El jornalero moderno, el oficinista moderno, el obrero
fabril moderno, sólo viven para su tiempo libre, y el resultado es que son
incapaces de vivir en él cuando lo consiguen. Su trabajo no tiene sentido para
ellos; es simplemente algo que deben hacer para ganarse la vida y, por
consiguiente, cuando llega su tiempo libre también carece de sentido y todos
los usos que pueden darle podrían incluirse casi totalmente bajo la rúbrica de
lo que Stuart Chase llama “descreación”.
El ciudadano moderno no sabe cómo llegan a él las cosas imprescindibles de la vida (decimos que está completamente al margen de la “producción primaria”), del mismo modo que no puede ver su propio trabajo como parte importante de un proyecto humano (no hace más que cobrar un salario u obtener ganancias).
El ciudadano moderno no sabe cómo llegan a él las cosas imprescindibles de la vida (decimos que está completamente al margen de la “producción primaria”), del mismo modo que no puede ver su propio trabajo como parte importante de un proyecto humano (no hace más que cobrar un salario u obtener ganancias).
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