Se fue el técnico más ganador del club. Sin embargo, el objetivo es otro: la refundación institucional que permita un proyecto de mediano y largo plazo.
Por Matías Fabrizio
La renuncia de Ramón Díaz a la dirección técnica de River, aparentemente, dejó a D’Onofrio y compañía con una mano adelante y una mano atrás. Sorprendidos, descolocados, sin entrenador. Después del sacudón que esto generó para periodistas, jugadores e hinchas, tanto propios como extraños, vale preguntarse si esto es así, o si en realidad no le abre una puerta al club.
El tópico principal desde los últimos de la nefasta gestión de Daniel Passarella como presidente de River (incluso antes de saber que él no buscaría la reelección, ya que la lógica indicaba que si se presentaba, perdía) es el de refundar el club. Durante diez años, Aguilar y Passarella hicieron estragos. El primero, maquilló el desastre con títulos. El segundo, lo empeoró al máximo con el descenso. Ganara quien ganara en la última votación, el tema de cabecera era ese, volver a ser River.
La refundación no es un campeonato. No es superar los 40 partidos invictos de Boca ni las siete Libertadores de Independiente. Volver a ser River venía más, mucho más, de la mano del juego, del orden, de la prolijidad dentro y fuera de la cancha. La refundación es Francescoli, Ortega, Alonso y don Amadeo Carrizo. Y la seriedad, las cuentas claras y las inferiores. Hasta ahora, no ha pifiado en este terreno el presidente D’Onofrio.
Ahí es donde el DT más campeón de la historia de River no tiene cabida. No porque Ramón esté viejo, ni él ni sus ideas. De hecho, acaba de ser campeón, con un aceptable listado de aciertos atribuibles no sólo a los jugadores sino puntualmente a él. Pero él no es de este “palo”. RRDT es, como mucho, y sin que sea poco, ganar el torneo de ocasión. Exagerando un poco, así como varios equipos le venden el alma al diablo y contratan a Caruso Lombardi para zafar del descenso, River tuvo/tiene/tendrá en Ramón Díaz ese DT para traer y ser campeón. Parece el técnico ideal, pero no para este escenario.
El momento histórico del fútbol argentino marca que en estos años se está retirando la camada de jugadores argentinos que supo jugar en la elite mundial. Varias lo han hecho décadas atrás pero en esta época, de los ’90 para acá, el nivel de desarrollo del fútbol (hablamos de elementos y formas de entrenamientos, herramientas tecnológicas para analizar el juego, cuestiones médicas, y miles de etc más) fue mayor que nunca. Lamentablemente para los demás equipos argentinos, River tiene, de estos, más que ninguno.
Así como están el Enzo de mánager y el Burrito en la reserva, Almeyda lo devolvió a Primera y ahora suena con muchísima fuerza Marcelo Gallardo. También se habla Hernán Crespo, tal vez como asistente del Muñeco, cerca de Francescoli o como DT si se cae lo del ex 10. Estos tipos jugaron con los mejores. En los mejores clubes y las mejores canchas. Cualquier detalle que haga de River un club del primer mundo futbolero, ellos lo saben de taquito.
La supremacía de los resultados es muy marcada actualmente, así que para que se sostenga esta estructura, hará falta, como mínimo, que el Millonario pelee el campeonato y tenga un papel decente en las Copas que les toque jugar. Lo concreto es que, sin Ramón, River está un paso más cerca de ser un club que genere envidia.
APU
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