viernes, 21 de junio de 2013
El descubrimiento que todavía no fue: España y América Por Eduardo Galeano (1940)
I. EL DELITO DE SER
Hacia cuatro años que Cristóbal Colón habla pisado por vez primera las playas de América, cuando su hermano Bartolomé inauguró el quemadero de Haití. Seis indios, condenados por sacrilegio, ardieron en la pira. Los indios habían cometido sacrilegio porque hablan enterrado unas estampitas de jesucristo y la Virgen. Pero ellos las hablan enterrado para que estos nuevos dioses hicieran más fecunda la siembra del maíz, y no tenían la menor idea de culpa por tan mortal agravio.
¿Descubrimiento o encubrimiento?
Ya se ha dicho que en 1492 América fue invadida y no descubierta, porque previamente la habían descubierto, muchos miles de años antes, los indios que la habitaban. Pero también se podría decir que América no fue descubierta en 1492 porque quienes la invadieron no supieron, o no pudieron, verla.
Si la vio Gonzalo Guerrero, el conquistador conquistado, y por haberla visto murió de muerte matada. Si la vieron algunos profetas, como Bartolomé de Las Casas, Vasco de Quiroga o Bernardino de Sahagún, y por haberle visto la amaron y fueron condenados a la soledad. Pero no vieron América los guerreros y los frailes, los notarios y los mercaderes que vinieron en busca de veloz fortuna y que impusieron su religión y su cultura como verdades únicas y obligatorias. El cristianismo, nacido entre los oprimidos de un imperio, se habla vuelto instrumento de opresión en manos de otro imperio que entraba en la historia a paso avasallante. No había, no podía haber, otras religiones, sino supersticiones e idolatrías; toda otra cultura era mera ignorancia. Dios y el Hombre habitaban Europa; en el Nuevo Mundo moraban los demonios y los monos. El Día de la Raza inauguró un ciclo de racismo que América padece todavía. Muchos son, todavía, los que ignoran que allá por 1537 el Papa decretó que los indio estaban dotados de alma y razón. . Ninguna empresa imperial, ni las de antes ni las de ahora descubren. La aventura de la usurpación y el despojo no des cubre: encubre. No revela, esconde. Para realizarse necesita coartadas ideológicas que conviertan la arbitrariedad en derecho.
En un trabajo reciente, Miguel Rojas-Mix advertía que Atahualpa fue condenado por Pizarro porque era culpable de delito de ser otro o, lisa y llanamente, culpable de ser. La voracidad de oro y plata requería una máscara que la ocultara; y así Atahualpa resultó acusado de idolatría, poligamia e incesto, lo que' equivalía a condenarlo por practicar un cultura diferente.
De igual a igual
La conquista española reprodujo en América lo que e España habla ocurrido y seguía ocurriendo en aquellos años. En 1562, fray Diego de Landa quemó los códices mayas e una gigantesca hoguera en Yucatán. En 1499, en Granada hablan ardido hasta las cenizas los libros islámicos que e arzobispo Cisneros habla arrojado a las llamas. La España que conquistó América no era el resultado de la suma de sus partes, sino que estaba sufriendo la más feroz amputación de toda su historia: la España católica se imponía como España única, aniquilando a sangre y fuego a la España musulmana y a la España judía. La intolerancia y el latifundio, la Inquisición y las mercedes de tierras sellaban la frustración de la España múltiple y abierta a los vientos del progreso -la que pudo haber sido y no fue.
A la cristianización compulsivo siguió, tiempo después, a partir de la dinastía de los Borbones, la castellanización compulsiva. El centralismo castellano, negador de la pluralidad nacional y cultural de España, llegó al paroxismo bajo la dictadura de Franco.
Ahora, tras siglos de represión, España se está descubriendo, se está redescubriendo a si misma, Con nuevos ojos, en el despertar de la democracia, España empieza a ese en su propia diversidad; y empieza a reconocer, en ella, su identidad verdadera. Es una identidad de contradicciones, porque está viva, y contradictoriamente se manifiesta. Nación de naciones, múltiple de pueblos y de ideas, de culturas y de lenguas, España despliega la fecunda pluralidad que la hace. singular. En este proceso, proceso difícil, amenazador y amenazado, castellanos, catalanes, andaluces, vascos y gallegos reivindican y reconocen sus perfiles propios en el espacio común.
Al verse, España puede vernos. De igual a igual. No desde abajo, como algunos españoles miran todavía al resto de Europa y a los Estados Unidos. Ni desde arriba, como algunos españoles miran todavía a los paises latinoamericanos y a las demás regiones despectivamente llamadas "tercermundistas'. Vistos desde abajo, todos parecen gigantes. Vistos desde arriba, todos parecen enanos.
De igual a igual, que es la manera de descubrir.
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