Mike Hammer, el nuevo embajador estadounidense, alineado con las poderosas usinas mediáticas de Wall Street, no tuvo reparos en hacer declaraciones que configuran una clara injerencia en los asuntos internos chilenos.
Cuando hay cambios es importante consultar a todos los stakeholders (partes interesadas) y a su vez tomar decisiones en un tiempo razonable, para que las empresas puedan clarificar y adaptarse adecuadamente.” Chile debe tener “reglas claras” frente a las reformas en discusión, pues los EE.UU. están “tomando nota” de los cambios que la administración de Michelle Bachelet intenta en la actualidad implementar.
Con estas palabras, Mike Hammer, actual embajador estadounidense en Santiago, se refirió a las propuestas de reforma educacional y tributaria que el actual gobierno chileno busca realizar.
Según el medio electrónico El Mostrador en su sección Mercados, las inversiones directas de EE.UU. en el país trasandino alcanzan a la fecha los US$ 25.000 millones, convirtiéndose en el primer inversor extranjero directo. Además, las señaladas reformas tocarían los intereses de importantes holdings (grupos económico-empresariales) norteamericanos, tales como Laureate (sector educacional), AES (sector energético) Freeport-MacMoran (sector minero) Principal Financial (sector pensiones, seguros y ahorro) y Met-Life (una de las principales transnacionales de seguros de vida).
Pero no solamente el principal representante diplomático estadounidense ha metido presión sobre el actual gobierno de Bachelet. La gigantesca usina mediática del país del norte, con sendos artículos de The Wall Street Journal y The Washington Post, han abordado, con distintos sesgos, el clima de reforma que se vive allende la cordillera.
Esta bajada de línea de los medios corporativos internacionales ha polarizado asimismo a los medios nacionales del país vecino. El artículo del Post, que llama a “suavizar los extremos” mediante la muy discutida reforma tributaria y que “apunta a abordar algunos de los niveles de desigualdad más altos del mundo”, sería un artículo “desequilibrado” para Diario Financiero, conocida usina del pensamiento patronal chileno. Desequilibrado en cuanto a sus sesgos políticos y económicos en comparación con el artículo del Wall Street, cuya escritora habría titulado a las reformas como un “asalto al milagro económico chileno” de los últimos 30 años. O sea y para llamar las cosas por su nombre, el parcial desmantelamiento del sistema neoliberal en sus aristas educativa y tributaria significaría, en palabras delWall Street, un peligroso giro hacia la izquierda allendista representada por sectores de la Nueva Mayoría herederos del gobierno socialista de Salvador. Del legado dictatorial de Pinochet y que se manifiesta de manera completa y hegemónica, silencio absoluto.
Volviendo al representante diplomático de la Casa Blanca en Santiago, hay que tener en cuenta quién es el personaje en cuestión para visualizar sus declaraciones. Michael Hammer se desempeñó como portavoz del Departamento de Estado de EE.UU., director de Asuntos Andinos y vocero del Consejo Nacional de Seguridad, partiendo como subsecretario de Asuntos Públicos, todos cargos dentro del Departamento de Estado. En los diversos roles desempeñados se manifestó siempre como la cara visible y el defensor del gobierno norteamericano en asuntos complejos. Por ejemplo, fue el encargado de señalar que el cadáver de Ossama Bin Laden se encontraba “debajo del mar”, después de ser asesinado de manera selectiva por tropas especiales bajo las órdenes directas de Obama. Al mismo tiempo, expresó que era “injusto” el encarcelamiento del contratista Alan Gross en Cuba bajo cargos de espionaje. Encubrió el uso de drones en las diversas guerras actuales y manifestó su preocupación por la “tolerancia religiosa” en Libia, lo que sirvió como excusa formal para el derrocamiento de Khadafi.
“De igual manera ha señalado que Bashar Al Assad, actual presidente de Siria, ‘debe largarse’, admitiendo posteriormente que “estamos apoyando a la oposición para intentar facilitar una transición política”, consignó el medio especializado Verdad Ahora.
Posteriormente se habría desempeñado en la embajada de su país en Bolivia, hasta la expulsión del embajador y de la DEA por parte de Evo Morales. Ahí aterrizó en el Departamento de Estado bajo las órdenes de Hillary Clinton. La posterior bajada de la ex candidata presidencial demócrata debilitó la posición de Hammer, quien fue sustituido en una pugna de poderes por Victoria Nuland, famosa en todo el mundo por haber mandado “al carajo” a la Unión Europea por la tensión en Ucrania.
Finalmente, su aterrizaje en Santiago ha sido interpretado por medios especializados como Foreign Policy como un alejamiento de las reales esferas del poder. Pues si bien Chile es una plaza pequeña y de incidencia regional, el alineamiento prácticamente instantáneo de Santiago a las directrices de Washington habría hecho pensar a Hammer que se encontraba en un feudo que fácilmente podía dirigir. Al parecer, el actual embajador no se habría dado cuenta (hasta antes de su profundo desacierto) de que la situación con los EE.UU. en la región atraviesa por un momento delicado y de que Chile, inserto en América latina, no se encuentra ajeno a estas tensiones.
La proyección mediática a nivel continental que Chile ha cultivado por largo tiempo es el de un país serio, estable y respetuoso de la institucionalidad y las reglas del juego. Esta imagen les permite a los distintos sectores de las clases dominantes dotarse de un poderoso discurso ideológico, en el cual la estabilidad institucional chilena es usada como contraparte de los gobiernos “irresponsables” y “populistas” del resto de los países. En nuestro contexto actual, este recurso ideológico se ha usado de manera masiva contra los gobiernos de Argentina y Venezuela.
Sin embargo, el esquema comienza a mostrar fisuras. A días de asumir su segunda presidencia, tanto la presidenta Bachelet como su canciller Heraldo Muñoz habían anticipado que apoyarían la “institucionalidad” venezolana ante la ola de violencia que azotaba (y aún sigue azotando) al país. De esta forma, usando el mismo argumento de la institucionalidad, el nuevo gobierno chileno mostraba su apoyo al gobierno dirigido por Nicolás Maduro.
Y es que la posición ultraliberal cultivada por Sebastián Piñera terminó por aislar a Chile del concierto regional. Si bien la administración derechista dirigida por el empresario y ex dueño de LanChile tuvo acercamientos pragmáticos con los gobiernos del eje ABV (Argentina, Brasil y Venezuela) como en el caso de la Celac, el irrestricto apoyo y el poderoso impulso que le brindó a la Alianza del Pacifico terminó por alejar al país trasandino de sus pares sudamericanos. Tan fuerte fue este alejamiento, particularmente con su socio tradicional del Brasil, que la presidenta Dilma Rousseff nunca accedió a visitar Santiago y cambió el usual eje de alianzas apoyando al Perú de Ollanta Humala.
“Brasil se ha alejado de Chile. Santiago ya no constituye su aliado natural. Tampoco parece serlo para Chile. El enfriamiento de las relaciones si bien puede comprenderse dentro del marco de un ‘momento político’, todo parece indicar que es más profundo que eso”, señalaba el analista Cristian Leyton en 2012. “Todo parece indicar que es el tiempo de la diplomacia de las elites”, determinaba este analista de tendencia liberal y que asumía que la mejor estrategia geopolítica para el Chile actual es apoyarse en la dupla EE.UU.-Canadá, mediante la profundización de la Alianza del Pacifico (México, Colombia, Perú y Chile). A confesión de parte, relevo de pruebas. La diplomacia de las elites chilenas dictaminó el camino de la profundización de los tratados de libre comercio y el alineamiento geoestratégico con Washington. La instalación de la base militar de Fuerte Aguayo, cerca de Valparaíso, demostró la voluntad de las clases dirigentes del país vecino de ampliar su cercanía con el vecino del norte.
Pero este esquema ha mostrado sus primeras fisuras. Incipientes grietas perceptibles para el ojo diplomático, acostumbrado a los pequeños gestos. Gestos como el de la primera visita de Estado al exterior llevada a cabo por Bachelet nada menos que a la Argentina, un país con profundos problemas en la región debido a su decisión de consolidar su política internacional mediante el MERCOSUR como estrategia de integración y apostar por la concertación regional en el marco de la UNASUR. Gira internacional que buscará llevar a Bachelet a Brasilia, en el entendido de reparar desconfianzas con su par brasileña. Y es que para nadie escapa que en este preciso momento tres mujeres gobiernan el proyectado ABC de Perón (Argentina, Brasil y Chile), lo que eleva la responsabilidad histórica del bacheletismo respecto al actual proceso de integración regional sudamericano.Con estas palabras, Mike Hammer, actual embajador estadounidense en Santiago, se refirió a las propuestas de reforma educacional y tributaria que el actual gobierno chileno busca realizar.
Según el medio electrónico El Mostrador en su sección Mercados, las inversiones directas de EE.UU. en el país trasandino alcanzan a la fecha los US$ 25.000 millones, convirtiéndose en el primer inversor extranjero directo. Además, las señaladas reformas tocarían los intereses de importantes holdings (grupos económico-empresariales) norteamericanos, tales como Laureate (sector educacional), AES (sector energético) Freeport-MacMoran (sector minero) Principal Financial (sector pensiones, seguros y ahorro) y Met-Life (una de las principales transnacionales de seguros de vida).
Pero no solamente el principal representante diplomático estadounidense ha metido presión sobre el actual gobierno de Bachelet. La gigantesca usina mediática del país del norte, con sendos artículos de The Wall Street Journal y The Washington Post, han abordado, con distintos sesgos, el clima de reforma que se vive allende la cordillera.
Esta bajada de línea de los medios corporativos internacionales ha polarizado asimismo a los medios nacionales del país vecino. El artículo del Post, que llama a “suavizar los extremos” mediante la muy discutida reforma tributaria y que “apunta a abordar algunos de los niveles de desigualdad más altos del mundo”, sería un artículo “desequilibrado” para Diario Financiero, conocida usina del pensamiento patronal chileno. Desequilibrado en cuanto a sus sesgos políticos y económicos en comparación con el artículo del Wall Street, cuya escritora habría titulado a las reformas como un “asalto al milagro económico chileno” de los últimos 30 años. O sea y para llamar las cosas por su nombre, el parcial desmantelamiento del sistema neoliberal en sus aristas educativa y tributaria significaría, en palabras delWall Street, un peligroso giro hacia la izquierda allendista representada por sectores de la Nueva Mayoría herederos del gobierno socialista de Salvador. Del legado dictatorial de Pinochet y que se manifiesta de manera completa y hegemónica, silencio absoluto.
Volviendo al representante diplomático de la Casa Blanca en Santiago, hay que tener en cuenta quién es el personaje en cuestión para visualizar sus declaraciones. Michael Hammer se desempeñó como portavoz del Departamento de Estado de EE.UU., director de Asuntos Andinos y vocero del Consejo Nacional de Seguridad, partiendo como subsecretario de Asuntos Públicos, todos cargos dentro del Departamento de Estado. En los diversos roles desempeñados se manifestó siempre como la cara visible y el defensor del gobierno norteamericano en asuntos complejos. Por ejemplo, fue el encargado de señalar que el cadáver de Ossama Bin Laden se encontraba “debajo del mar”, después de ser asesinado de manera selectiva por tropas especiales bajo las órdenes directas de Obama. Al mismo tiempo, expresó que era “injusto” el encarcelamiento del contratista Alan Gross en Cuba bajo cargos de espionaje. Encubrió el uso de drones en las diversas guerras actuales y manifestó su preocupación por la “tolerancia religiosa” en Libia, lo que sirvió como excusa formal para el derrocamiento de Khadafi.
“De igual manera ha señalado que Bashar Al Assad, actual presidente de Siria, ‘debe largarse’, admitiendo posteriormente que “estamos apoyando a la oposición para intentar facilitar una transición política”, consignó el medio especializado Verdad Ahora.
Posteriormente se habría desempeñado en la embajada de su país en Bolivia, hasta la expulsión del embajador y de la DEA por parte de Evo Morales. Ahí aterrizó en el Departamento de Estado bajo las órdenes de Hillary Clinton. La posterior bajada de la ex candidata presidencial demócrata debilitó la posición de Hammer, quien fue sustituido en una pugna de poderes por Victoria Nuland, famosa en todo el mundo por haber mandado “al carajo” a la Unión Europea por la tensión en Ucrania.
Finalmente, su aterrizaje en Santiago ha sido interpretado por medios especializados como Foreign Policy como un alejamiento de las reales esferas del poder. Pues si bien Chile es una plaza pequeña y de incidencia regional, el alineamiento prácticamente instantáneo de Santiago a las directrices de Washington habría hecho pensar a Hammer que se encontraba en un feudo que fácilmente podía dirigir. Al parecer, el actual embajador no se habría dado cuenta (hasta antes de su profundo desacierto) de que la situación con los EE.UU. en la región atraviesa por un momento delicado y de que Chile, inserto en América latina, no se encuentra ajeno a estas tensiones.
La proyección mediática a nivel continental que Chile ha cultivado por largo tiempo es el de un país serio, estable y respetuoso de la institucionalidad y las reglas del juego. Esta imagen les permite a los distintos sectores de las clases dominantes dotarse de un poderoso discurso ideológico, en el cual la estabilidad institucional chilena es usada como contraparte de los gobiernos “irresponsables” y “populistas” del resto de los países. En nuestro contexto actual, este recurso ideológico se ha usado de manera masiva contra los gobiernos de Argentina y Venezuela.
Sin embargo, el esquema comienza a mostrar fisuras. A días de asumir su segunda presidencia, tanto la presidenta Bachelet como su canciller Heraldo Muñoz habían anticipado que apoyarían la “institucionalidad” venezolana ante la ola de violencia que azotaba (y aún sigue azotando) al país. De esta forma, usando el mismo argumento de la institucionalidad, el nuevo gobierno chileno mostraba su apoyo al gobierno dirigido por Nicolás Maduro.
Y es que la posición ultraliberal cultivada por Sebastián Piñera terminó por aislar a Chile del concierto regional. Si bien la administración derechista dirigida por el empresario y ex dueño de LanChile tuvo acercamientos pragmáticos con los gobiernos del eje ABV (Argentina, Brasil y Venezuela) como en el caso de la Celac, el irrestricto apoyo y el poderoso impulso que le brindó a la Alianza del Pacifico terminó por alejar al país trasandino de sus pares sudamericanos. Tan fuerte fue este alejamiento, particularmente con su socio tradicional del Brasil, que la presidenta Dilma Rousseff nunca accedió a visitar Santiago y cambió el usual eje de alianzas apoyando al Perú de Ollanta Humala.
“Brasil se ha alejado de Chile. Santiago ya no constituye su aliado natural. Tampoco parece serlo para Chile. El enfriamiento de las relaciones si bien puede comprenderse dentro del marco de un ‘momento político’, todo parece indicar que es más profundo que eso”, señalaba el analista Cristian Leyton en 2012. “Todo parece indicar que es el tiempo de la diplomacia de las elites”, determinaba este analista de tendencia liberal y que asumía que la mejor estrategia geopolítica para el Chile actual es apoyarse en la dupla EE.UU.-Canadá, mediante la profundización de la Alianza del Pacifico (México, Colombia, Perú y Chile). A confesión de parte, relevo de pruebas. La diplomacia de las elites chilenas dictaminó el camino de la profundización de los tratados de libre comercio y el alineamiento geoestratégico con Washington. La instalación de la base militar de Fuerte Aguayo, cerca de Valparaíso, demostró la voluntad de las clases dirigentes del país vecino de ampliar su cercanía con el vecino del norte.
De esta manera, la agenda diplomática prevé un acercamiento pragmático con la región y otros ejes de poder. A la reciente visita de Rafael Correa al Palacio de la Moneda, se suma la invitación cursada por Heraldo Muñoz al presidente de Rusia Vladimir Putin para visitar en conjunto con Bachelet la Antártida. Se especulan nuevos tratados científico-militares tras esta movida en el juego de influencias internacional. Sin embargo, estas señales no alejan a Santiago de su socio tradicional: la Embajada de Washington en Chile ya ha anunciado la visita de Michelle Bachelet a La Casa Blanca a fines de junio.
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