Hasta no hace muchos días atrás, en cualquier conversación que se produjera con dirigentes de la oposición era posible escucharles reconocer problemas internos, errores históricos, equivocaciones actuales y, en muy pocos, el preocupante retroceso o corrimiento ideológico hacia posiciones más conservadoras. Sin embargo, y luego del acto de lanzamiento formal de lo que se denomina FA-UNEN, todo cambió.
Ahora es posible ver a los diputados caminar por los pasillos del Congreso con paso firme, mirada altiva y mejor talante, como si esos problemas hubiesen desaparecido y el futuro les perteneciese. Tienen la autoestima alta pero eso, por sí solo, no garantiza triunfos.
Esta nueva Alianza no se diferencia mucho de las iniciativas que en la última década han existido con más o menos los mismos protagonistas. Ahora, o por ahora, están todos juntos. La imposibilidad constitucional de Cristina Fernández de Kirchner de volver a competir por la presidencia los llevó a dejar de lado las supuestas profundas diferencias que existen entre Fernando Solanas y Julio Cobos; las reservas que tiene Ernesto Sanz con el ex vicepresidente; las de Hermes Binner ante el desesperado deseo de la UCR por sumar a Mauricio Macri; todos estos con Elisa Carrió y la diputada con todos ellos y el resto del mundo.
Hasta el momento el acuerdo no pasa de ser una alianza de figuras con fuerte penetración mediática. Y es que sólo la UCR puede mostrar una estructura territorial en el país porque el resto son expresiones localizadas, incluso el socialismo, que han vivido mejores o peores momentos electorales, pero su desarrollo nacional es prácticamente inexistente. Pero esta circunstancia está lejos de ser el mayor inconveniente, al menos para los partidos chicos que conforman el FA-UNEN. En todo caso, el mayor problema, para la sociedad, está en lo que no dice esta nueva Alianza o, si se quiere, en lo que expresa en los hechos y en las conductas ante determinadas leyes o programas sociales que impulsa el gobierno de CFK.
Si bien ya puede considerarse una verdad de Perogrullo el hecho de que la oposición rechace casi la totalidad de las iniciativas del oficialismo, lo real es que esa conducta termina por confirmar que el FA-UNEN es una coalición conservadora que reniega de programas sociales tales como la Asignación Universal por Hijo, el Progresar o el Pro.Cre.Ar.
Para algunos miembros de esta aggiornada Alianza, al acto realizado en el Teatro Broadway le faltó un programa político para ser algo más que un cúmulo de entusiasmo. En lo formal pueden tener razón, pero sin duda que una simple y veloz mirada de la conducta parlamentaria que tienen sus principales referentes sirve para confirmar que el programa político existe aunque todavía ninguno de ellos lo plasmó en un papel.
Este frente se amplía cada vez hacia la derecha, donde la discusión interna ya no pasa por rechazar la posibilidad de sumar al macrismo sino, todo lo contrario: cuándo es el mejor momento para incorporarlo.
Los únicos que oponen una cierta resistencia a un acercamiento con Macri son los socialistas pero con poca convicción porque, de un tiempo a esta parte, las coincidencias entre el PS y el PRO sobre el rechazo a programas o decisiones del gobierno nacional son cada vez más frecuentes y la diferencia entre estos se centra en que Binner no pronuncia la palabra "culo" como sí lo hace el jefe de gobierno porteño.
En ese sentido, es posible sostener que son las formas y no el fondo lo que marcan con tibieza la diferencia entre los referentes de la nueva Alianza y sus posibles socios. Tanto que es posible sospechar que la distancia con el Frente Renovador de Sergio Massa se sustenta en el antiperonismo visceral de buena parte de los conductores del FA-UNEN sin importar si es de derecha o Nac&Pop. Pero el líder del FR y los del FA-UNEN tienen algo más en común y es el que su campo de acción es absolutamente mediático, donde pueden disparar sus diatribas sin temor al debate.
Massa, por caso, ha hecho de los casos de inseguridad un caballito de batalla. No hay programa de televisión donde denuncie la ausencia de políticas públicas y anuncie el pronto ingreso de proyectos de ley que den solución a lo que tanto aflige a la sociedad.
Sin embargo, cuando el tema seguridad llega al Congreso en el marco de la Comisión Bicameral de Fiscalización de Órganos y Actividades de Seguridad Interior, donde estuvieron presentes la ministra Cecilia Rodríguez y el secretario de Seguridad, Sergio Berni, una oportuna coincidencia con un acto en Chaco obligó a Massa a renunciar a la silla que tiene en la Bicameral. "Es una cuestión administrativa, cuando regrese vuelvo a pedir el lugar", dijo el ex intendente para justificar su faltazo a un interesante debate que podría haber protagonizado con los funcionarios del gobierno central. Eludir para evitar quedar en evidencia podría ser la moraleja.
Mientras tanto, en el FPV no hay y no habrá por ahora un candidato a suceder a CFK. Hay sí debate interno, político e ideológico como el que se produjo en la jornada de ayer en el predio del Mercado Central. Eso le da un plus por sobre el entente opositor porque no hay consignas vacuas sino que se discute a partir del proyecto y la gestión, con los aciertos y errores, para hacer real aquello del empoderamiento.
En La Rosada, a diferencia de lo que sueñan y expresan sus contradictores, no hay plan de retirada. Los planes continúan y no se borró de la agenda, en cuanto al Parlamento, los proyectos de reforma de los códigos judiciales. En eso se inscribe la decisión de llevar al recinto durante lo que resta del año no sólo el proyecto de unificación de los códigos Civil y Comercial, sino fundamentalmente el Código Penal de la Nación. Sostienen en la Casa de Gobierno que la necesidad de corregir y otorgarle coherencia al manoseado Código es más importante y sustancial para el devenir de la Argentina y, a pesar de la mala publicidad que tienen, cuentan con mayor respaldo que el mediático rechazo de "un cuatro de copas" de la política, como alguno por esos pasillos llama a Massa.
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Ahora es posible ver a los diputados caminar por los pasillos del Congreso con paso firme, mirada altiva y mejor talante, como si esos problemas hubiesen desaparecido y el futuro les perteneciese. Tienen la autoestima alta pero eso, por sí solo, no garantiza triunfos.
Esta nueva Alianza no se diferencia mucho de las iniciativas que en la última década han existido con más o menos los mismos protagonistas. Ahora, o por ahora, están todos juntos. La imposibilidad constitucional de Cristina Fernández de Kirchner de volver a competir por la presidencia los llevó a dejar de lado las supuestas profundas diferencias que existen entre Fernando Solanas y Julio Cobos; las reservas que tiene Ernesto Sanz con el ex vicepresidente; las de Hermes Binner ante el desesperado deseo de la UCR por sumar a Mauricio Macri; todos estos con Elisa Carrió y la diputada con todos ellos y el resto del mundo.
Hasta el momento el acuerdo no pasa de ser una alianza de figuras con fuerte penetración mediática. Y es que sólo la UCR puede mostrar una estructura territorial en el país porque el resto son expresiones localizadas, incluso el socialismo, que han vivido mejores o peores momentos electorales, pero su desarrollo nacional es prácticamente inexistente. Pero esta circunstancia está lejos de ser el mayor inconveniente, al menos para los partidos chicos que conforman el FA-UNEN. En todo caso, el mayor problema, para la sociedad, está en lo que no dice esta nueva Alianza o, si se quiere, en lo que expresa en los hechos y en las conductas ante determinadas leyes o programas sociales que impulsa el gobierno de CFK.
Si bien ya puede considerarse una verdad de Perogrullo el hecho de que la oposición rechace casi la totalidad de las iniciativas del oficialismo, lo real es que esa conducta termina por confirmar que el FA-UNEN es una coalición conservadora que reniega de programas sociales tales como la Asignación Universal por Hijo, el Progresar o el Pro.Cre.Ar.
Para algunos miembros de esta aggiornada Alianza, al acto realizado en el Teatro Broadway le faltó un programa político para ser algo más que un cúmulo de entusiasmo. En lo formal pueden tener razón, pero sin duda que una simple y veloz mirada de la conducta parlamentaria que tienen sus principales referentes sirve para confirmar que el programa político existe aunque todavía ninguno de ellos lo plasmó en un papel.
Este frente se amplía cada vez hacia la derecha, donde la discusión interna ya no pasa por rechazar la posibilidad de sumar al macrismo sino, todo lo contrario: cuándo es el mejor momento para incorporarlo.
Los únicos que oponen una cierta resistencia a un acercamiento con Macri son los socialistas pero con poca convicción porque, de un tiempo a esta parte, las coincidencias entre el PS y el PRO sobre el rechazo a programas o decisiones del gobierno nacional son cada vez más frecuentes y la diferencia entre estos se centra en que Binner no pronuncia la palabra "culo" como sí lo hace el jefe de gobierno porteño.
En ese sentido, es posible sostener que son las formas y no el fondo lo que marcan con tibieza la diferencia entre los referentes de la nueva Alianza y sus posibles socios. Tanto que es posible sospechar que la distancia con el Frente Renovador de Sergio Massa se sustenta en el antiperonismo visceral de buena parte de los conductores del FA-UNEN sin importar si es de derecha o Nac&Pop. Pero el líder del FR y los del FA-UNEN tienen algo más en común y es el que su campo de acción es absolutamente mediático, donde pueden disparar sus diatribas sin temor al debate.
Massa, por caso, ha hecho de los casos de inseguridad un caballito de batalla. No hay programa de televisión donde denuncie la ausencia de políticas públicas y anuncie el pronto ingreso de proyectos de ley que den solución a lo que tanto aflige a la sociedad.
Sin embargo, cuando el tema seguridad llega al Congreso en el marco de la Comisión Bicameral de Fiscalización de Órganos y Actividades de Seguridad Interior, donde estuvieron presentes la ministra Cecilia Rodríguez y el secretario de Seguridad, Sergio Berni, una oportuna coincidencia con un acto en Chaco obligó a Massa a renunciar a la silla que tiene en la Bicameral. "Es una cuestión administrativa, cuando regrese vuelvo a pedir el lugar", dijo el ex intendente para justificar su faltazo a un interesante debate que podría haber protagonizado con los funcionarios del gobierno central. Eludir para evitar quedar en evidencia podría ser la moraleja.
Mientras tanto, en el FPV no hay y no habrá por ahora un candidato a suceder a CFK. Hay sí debate interno, político e ideológico como el que se produjo en la jornada de ayer en el predio del Mercado Central. Eso le da un plus por sobre el entente opositor porque no hay consignas vacuas sino que se discute a partir del proyecto y la gestión, con los aciertos y errores, para hacer real aquello del empoderamiento.
En La Rosada, a diferencia de lo que sueñan y expresan sus contradictores, no hay plan de retirada. Los planes continúan y no se borró de la agenda, en cuanto al Parlamento, los proyectos de reforma de los códigos judiciales. En eso se inscribe la decisión de llevar al recinto durante lo que resta del año no sólo el proyecto de unificación de los códigos Civil y Comercial, sino fundamentalmente el Código Penal de la Nación. Sostienen en la Casa de Gobierno que la necesidad de corregir y otorgarle coherencia al manoseado Código es más importante y sustancial para el devenir de la Argentina y, a pesar de la mala publicidad que tienen, cuentan con mayor respaldo que el mediático rechazo de "un cuatro de copas" de la política, como alguno por esos pasillos llama a Massa.
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