No hace falta abundar sobre que este será un año difícil, de crecimiento menor al que veníamos acostumbrados y que la devaluación y la suba de tasas de interés que pararon la corrida tendrán efectos adversos sobre el nivel de actividad y los precios de estos meses.
En efecto, el primer trimestre cerró con una caída del sector industrial del 3,1% y bajas del salario real privado del orden del 5 por ciento. Pero afirmar que la situación social es similar a la del fin del modelo de la convertibilidad, sólo puede instalarse como una verdad por el poder de los medios de comunicación hegemónicos para marcar la agenda. En efecto, los inconsistentes datos del Observatorio de la Deuda Social de la UCA no tendrían ningún valor si no fueran propalados por los diarios opositores, que los utilizan hasta el infinito, torturando esas cifras hasta afirmar lo que el mismo organismo no dice. Pero nadie que no sea un manipulador serial puede decir que la pobreza a fines de 2013 está en los niveles de 2001.
Quien viene batallando casi en soledad contra los datos de la UCA es el titular de la Consultora Equis, Artemio López, que certeramente desnuda esas contradicciones. Ya en un informe del año 2012 señalaba que para ese serio e imparcial observatorio, la pobreza del Área Metropolitana de Buenos Aires había descendido del 34,9% al 22% en seis meses. Según López, "no existía ningún ejemplo planetario de reducción tan drástica de la pobreza en tan corto lapso", 12 puntos porcentuales en seis meses. Por mucho menos que ese desaguisado se ponen en duda los datos del INDEC desde hace años y, por el contrario, nadie duda de la verosimilitud de tales eclesiásticas cifras de la UCA. Por lo menos, el instituto oficial de estadística ha recogido el guante, y actualizó recientemente las bases de cálculo y la cobertura del índice de precios. Para rematarla, ese Observatorio no sólo tiene una muestra pequeña del año del jopo, sino que está sesgada hacia sectores pobres, es decir mide entre pobres, lo que obviamente le da más pobreza que en la realidad. Además, y en una actitud de mala praxis, no publica los datos de esa misma encuesta que concluyen que Argentina tiene niveles de desigualdad de países como Suecia o Noruega. En definitiva, no tiene el menor rigor metodológico: mide subas y bajas de pobreza inexistentes, sobreestima la cantidad de pobres y estima que Argentina tiene niveles de equidad distributiva similares a los países escandinavos. ¿Alguien publicó estas deficiencias? Nadie. Se las toma como verdad revelada. Así las cosas, la universidad privada sigue sin tener que dar explicaciones, gracias a la cobertura y complicidad mediática.
Ya ni el sentido común tiene cabida cuando el bombardeo es constante. Un país que ha reducido el desempleo, el trabajo informal y ha incorporado millones de jubilados, pensionados y perceptores de ingresos de diferentes políticas de protección social, no podría nunca mantener actualmente los mismos indicadores socioeconómicos que hace diez años atrás.
Veamos fuentes alternativas. La FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la agricultura), conocida agrupación ultrakirchnerista, en su último informe "Panorama de la Seguridad Alimentaria y Nutricional en América Latina y el Caribe 2013", afirma que la Argentina ha erradicado el flagelo del hambre. Por su parte, el Informe sobre Desarrollo Humano 2013 del Programa de Naciones Unidad para el Desarrollo (PNUD) relativo al Índice de Desarrollo Humano (IDH) no sólo destaca que la Argentina ocupa uno de los primeros puestos en la reducción de ese índice, sino que incluye a nuestro país en la categoría más alta posible de desarrollo humano, el de los países con “Desarrollo Humano Muy Alto”. Otra organización camporista como el BID (Banco Interamericano de Desarrollo) en su informe “Mejores pensiones, mejores trabajos, hacia la cobertura universal en América Latina y el Caribe” destaca que en la Argentina no sólo la cobertura es casi total para los adultos mayores de 65 años, sino que además es el único país de la región con ingresos superiores a 10 dólares diarios para casi toda la nómina de beneficiarios. Adicionalmente, la CEPAL y el Banco Mundial, periódicamente informan niveles de pobreza e indigencia más bajos de los que ha informado el INDEC.
Se menciona la situación argentina como de preocupante pobreza o con riesgo alimentario, brindando datos que nos ubicarían por arriba de países vecinos, que son señalados por los organismos internacionales como atravesados por fuertes desigualdades y asimetrías sociales. En efecto, en nuestro país se dan cifras de incidencia de pobreza que, por ejemplo, superan al 16,6%, dato que el Instituto de Estadística de Perú estimó para sus áreas urbanas en 2012, al 17% de pobreza urbana medida en Paraguay en 2013 y hasta superan también a las mediciones del año 2001 para nuestro país. En mayo de 2001, la pobreza se estimó en 35,9% mientras que la indigencia era del 26,2 por ciento. En aquellos días la desocupación alcanzaba al 16,4%, los salarios llevaban más de un lustro congelados, la tasa de cobertura de jubilaciones y pensiones rondaba el 70% con una percepción mínima inferior a $150, las asignaciones familiares llegaban a muy pocos hogares (ya que no sólo faltaba trabajo sino que más del 40% de los empleos era informal), y no existían programas como la Asignación Universal por Hijo o el Progresar.
El año 2013 terminó con 6,4% de desocupación y 5 millones más de empleos registrados en la AFIP que los que había en 2003. A la cantidad de trabajadores que recibe las asignaciones familiares se suman 3,5 millones de perceptores de la Asignación Universal por hijo y centenares de miles se están anotando en el PROGRESAR; la tasa de cobertura de jubilaciones y pensiones supera el 93% con jubilaciones mínimas de casi $2800.
Para estos analistas, la indiscutible universalidad en el sistema de protección social y los altos niveles de empleo parecieran entonces haber incrementado la pobreza en lugar de haberla disminuido.
En definitiva, en nuestro país cualquier "especialista" que revolee datos sin ningún rigor es subido a la posición de ídolo y paladín de la justicia social por los medios opositores y con esto bastaría para reanudar la serie interminable de operaciones mediáticas. Pero también los medios son selectivos a la hora de buscar información del CONICET. Nunca van a levantar los rigurosos informes sobre condiciones sociales en Argentina de los investigadores Demian Panigo o Andrés Asiain, porque tienen posturas cercanas a las del gobierno, sino que prefieren darle espacio a una nueva estrella como Tamara Seiffer, que acaba de argumentar livianamente que "lo que hizo Menem en términos de gasto social no es muy distinto de lo hecho por el kirchnerismo". Luego continúa con que "en relación a los 90 estamos más o menos iguales en términos de pobreza y de salario". Con sólo tomar los salarios de los investigadores del CONICET de esos años y los actuales, se podría dar por cerrada esta discusión pero con el agravante de que en esos años no sólo los salarios eran bajos, sino que el presupuesto de Ciencia y Técnica era inexistente, tanto así que esta investigadora y sus colegas eran habitualmente invitados a "ir a lavar los platos" cuando hacían notar sus reclamos. Por esa razón los científicos se fueron del país. Ciertamente, ahora regresan porque este es un país muy diferente al de Menem-Cavallo, donde los platos estaban limpios, pero las bibliotecas, los claustros y los lugares de estudios, se encontraban vacíos.
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