Complejo Mosaico de Expresiones sonoras, por Graciela Beatriz Restelli.
Luego de asistir durante doce años consecutivos a los carnavales de la zona que abarca la provincia de Jujuy, y desde una óptica amplia, despojada ya de un obsoleto y rígido marco teórico por el cual se buscaba la "pureza" de las expresiones folklóricas, pude observar lo complejo que resulta el abordaje de, entre otros, su aspecto sonoro.
Aún reconociendo la invalorable labor de los pioneros de la musicología en la Argentina, como lo fueron Carlos Vega e Isabel Aretz, los musicólogos de hoy no dejamos de lamentarnos por la visión recortada que entonces había del objeto de estudio, por "rescatar" sólo lo antiguo. En conversaciones con los pobladores humahuaqueños he comprobado que por aquellos años también había un consumo y ejecución de músicas no tradicionales que, al no ser registradas ni mencionadas por los nombrados musicólogos, hoy deberíamos hacer una costosa reconstrucción histórica sobre el tema, y muy pocos datos podríamos obtener.
Pero veamos qué sucede hoy, haciendo un corte sincrónico de la situación. En principio, partiré de la taxonomía que los propios habitantes hacen del repertorio que escuchan e interpretan -punto de vista emic en términos estrictamente antropológicos- durante el ciclo anual. Los pobladores consultados -de diferentes edades, sexo, y ocupaciones- establecen dos grandes categorías
A) Música para adorar. En general, se observa una vigencia de las expresiones tradicionales sin mayor conflicto aparente -pues hay particularidades dignas de análisis-, y son compartidas por todas las generaciones. En carnaval, la expresión que representa esta categoría es el canto de coplas con caja, alternada con el "saltadito" -participantes en hilera tomados de una mano y salticando- al son del erkencho y caja, ejecuciones todas con las cuales adoran a la Pachamama.
B) Música para bailar o para diversión. En esta categoría se hace cada vez más notoria una división generacional y social, donde se suman los factores de migración, regreso, medios masivos de comunicación, imitación del modelo de la cultura dominante, y por ende su análisis se torna más dificultoso para el investigador. Los actores sociales consultados incluyen: carnavalitos, waynos, takiraris, bailecitos, zambas y cuecas -que reciben la sub-clasificación de "música folklórica"-, y las cumbias -aún no la "cumbia villera"- que merecen especial atención; en menor grado, el rock, y alguno nombra todavía la "música disco".
Durante el Carnaval, al ser la diversión parte del rito que dura ocho días y nueve noches, y virtualmente los dos fines de semana siguientes al "entierro", tal taxonomía emic se entrevera, y la categoría A incluye a la B. Es en esta festividad en la que puede apreciarse más el pluralismo de manifestaciones sonoras que conviven en la zona, las cuales son consumidas por diferentes grupos, de acuerdo con sus intereses y estratos socioculturales.
En Humahuaca, durante el día, en las "invitaciones" que cada familia hace a las comparsas, la "música folklórica" es compartida por grandes y chicos, como también las ruedas de caja y coplas, y las erkenchadas. Pero por la noche, la mayoría de los jóvenes se encuentran en los salones donde ejecutan sobre todo cumbias e intercalan algo de "música folklórica".
Un grupo sociocultural más "selecto", generalmente proveniente de la capital de Jujuy, se encuentra en el salón de la planta baja del Hotel de Turismo pues allí se reproducen grabaciones de rock nacional y "tecno".
En Humahuaca, durante el día, en las "invitaciones" que cada familia hace a las comparsas, la "música folklórica" es compartida por grandes y chicos, como también las ruedas de caja y coplas, y las erkenchadas. Pero por la noche, la mayoría de los jóvenes se encuentran en los salones donde ejecutan sobre todo cumbias e intercalan algo de "música folklórica".
Un grupo sociocultural más "selecto", generalmente proveniente de la capital de Jujuy, se encuentra en el salón de la planta baja del Hotel de Turismo pues allí se reproducen grabaciones de rock nacional y "tecno".
En la noche del "desentierro" y a veces en la del "entierro" del Carnaval, el salón de la planta alta de ese mismo hotel casi siempre está reservado a la comparsa Regimiento N° 44 Pancho Villa o Los Cholos, integrada por ex-residentes humahuaqueños que viven actualmente en San Salvador de Jujuy y en Salta, con mayoría de profesores y bancarios, generalmente con un estatus sociocultural y económico importante; sus seguidores no se integran al resto de las comparsas, menos aún a las formadas por "cajeros"; allí se baila y ejecuta "folklore" con un sentido muy nativista, utilizando quenas, charango, bombo y guitarra; a veces contratan a bandoneonistas locales como Máximo Puma, y otras, a Daniel Vedia.
Los turistas van generalmente a las peñas en busca de las expresiones "más puras", y son proclives a desilusionarse cuando en los bailes de los primeros salones señalados, se encuentran con que los conjuntos ejecutan instrumentos electrónicos, aún en la "música folklórica". Suelen decir, entonces, que el carnaval humahuaqueño se está perdiendo.
Conclusión
Desde mi punto de vista, puedo decir que se diferencian claramente dos carnavales:
El Carnaval íntimo llevado a cabo por las comparsas como Los Cajeros y Los Cholos, con diferencias formales, pero similar actitud ante el rito. Sacan el carnaval como ritual; la primera no organiza baile nocturno en salones, la segunda sí, pero no espera beneficio económico de ello, sólo una recaudación para pagar a músicos contratados. La aparición de una u otra comparsa varía casi de año a año, pero éstas son las permanentes.
El Carnaval turístico (el resto de las comparsas). Sacan el carnaval y continúan si hay recaudación en el baile nocturno (Los solteros, La Unión, Los Picaflores). Se destaca la importancia del disfraz y principalmente se ven "diablos".
El Carnaval íntimo llevado a cabo por las comparsas como Los Cajeros y Los Cholos, con diferencias formales, pero similar actitud ante el rito. Sacan el carnaval como ritual; la primera no organiza baile nocturno en salones, la segunda sí, pero no espera beneficio económico de ello, sólo una recaudación para pagar a músicos contratados. La aparición de una u otra comparsa varía casi de año a año, pero éstas son las permanentes.
El Carnaval turístico (el resto de las comparsas). Sacan el carnaval y continúan si hay recaudación en el baile nocturno (Los solteros, La Unión, Los Picaflores). Se destaca la importancia del disfraz y principalmente se ven "diablos".
La Juventud alegre, una de las comparsas más antiguas de Humahuaca, se encabalga entre los dos.
El carnaval es, en consecuencia, una de las fiestas en las que además puede observarse una dinámica muy marcada y sensible a circunstancias socioeconómicas. Si bien todos lo esperan, no significa lo mismo para todos. Por lo tanto, esta polisemia se trasluce en las manifestaciones sonoras que son parte inherente del ritual. Y en cuanto al rito ¿hay un proceso de cambio de significado ubicable en el eje diacrónico, o sea, a través del tiempo? Será, pues, tema para una próxima investigación.
Graciela Beatriz Restelli es Etnomusicóloga del Instituto Nacional de Musicología "Carlos Vega"
En El Corsito, publicación de divulgación y consulta sobre el carnaval.
Dirección: Coco Romero
Producción: Centro Cultural Rector Ricardo Rojas
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