Juan fue un hombre bondadoso. En el campo, donde vivíamos, ayudaba a los pobres. La gente lo quería mucho", dice Telma Ceballos, que hoy cumple cien años. Es la viuda de Juan Bautista Bairoletto, considerado por muchos el último Robin Hood argentino.
A pesar de su salud frágil, Telma dialogó con Tiempo Argentino y recordó al hombre detrás del mito. Cuando Juan murió, Telma dejó la casa que compartía con él en General Alvear, en Mendoza. Actualmente vive con su hija Juana en la capital provincial. ¿Por qué algunos persisten en asociar la figura de Bairoletto a la de un bandido? Luego de un largo silencio, Telma contesta: "Quizá los primeros años lo haya sido, pero para mí fue por los maltratos que le dieron a él en la cárcel, y por cómo lo trató la policía. Después, fue un hombre bueno, con muchos amigos que siempre lo defendieron."
La mujer prefiere reivindicar el lado humano, y no mítico, del hombre con quien tuvo seis hijos. "Cuando ya no tenía escapatoria, y temía por nuestro futuro, el mío y el de mis hijos, mi esposo decidió tomar esa medida (el suicidio), para que sus enemigos nos dejen tranquilos". Juana, su hija –e hija de Bairoletto–, agrega: "En realidad, gracias a un libro que escribió mi hijo, y al interés de mi hijo por mi padre, es que la gente de aquí de Mendoza se enteró que éramos familiares directos de Bairoletto. Yo tengo ahora 70 años, y recién a los 65 recuperé mi apellido paterno, porque no queríamos llamar la atención".
El hijo de Juana, Favio Erreguerena, estudió al personaje y al hombre, y escribió un libro escuchando el relato de la abuela Telma. "Sucede que cuando mi padre falleció –añade Juana–, mi madre se mudó porque no quería tener relaciones con ningún amigo de él. A mí me pone contenta cuando se enteran de que soy hija de Bairoletto, y me dicen: ‘Tu abuelo era amigo del mío, y mi mamá me comentaba que él era muy amable."
Amable, sí, pero también furioso cuando quería serlo. Porque Bairoletto fue el último "gaucho alzado", es decir, el último gaucho rebelde al que asfixió una nueva época, más moderna e institucional. Como suele decirse, Bairoletto murió en tiempos en que nacía una nueva Argentina, y en que la industria imponía códigos urbanos, legales, a todo el territorio nacional. Adorado y odiado en partes iguales, cosechó sólidos vínculos con el mundo de la delincuencia, pero también con figuras menores que levantaron las banderas del anarquismo rural. Porque murió violentamente (prefirió suicidarse antes de caer abatido por una redada policial, el 14 de septiembre de 1941), se convirtió inmediatamente en un mártir, cuya fama excedió a la región en la que vivió y murió.
Bairoletto fue el segundo de seis hijos. Adoraba los prostíbulos y las casas donde se apostaba fuerte. El mito dice que robaba a los ricos y ayudaba a los pobres, o a sus amigos. En la década de 1930, se lo hacía responsable de todos los crímenes. A su funeral, asistieron miles de personas llegadas desde La Pampa, donde había nacido. Hoy peregrinan hasta en su mausoleo cada vez más fieles.
Hoy, su esposa cumple 100 años de vida. "¿Si vendrá gente del gobierno al festejo? Nooo, de ninguna manera", dice Juana, fiel a la tradición anarquista de su padre. «
A pesar de su salud frágil, Telma dialogó con Tiempo Argentino y recordó al hombre detrás del mito. Cuando Juan murió, Telma dejó la casa que compartía con él en General Alvear, en Mendoza. Actualmente vive con su hija Juana en la capital provincial. ¿Por qué algunos persisten en asociar la figura de Bairoletto a la de un bandido? Luego de un largo silencio, Telma contesta: "Quizá los primeros años lo haya sido, pero para mí fue por los maltratos que le dieron a él en la cárcel, y por cómo lo trató la policía. Después, fue un hombre bueno, con muchos amigos que siempre lo defendieron."
La mujer prefiere reivindicar el lado humano, y no mítico, del hombre con quien tuvo seis hijos. "Cuando ya no tenía escapatoria, y temía por nuestro futuro, el mío y el de mis hijos, mi esposo decidió tomar esa medida (el suicidio), para que sus enemigos nos dejen tranquilos". Juana, su hija –e hija de Bairoletto–, agrega: "En realidad, gracias a un libro que escribió mi hijo, y al interés de mi hijo por mi padre, es que la gente de aquí de Mendoza se enteró que éramos familiares directos de Bairoletto. Yo tengo ahora 70 años, y recién a los 65 recuperé mi apellido paterno, porque no queríamos llamar la atención".
El hijo de Juana, Favio Erreguerena, estudió al personaje y al hombre, y escribió un libro escuchando el relato de la abuela Telma. "Sucede que cuando mi padre falleció –añade Juana–, mi madre se mudó porque no quería tener relaciones con ningún amigo de él. A mí me pone contenta cuando se enteran de que soy hija de Bairoletto, y me dicen: ‘Tu abuelo era amigo del mío, y mi mamá me comentaba que él era muy amable."
Amable, sí, pero también furioso cuando quería serlo. Porque Bairoletto fue el último "gaucho alzado", es decir, el último gaucho rebelde al que asfixió una nueva época, más moderna e institucional. Como suele decirse, Bairoletto murió en tiempos en que nacía una nueva Argentina, y en que la industria imponía códigos urbanos, legales, a todo el territorio nacional. Adorado y odiado en partes iguales, cosechó sólidos vínculos con el mundo de la delincuencia, pero también con figuras menores que levantaron las banderas del anarquismo rural. Porque murió violentamente (prefirió suicidarse antes de caer abatido por una redada policial, el 14 de septiembre de 1941), se convirtió inmediatamente en un mártir, cuya fama excedió a la región en la que vivió y murió.
Bairoletto fue el segundo de seis hijos. Adoraba los prostíbulos y las casas donde se apostaba fuerte. El mito dice que robaba a los ricos y ayudaba a los pobres, o a sus amigos. En la década de 1930, se lo hacía responsable de todos los crímenes. A su funeral, asistieron miles de personas llegadas desde La Pampa, donde había nacido. Hoy peregrinan hasta en su mausoleo cada vez más fieles.
Hoy, su esposa cumple 100 años de vida. "¿Si vendrá gente del gobierno al festejo? Nooo, de ninguna manera", dice Juana, fiel a la tradición anarquista de su padre. «
¡la pampa te ha de vengar!
Muchas obras se inspiraron Bairoletto, entre ellas, el ensayo compuesto por su nieto, Favio Erreguena. El cine lo honra con una película dirigida por Atilio Polverini y protagonizada por Arturo Bonín, de 1985. Una milonga lleva el nombre de "San Bautista Bairoletto", cuyos primeros versos dicen: "Amparaba al que debía / al pobre, al necesitao / al que era castigao / y a aquel que nada tenía. / ¡San Bautista Bairoletto, / la pampa te ha de vengar!”. León Gieco lo homenajea en su disco Bandidos rurales, a partir de una investigación del historiador Hugo Chumbita. Cuando Gieco presentó este disco, en 2002, llegó hasta Mendoza y cantó con Telma el tema "Sólo le pido a Dios".
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