sábado, 7 de junio de 2014

Primeras reflexiones a su regreso al país Tiemblo en verano

Publicada el 1/2/88
Por
Juan Gelman
E
l 21 de este mes volví a la Ar-
gentina después de casi 13
años de exilio que se iniciaron
bajo el gobierno de Isabel Pe-
rón, se prolongaron bajo la dictadura
militar y se arrastraron aun bajo el go-
bierno de Alfonsín. Así se cerró un
círculo exiliar cuyo alcance no sé me-
dir todavía.
¿El círculo se cierra en el mismo
punto donde comenzó? ¿Como en el
bellísimo poema de John Donne so-
bre el compás?
Me terminás donde me
empezaste
, dice el círculo al compás,
la fuerza superior que lo ha trazado.
Eso sentí cuando entraba ahora a
Buenos Aires, como si estos años de
distancia y desgarramiento nunca hu-
bieran sido y yo navegara entre dos
sueños: el del exilio que pasó y el de
encontrarme aquí.
Todavía no lo creo del todo. De
pronto giro la cabeza, sentado en un
café, porque me extraña que todo el
mundo hable argentino. Y me pregun-
to si es cierto, si no es otra trampa de
la insidiosa razón.
Traje conmigo un solo miedo: el del
encuentro con ese pedazo de mí que se
quedó en un país que ya no existe. Pa-
so junto a las casas donde vivieron se-
res entrañables que la dictadura asesi-
nó. Paso sin transición de la alegría
profunda a la tristeza profunda. Veo
llagas de pobreza que no había antes
aquí. Y mucho niño abandonado: leo
que algunos de ellos han muerto de
tos convulsa, y eso no es imputable ya
a la herencia de la dictadura militar.
De estas calles me echó el odio de
unos poderosos, tanto civiles como
militares. A ellas me devolvió la soli-
daridad y el afecto de personas de dis-
tintos países, de lenguas y creencias
diferentes, pero todas convencidas de
que la justicia es necesaria. Otra tela
de amor me envuelve ahora en estas
calles, como si para muchos, amigos y
desconocidos, ésta fuera una pequeña
victoria de la dignidad en un país don-
de a tantos se la lastimaron con pre-
meditación y furia.
Me sobrecoge la grandeza de quienes
hoy ejercen esa dignidad sin miedo y
no vacilan en denunciar las injusti-
cias, aunque sus nombres figuran en
las listas de los próximos muertos que
preparan ya los asesinos amnistiados
por el gobierno radical. Los organis-
mos de derechos humanos siguen, por
su parte, reclamando el pago de la
deuda interna argentina.
Es verano en la ciudad que vuelvo a
recorrer después de tiempo, en medio
de tanta precariedad, tanto dolor
abierto todavía y tanta vida invicta
sin embargo. En sus calles, a veces,
como el Petrarca por su Laura,
tiemblo
en verano

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