Respuesta de Juan Salinas al “informe” de Clarín sobre la preocupación de la embajada belga por la seguridad de la “periodista”.
Una tomadura de pelo
No conocí a nadie que odie tanto y tan irracionalmente a la Presidenta como esta mujer que trabaja denodadamente en defensa de los intereses de la derecha republicana-israelí (o, lo que es lo mismo, del complejo militar-industrial y financiero) Nos la hemos ganado de enemiga mortal, lo que es un decir, ya que obviamente no pienso matarla: solo evitarla.
La belgo-hispánica Teresita se dio por amenazada porque yo en alguna parte dije que “estamos bajo fuego” del gorilaje destituyente, lo que reafirmo. Los que están bajo fuego, buscamos cubrirnos, ponernos a salvo. Si después podremos devolver los golpes o escapar, es otro cantar. No se puede extraer que de la acción de esconderse de una agresión, se desprenda necesariamente la idea de repeler a quien nos ataca. Ni ahí. Yo, a la gente como ella, le temo y le escapo. Porque te enredan en polémicas estériles y te hacen perder el tiempo. Les pagan por ello.
Fuiste tu, Teresita, quien me viniste a entrevistar respecto a la causa AMIA con el único afán de perjudicarnos tanto a mí como al gobierno nacional. No fui yo quien fue a ti. Fuiste tú la que viniste a mí. Ancho es el planeta: tu ve por allí que yo voy para allá.
Que Teresita se haga la perseguida me recuerda al huidizo Damián Patcher, que dijo haberse asustado porque se le sentó cerca en un bar un señor con campera (hacia mucho calor) y anteojos negros y no paró de correr hasta llegar a Israel. Hay quienes creen que tenía todo programado: aunque tenía dinero, había dejado de pagar las expensas de su departamento de Sarmiento y Uriburu hacia medio año.
Tan perseguida está Teresita que sigue casada con un periodista de la estatal Télam a quien nadie molesta ni molestará. Tanta pavada taraba a un titán. Al hacerse eco de ella, Clarín desciende a las simas más profundas del antiperiodismo.
Fuente: Pájaro Rojo
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