"Tienen inquietudes, y yo siento como un deber servir a estos jóvenes, porque la inquietud es como un signo. Siento que debo hacer un servicio a lo que es más precioso en este momento, que es la inquietud de los jóvenes", respondió Francisco ante las preguntas de un grupo de comunicación católico juvenil belga.
Luego el diálogo giró hacia la pobreza, uno de los focos que llevó a Jorge Mario Bergoglio a adoptar "Francisco" como nombre para su papado: "Para mí, el alma del Evangelio son los pobres. Hace dos meses escuché a una persona que dijo: '¡Siempre hablando sobre los pobres, este Papa es un comunista!' No, ésta es una bandera del Evangelio, la pobreza sin ideología: los pobres están en el centro del Evangelio de Jesús".
Francisco consideró: "En este momento de la historia -continuó el Pontífice-, el hombre ha sido expulsado del centro, se ha deslizado hacia la periferia, y en el centro está el poder, está el dinero. En este mundo, los jóvenes son expulsados. Son expulsados los niños (no queremos niños, solo familias pequeñas), y son expulsados los ancianos: muchos de ellos mueren por una eutanasia oculta, porque la gente no los cuida", denunció.
Luego analizó la cruda realidad laboral de los adultos jóvenes y consideró: "En Italia, por ejemplo, el desempleo de los 25 años en adelante es casi del 50 %. Hemos entrado en una cultura del deshecho, lo que no sirve a esta globalización se desecha: los ancianos, los niños y los jóvenes".
Sin embargo, Francisco valoró su experiencia en Buenos Aires, donde se reunió y habló "con muchos jóvenes políticos", de diferentes ideologías, y que quedó "contento, porque hablan con una nueva música, un nuevo estilo de política".
Luego, el Papa confesó que comete errores: "Me he equivocado y me equivoco. Se dice que el ser humano es el único animal que tropieza dos veces en el mismo sitio. Los errores han sido grandes maestros de vida. No diría que he aprendido de todos mis errores: de algunos no, también soy testarudo. Pero he aprendido de muchos otros errores y esto me hace bien".
A poco más de un año de comenzar su papado, Francisco dijo estar "completamente feliz" y tener "una cierta paz interior, una paz grande" que atribuyó a "la edad" y al camino que ha recorrido: "En mi vida, e incluso ahora, he tenido siempre problemas, pero esta felicidad no se va con los problemas".
Para terminar, los jóvenes le consultaron si tenía alguna pregunta para ellos, a lo que el Papa inquirió: "¿Dónde está tu tesoro, en dónde descansa tu corazón? ¿Sobre cuál tesoro descansa tu corazón? Porque en donde está tu tesoro está tu vida. El corazón se apega al tesoro: puede ser el dinero o el orgullo, o la bondad, la belleza, el deseo de hacer el bien. Deben responderse a ustedes mismos, solos, en su casa. Gracias, les agradezco mucho y recen por mí".
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