Ante la amenaza mercadista, el movimiento nacional y popular necesita darse un gran debate interno.
Rudi Dornbusch, aquel personaje que propuso mudar la Casa Rosada a Wall Street, falleció en julio de 2002. Veinte días después y aprovechando la célebre cumbre de todos los agostos denominada "Summer camp" (summer = verano = agosto, mes cálido en la Argentina si los hay), sus discípulos del Plata lo despidieron con honores en la Universidad Di Tella. Carlos Rodríguez, del CEMA, ex viceministro de Economía de Menem, recordó viejas anécdotas compartidas por ambos en la Universidad de Chicago.
¡Relindo! Hablaron, entre otros patriotas, Pedro Pou, presidente del BCRA entre 1996 y 2001. Tómese nota de cómo este último, a la sazón principal impulsor de la dolarización absoluta de la economía nacional a finales de los '90, defendía la capitalización del país al felicitar en el mismo evento a los argentinos que fugando 130 mil millones de dólares al extranjero "supieron preservar su capital de la voracidad de los esquemas redistributivos de la riqueza". Pero el inolvidable "Summer camp" de 2002 no fue el primero de la serie. Su versión inaugural aconteció en 2001, y contó con la participación estelar del procesado Federico Sturzenegger, quien además de defender a capa y espada las políticas económicas de su jefe Domingo Cavallo, se refirió al Rodrigazo como la gran lección histórica de la cual "aprendimos a abrir nuestra economía". Las barbaridades lanzadas en ambas jornadas, incluida la propuesta de Rudi referida al comienzo, así como la emotiva despedida de sus alumnos, eran el lógico corolario de una nación administrada colonialmente, por funcionarios coloniales, durante casi 50 años (a excepción del brevísimo interregno '73-'74). Arrancábamos el nuevo siglo reducidos a casino bursátil, a decadente exportador de materias primas y próspero mercado para industrias foráneas. Descapitalizados y endeudados al extremo de la absoluta inviabilidad, dolarizados de facto y con tres cuartas partes de la población excluida del mapa, naufragaban nación y colonia por igual.
La evocación hasta aquí realizada y en calidad de introducción no es caprichosa. El mercadismo vuelve con todo y por todo. El fantasma de Dornbusch sobrevuela la República y los Di Tella boys reclaman el trono perdido. El movimiento nacional y popular no puede perder un segundo más en despabilarse y sacar de sí mismo las mejores medidas revolucionarias para el triunfo definitivo del pueblo argentino. El próximo 26 de febrero, un masivo y singular evento organizado por el vicegobernador de la provincia de Buenos Aires, Gabriel Mariotto, busca aportar en este sentido. Es que, o revolucionamos o fracasamos...
"LA BATALLA POR LA ARGENTINA". Este es el título de un artículo publicado por Dornbusch en coautoría con un economista "argentino" apellidado Caballero, de la argentinísima Universidad de Harvard. El paper tenía el sello del MIT y fue lanzado al mundo el 3 de marzo de 2002. Luego de una breve introducción en la que declaraba que "la Argentina está quebrada... económica, política y socialmente... Las instituciones no funcionan, el gobierno no es respetable, su cohesión social ha colapsado", nos exhortaba a "ser radicales". A tales fines proponía implementar un "programa de reconstrucción diseñado sobre tres pilares", uno de los cuales establecía que "(la Argentina) ... debe ceder transitoriamente su soberanía en el manejo de los asuntos financieros. La seguridad financiera es la clave desde donde debe crearse la estabilidad para empezar a pensar acerca de unas sanas finanzas públicas, el ahorro y la inversión".
Como seguramente advertirá el lector, los argumentos no han variado en 14 años (a decir verdad, son los mismos que los esgrimidos por Martínez de Hoz). Pero volvamos a Dornbusch y su reforma. ¿Cómo lograr pues seguridad para los mercados y los inversores? Respuesta: "El resto del mundo debe proveer ayuda financiera a la Argentina. Empero, esta debe efectivizarse sólo cuando la Argentina acepte una reforma radical y el control y la supervisión extranjera del gasto, la emisión y la administración de impuestos. Cualquier crédito externo debe ser encarado como puente que una la brecha entre las necesidades fiscales inmediatas y el inicio de un ciclo, en uno o dos años, en el cual las reformas radicales creen finanzas sustentables... Si el curso de los hechos continúa como hasta ahora, la emisión de dinero, lejos de resolver los problemas pendientes del caos financiero y del sector público, destruiría aun más las bases de la reconstrucción." ¡Y eso que se refería a la administración Duhalde!
"UN CONSEJO DE BANQUEROS CENTRALES" EXTRANJEROS. Al final del escrito, Dornbusch remataba: "La Argentina deberá reconocer humildemente que sin una masiva ayuda e intervención externa no podrá salir del desastre. ¿Qué clase de ayuda externa? Se deberá ir un poco más lejos del financiamiento... La Argentina debe abandonar buena parte del control soberano de su sistema monetario, fiscal, de regulación y activos por un período extenso, digamos cinco años... Específicamente, un consejo de banqueros centrales experimentados debería tomar el control de la política monetaria argentina. Esta solución aportaría mucha de la reputación y credibilidad de la Convertibilidad sin cargar con los costos de adoptar una política monetaria hecha a la medida de otro país, esto es, de la dolarización. Los nuevos pesos no deberían ser impresos en suelo argentino... Otro agente extranjero es necesario para verificar el desempeño fiscal y firmar los cheques de la nación a las provincias...". Pero el desfalco no estaría completo sin la adopción de una "masiva campaña de privatización de puertos, aduanas, y otras medidas claves para la productividad... Las medidas de desregulación en los sectores de comercio mayorista y de distribución son esenciales. Otros agentes externos experimentados deberían controlar estos procesos así como también asegurarse que ellos acaben bien para que luego los beneficios puedan ser compartidos por todos los argentinos, presentes y futuros..."
En fin, la Argentina como Sexto Dominio sólo puede ser creíble volviendo a la administración colonial que tanto añoran la "Massa de Enlace", el FMI y el conservadurismo británico (recomendamos al lector el reciente artículo de The Economist "The parable of Argentina"). Dornbusch concluía su libelo con el nuevo modelo económico que la pueblada de diciembre de 2001 terminó por frustrar: "Comprometiéndose con un plan claro y radical, la Argentina ofrecería una nueva apariencia, fresca y alentadora... Al mismo tiempo que el comité de conducción monetario se establezca se podría acelerar el paso a un nuevo plan de Convertibilidad temporal, digamos a dos pesos por dólar, sólo porque es el próximo número después del uno a uno. Flexibilizar el 'corralito' y dejar que el Fondo Monetario y otras instituciones financieras internacionales decidan a qué bancos ayudar y cómo, después de todo es su dinero".
EL RELATO MERCADISTA. ¿Acaso las recetas y líneas argumentativas de Dornbusch no son parte medular del relato neoliberal presente? Su "reforma radical" no sólo sigue vigente sino que vuelve en renovado frente: no hace falta ceder físicamente nada al extranjero, con Sergio Massa y equipo alcanza y sobra, es más sencillo y menos costoso. El extinto y excéntrico maestro de los Di Tella boys terminaba su hoja de ruta con una gran frase: "En el corazón de la crisis argentina hay un problema de falta de confianza como sociedad y en el futuro de la economía. Ningún grupo desea ceder a otro el poder para resolver los reclamos y arreglar el país. Alguien debe empuñar el poder con fuerza. Una dictadura no es probable ni deseable (¡¡sic!!)". La desfachatez de estos buenos muchachos nunca deja de sorprender. Ahora bien, que el imperialismo y aliados domésticos exprimieron todo lo que podían a los dictadores genocidas, eso es incuestionable. El golpe de Estado debe venir por otro lado, más precisamente y en nuestro país, por vía del mercado. En este sentido, el proceso desestabilizador de enero pudo haber sido contrarrestado, pero la "batalla por la Argentina" está en pleno ascenso.
"LA BATALLA POR LA ARGENTINA" EN EL TERCER PLENARIO DE POLÍTICAS PÚBLICAS DE BUENOS AIRES. Días atrás, el economista "argentino" Martín Krause, columnista habitual de La Nación, consejero académico de la Fundación Libertad y Progreso y miembro del ultraconservador CATO Institute –entidad clave en la intentona dolarizadora del año 2000–, escribió: "Cada tanto un gobierno se encuentra apremiado por rumores sobre su inminente colapso, y cada tanto, también, los rumores se confirman. Le ocurrió a Alfonsín en 1989 y a De la Rúa en 2001... En los casos antes mencionados, el derrumbe de la gobernabilidad estuvo vinculado con una seria crisis económica. En ambos, ocasionada por el abuso del gasto público... El fantasma de otra crisis sobrevuela al gobierno de Cristina Kirchner. ¿Puede ocurrir esto nuevamente? El principal termómetro de la situación son las reservas en dólares del BCRA, que el gobierno utiliza a gusto para gastar o pagar deuda. La autoridad monetaria posee actualmente unos US$ 28 mil millones, pero ha perdido US$ 1000 millones por mes en 2013 y acelera ese ritmo a US$ 2000 millones en 2014. ¿Significa esto que le quedan 14 meses? No. Ni toda esa suma es de libre disponibilidad ni el mercado espera hasta raspar el fondo del tacho". Sobrevuela, no ya el fantasma de otra crisis, sino el fantasma de Dornbusch.
El gran desafío del movimiento nacional y popular es darse un gran debate interno, que coloque a disposición de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner ideas y propuestas que neutralicen la amenaza mercadista a través de la profundización del camino iniciado en mayo de 2003. A eso nos abocaremos miles de argentinos y argentinas en el Tercer Plenario de Políticas Públicas organizado por la vicegobernación de la provincia de Buenos Aires, el próximo 26 de febrero en el Club Banfield. "Primero la Patria", reza su lema. Y que florezcan mil ideas revolucionarias y mil plenarios más, pues ciertamente, o revolucionamos o fracasamos...
Infonews
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