La imagen del científico loco encerrado en su laboratorio puede parecer para algunos seductora, pero resulta falsa", sostiene el científico argentino Juan Santos (Buenos Aires, 1961), actualmente a cargo del Centro de Inteligencia Computacional del Departamento de Ingeniería Informática del Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA). Santos estudió Ciencias Exactas en la Universidad de Buenos Aires, donde trabajó muchos años, antes de ser convocado por el ITBA. En 2002 participó junto con un grupo de alumnos de la UBA en el Mundial de Fútbol de robots en Corea. "Logramos un éxito que sorprendió a todos, incluidos nosotros mismos, porque la Argentina venía de pálida en pálida, en esos años de crisis, desinversión y desaliento", recuerda hoy, sentado en una sala del sexto piso del ITBA, en el Bajo porteño, donde tiene su laboratorio, que comparte con colegas y alumnos para hacer lo que sabe: robots.
Aquella vez en Corea, se trató de formar un equipo de robots que competían con el de otros países en una pequeña cancha de fútbol: "Llegamos a cuartos final, ojo", añade con una mezcla de timidez e hilaridad, la misma que mostrará durante toda la entrevista.
A mediados de 2005, y siempre desde la UBA, Santos dirigió el desarrollo de un robot anti explosivos que quedó terminado dos años y medio después, y que fue utilizado desde entonces por la Brigada de Explosivos en el cuerpo de Bomberos de la Policía Federal. "Fue una linda experiencia, y generó mucha expectativa. Los cambios de gestión, y el hecho de que yo haya tenido que migrar a una universidad privada, complicaron las cosas, pero incluso así, y con el paso del tiempo, la ex ministra de Seguridad Nilda Garré, y hasta la presidenta Cristina Fernández, quisieron reflotar el proyecto para que el país cuente con más unidades de este tipo. Fue una lástima no hacerlo, porque hoy, por ejemplo, Brasil compró a Estados Unidos diez unidades igualitas a la que hicimos nosotros para la seguridad en los estadios por el Mundial, cuando nosotros podríamos habérselas vendido perfectamente", explica.
–Usted se dedicó fundamentalmente a desarrollar robots con aplicaciones muy prácticas.
–Desde hace bastantes años me dedico a eso, puntualmente. Ahora estoy dirigiendo un proyecto de un doctorando, Rodrigo Ramele, que se ocupa de robótica asistida. Y que consiste en procurarles ayuda a personas en proceso de rehabilitación. Muchas veces, esas personas con lesiones no muy severas, deben pasar mucho tiempo con sus terapistas. El proyecto de Rodrigo tiene que ver con crear una herramienta (interfaces cerebro computadora) que le dé información al terapista de los impulsos que una persona quiere llevar a cabo, pero no puede por sus lesiones. El terapista podrá contar con información básica como si la persona que tiene que ayudar no quiere o no puede hacer lo que el terapista le pide para su recuperación, o si la persona entendió bien lo que le piden, o está fatigado.
–En general, la imagen del robot se asoció a un tipo de robot con forma humana, eso que no se cansan de hacer y perfeccionar los japoneses.
–No sólo ellos, eh. Pero entiendo a lo que vas. Yo creo que la búsqueda de darle una forma humanoide al robot se explica en el caso de Japón por dos razones. Los problemas que allí existen en el cuidado de dos tipos de poblaciones: los ancianos y los niños. Un robot con forma humana tiene sentido para que sirvan en esos contextos de ayuda necesaria, y que esos grupos reconozcan al cercano como una compañía con forma humana. Dejando de lado este tema, que no es en absoluto menor, insistir en construir robots con forma humana no tiene ningún sentido.
–¿Se puede trabajar en robótica en la Argentina y no morir en el intento?
–Desde hace unos diez años, sí. Y no sólo en robótica, o en tecnología, o en tecnología aplicada en términos generales. Existe de un tiempo a esta parte toda una serie de financiamientos de proyectos que hace mucho no había, y toda una batería de revalorización de la tarea científica, desde el momento en que sea crea un ministerio dedicado a ello. Eso permite avanzar con la promoción de apoyos cotidianos, desde ofertas de repatriación de científicos, a becas, subsidios, mejora en los sueldos, y otros temas. Es de desear que esta situación, un poco tambaleante en estos momentos, no se suspenda. Ahora, desde luego, en la Argentina existen restricciones que no las tienen países muy ricos. Pero en nuestro país hoy existe un sistema científico. -<dl
Aguante Santos! Lo re banco al tipo
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