APU: Llamó mucho la atención en la Argentina el nombre de la película “Remine, el último movimiento obrero”, probablemente porque la situación política en España y en Argentina son distintas. En los últimos años, acá se lograron muchas conquistas para los trabajadores y derechos conseguidos. ¿Cómo ve hoy la situación española y el futuro de los movimientos obreros en España?
Marcos Merino: Creo que llevamos un camino a la inversa entre Latinoamérica y Europa. La Europa envejecida esta reduciendo, especialmente en España, los derechos de los trabajadores. Precisamente el título viene por ahí, es lo que queda del movimiento obrero tradicional del siglo XIX. La película cuenta la historia de los mineros asturianos, que es el último reducto que queda de ese movimiento obrero original nacido al calor de la revolución industrial. Queda ese grupo de 3000 y 4000 trabajadores en torno a la minería en Asturias. Es el camino inverso al de Latinoamérica, en Europa está desapareciendo la industria con las deslocalizaciones de las empresas, apenas quedan colectivos con este nivel de afiliación sindical y activismo. No quiero ser pesimista con la muerte del movimiento obrero, pero sí con la muerte del movimiento obrero tradicional. Están surgiendo otras cosas, reinventándose nuevas formas de protestas, que se tendrán que seguir inventando. Porque en España la situación es bastante insostenible.
APU Como le cambió, si es que le cambió, la experiencia del rodaje, su relación con los mineros asturianos. ¿Se sintió militante en algún momento?
MM: Sí, por supuesto, yo venia de estar en Madrid, trabajando con información económica en televisión, FMI, el Banco Mundial. Algo mucho más formal. Al principio encaramos el rodaje con cierto escepticismo, viendo el proceso como un anacronismo, este comportamiento relativo a la lucha de clases. Pero durante el rodaje, en estos tres años que llevamos de producción y, especialmente los cinco meses que duró la protesta, yo aprendí muchas cosas. Una de las cosas que aprendí es que la lucha no está tan muerta, y que al fin se trata de una lucha entre ricos y pobres. O, como dicen los propios mineros, entre los que trabajan y los que viven de los que trabajan. Ha sido un aprendizaje excepcional y obviamente yo ya no soy la misma persona, ni tengo los mismos planteamientos. Sobre la cuestión militante no hay que olvidar que al final tú eres un narrador, tienes que manejarte con cierta objetividad. Pero el afecto y el aprendizaje de los obreros es clave en la película, a pesar de no tener estudios formales, tienen una cultura obrera coherente y convincente transmitida por generaciones.
APU: Estrenó recientemente la película en Buenos Aires. Respecto a la crítica que pueda recibir de los sectores conservadores y neoliberales y teniendo en cuenta que la película es muy valiente por el contexto en el cual está filmada. ¿Qué piensa que puede suceder cuando la película se estrene en Madrid?
MM: La verdad es que me preocupa bastante poco la reacción de los sectores neoliberales ante la película, seguramente habrá problemas para la distribución. Creo que el momento es muy oportuno para la película. Elegimos empezar en Latinoamérica por la dificultad del tema, era bueno después volver a casa con aval de algún festival. Y ya está empezando a funcionar y agitarse el asunto. Cuando fue la marcha de los mineros a Madrid, había cierto escepticismo respecto a la reacción de la gente por la demonización de los medios de comunicación a los trabajadores, pero la sociedad respondió justo de forma contraria a lo esperado. La llegada a Madrid fue muy especial con miles de personas esperando a los mineros para mostrar su apoyo. Creo que con la película va pasar algo así. Tengo la esperanza de que pese más la necesidad de la gente de entender y escuchar esta historia que el interés del Capital.
APU: ¿Como jugó a favor del proyecto que usted sea de Asturias?
MM: Llevaba veinte años viviendo en Madrid y había perdido muchas referencias del lugar en donde había nacido y era consciente que había que documentar todo esto, pero documentarlo desde el dolor, como se puede ver en la película, sobre todo por la decadencia de la situación. Me he encontrado con una Asturias que no reconozco en muchos aspectos, no es la Asturias con la cual yo crecí, que siempre fue muy obrera. Es un lugar en el cual hubo una participación política y sindical muy importante durante muchos años, de hecho los dos sindicatos mayoritarios se han nutrido y vinculado mucho con Asturias, tanto que uno ha tenido gran parte de sus Secretarios Generales y el otro ha nacido ahí. Queda poco de aquella Asturias, hay una sociedad muy envejecida con cierta decadencia, por eso el dolor y mi implicación personal es determinante. A mi padre y mi tío son a quienes le dedico la película, ellos fallecieron y fueron los que me inculcaron la solidaridad, el riesgo que toma el trabajador al reclamar por lo justo, que siempre se arriesga a perder. Ahora veo ese proceso con dolor.
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