viernes, 28 de junio de 2013
Así escribió en Facebook Enrique Precedo, abogado y profesor de la Facultad de Derecho de la UB
“YO NO CREO QUE LA SEÑORA FERNÁNDEZ DE KIRCHNER MEREZCA UN GOLPE DE ESTADO QUE LA DERROQUE.
YO CREO QUE MERECE QUE VENGA UN LOCO DE MIERDA Y LE PEGUE CUATRO TIROS.
DE SER POSIBLE DOS O TRES EN LA ENTREPIERNA.
Y AL MENOS UNO EN LA BOCA PARA QUE LA CIERRE ETERNAMENTE.”
Yo participé dos veces, Facebook mediante, repudiando este comentario de Precedo. Aparentemente, Precedo ha borrado esa publicación y ha cerrado la posibilidad de ingresar a su “perfil” de Facebook. Mientras ese espacio estuvo abierto Precedo dijo que su comentario era una “exabrupto” y lo encuadró en un exceso de su “sentido del humor”. En otro momento manifestó que tenía miedo de aparecer en el titular de la tapa del diario “Página 12”, y hasta aventuró la redacción “abogado propone magnicidio”. Yo preparé esta nota que, por la decisión de Precedo de impedir que pueda publicarla en su espacio, es por eso que he decidido hacer pública de este modo. Quizá de esta manera logre un doble objetivo. A saber: el primero que Precedo reciba esta nota; el segundo: que quienes deban actuar, actúen.
Fue Arnold Toynbee quien dijo: “todo puede hacerse, excepto no pagar las consecuencias”, Precedo –entiendo– deberá pagar las consecuencias de sus actos; siempre conforme a derecho.
AQUÍ MI NOTA:
(dirigida a Enrique Precedo)
Cogitationes poenam nemo patitur (Domicio Ulpiano en Digesto 42,1,56)
¿Se acuerda, Precedo?
¿Es necesario que se lo traduzca del latín?
No creo.
Bien, este aforismo de Ulpiano nos expresa que es un hecho y no un simple pensamiento lo que puede ser cosa constitutiva de delito. Es por eso que se hace tan difícil a los fiscales probar La “autoría intelectual” de un delito; y hay un tratado muy interesante sobre la casi imposibilidad (sobre todo en casos teñidos de ideologías políticas) de probar la “apología del delito”. Sí, uno puede banalizar algunas actitudes, calificándolas de chistes, por ejemplo, cuando son a todas luces xenófobas, sexistas, racistas, etc. Pero… ¿Se acuerda de José Luis Cabezas, Precedo? Yo sí.
A Alfredo Yabrán se lo consideró pasible de ser juzgado por la autoría intelectual del homicidio de Cabezas porque habría dicho “Quiero unas vacaciones sin periodistas” y “a mí, sacarme una foto es como pegarme un tiro en la frente”. Para el “relato” de aquellos días, esto era suficiente para desatar lo que concluyó con un crimen horroroso.
Si Yabrán hubiera sólo “pensado” eso (siempre según Ulpiano) no habría habido posibilidad de pensar en acusarlo. Si lo hubiese dicho en la más estricta de las intimidades, tampoco. Pero parece que no sólo lo dijo sino que lo repitió, y que eso habría trascendido.
Yo traigo este recuerdo porque me he enterado que usted enseña derecho, Precedo. Y tal vez podría explicar a sus alumnos que hay jueces que pueden entender ciertas expresiones como conductas reprochables.
Claro que usted podrá decir: “a Cabezas lo mataron”; pero la concreción del acto instado puede no ser condición sine–qua–non para la consideración actitud dolosa (aún eventual) de la posibilidad de que alguien se haga cargo de la satisfacción de su deseo. Sobre todo si usted mantiene sobre el otro una posición dominante (amo–esclavo) como puede ser en “patrón” / “peón”; “sacerdote” / “feligrés”; “proxeneta” / “pupila” o “maestro” / “discípulo”, entre otras.
¡Fíjese, Precedo, en qué pedazo de quilombo se metería si a algún fiscal se le ocurriera armar una causa con esto!
Claro que no creo que algo así suceda, sobre todo porque –tal vez– los doctos piensen que no vale la pena. Es más, yo creo que usted no vale la pena.
A mí se me dio por pensar en esto porque me sobra el tiempo, y también porque en esta polémica hay muchas personas que reclaman su derecho a “pensar como quieran”, y eso no está en discusión. Pero, y en principio, esto rige para todos y todas. Vale decir no hay personas que posean un pensamiento naturalmente “correcto” y otras que no. Y cualesquiera fueran las tales “cogitationes” por estos pagos no hay pensamientos inimputables por pertenecer a “razas superiores” ni a “pueblos elegidos”; y esto establece nuestra Constitución Nacional cuando dice: (Art. 16), “La Nación Argentina no admite prerrogativas de sangre, ni de nacimiento: No hay en ella fueros personales ni títulos de nobleza.” O sea: usted puede pensar como quiera y yo puedo hacerlo también. Lo que no podemos es producir ciertos hechos, sobre todo cuando tenemos responsabilidades y cuando estos exceden el ámbito íntimo.
Además, cuando uno mete la gamba, hay consideraciones –como la formación académica o la responsabilidad profesional– que agravan ciertas mancadas. Y, por lo menos a mi leal saber y entender, no alcanza con transformar los hechos en algo tan baladí como esas cosas a las que el lenguaje vulgar denomina “pelotudeces”.
A propósito, y con el único ánimo de distender. Toda vez que uso la palabra “pelotudez” o su plural: “pelotudeces”, me acuerdo de dos cosas. Una: una clase de “Castellano” (así se llamaba por entonces) a cargo del Dr. Correa Luna. Él dijo: la pelotudez es un acto que cometen los pelotudos. Y la otra, una anécdota que tiene por protagonista a Carlos Morasano, el mítico apuntador de Canal 13, allá por las épocas en que lo dirigía Goar Mestre. Parece que en el canal habían organizado una reunión social en la que presentaban a un importante empresario a los trabajadores más antiguos. Morasano apareció (petiso, pelado, con ojos saltones, orejas como pantallas y con prominentes incisivos principales) mirando al hombre de impecable traje que peroraba ante los silenciosos laburantes. En un momento Morasano lo interrumpió, le extendió la diestra y le dijo: “Señor, usted es el hombre más coherente que he conocido en mi vida. Se lo aseguro. No he conocido alguien más coherente que usted. Usted es la coherencia en persona.”
El tipo quedó agradecido pero perplejo, sólo atinó a esbozar algunas palabras, cuando Morasano cortó le cortó la frase diciendo: “…y digo que no hay nadie más coherente que usted, porque usted tiene cara de pelotudo y es pelotudo.”
Dicho esto Morasano pegó la media vuelta y dejó al hombre y a su breve auditorio con las copas en la mano.
Disculpe la digresión Precedo, toda vez que digo la palabra “pelotudez”, su plural “pelotudeces” o el sustantivo que justifica su existencia “pelotudo” me acuerdo de estas cosas. Por supuesto que esto se trata tan sólo de una nota “de color” del todo ajena a los temas que venimos tratando.
Ahora bien… con respecto a sus miedos, no “se haga los rulos, Precedo”, diría alguien que ambos conocemos (yo sólo por TV) no da para un titular en la tapa de “Página”. ¡Por favor!
Unos comentarios atrás alguien nombró al Dr. Freud, creo que fue él quien acuñó el término “megalomanía”. Una característica de la megalomanía (o “delirio de grandeza”) es sentirse muy por encima de los demás; sospecharse como un ser superior, o por lo menos perteneciente a un sector privilegiado o selecto cuya opinión siempre es la adecuada; pero… ¡¡¡¿Un titular en la tapa de Pag./12’ de un domingo por haber dicho un chascarrillo ramplón. Vale decir: una pelotudez?!!!
No, Precedo, esto no da para un titular y menos de ese diario. Da para un cambio de ideas un sábado por la tarde, nublado y muy frío, con el campeón y los descensos definidos.
En el último de los casos, y apelando a sus propias palabras, quizá de para la página de los chistes de algún pasquín de distribución a mano… pero tampoco lo creo. Porque como chiste al suyo lo hallo de muy mal gusto.
Saludos.
Fernando Musante
D.N.I. 4.623.625
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