corporaciones económicas y de los multimedios hegemónicos y finalmente aceptó ser el candidato. Massa está en la cancha y es la nueva esperanza blanca de los poderosos. Pero deberá explicar por qué hace un año y medio hablaba maravillas de la Presidenta y ahora se pasó a la vereda de enfrente. Deberá decir qué le molestó en este año y medio: ¿La nacionalización de YPF?, ¿que tengan derecho laborales las empleadas domésticas?, ¿las paritarias?, ¿el cepo al dólar para cuidar las divisas ante los especuladores de siempre?. Massa cedió a la presión de las corporaciones y rompió con el proyecto nacional y popular que encarna este gobierno. La historia de los que abandonan el barco del peronismo es una constante. Cipriano Reyes, Augusto Vandor, Jorge Paladino, los Montoneros, Eduardo Duhalde, Hugo Moyano. Poco queda de ellos en la historia del movimiento nacional. Un párrafo aparte merece Daniel Scioli. Más allá de algunas diferencias con la Presidenta, se puso la campaña electoral al hombro. Durante meses fue presionado por las corporaciones para romper con el gobierno nacional. Horas después del cierre de listas, los “analistas del desánimo” lo insultaron, lo maltrataron y anunciaron el fin de su carrera política. Scioli, aunque no ubicó hombres propios en las listas, decidió salir desde el primer día a apoyar a los candidatos del FpV. El Gobernador le contó a su gente más cercana que “soy cofundador de este proyecto en 2003, hace un año obtuve el 54 por ciento de los votos junto a la Presidenta por lo cual no voy a traicionar a Cristina” para recordar aquella frase de Perón: “De la traición no se vuelve y mi proyecto fue y será por dentro del peronismo”. El Gobernador quiere ser presidente en 2015 y sabe, como buen jugador de ajedrez, que no hay que darle importancia a las jugadas superficiales sino concentrarse en la estrategia final. Los Magnetto y los Morales Solá creen que pueden escribir la historia del país, que pueden inventar candidatos, que pueden controlar al peronismo, pero sólo es una zoncera más para el Manual de Arturo Jauretche. El peronismo, hoy encarnado por el kirchnerismo, ha sobrevivido por su capacidad de relacionarse con la realidad, por su vínculo estrecho con los trabajadores y los más necesitados. El peronismo es un árbol que tiene, desde siempre, distintas ramas; algunas más cerca de la raíz dadora de vida, otras más alejadas hasta que se separan tanto que se cortan y se secan. Diagonales

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