Decimonónica descendiente de un animal inmenso y poderoso de más de más de dos metros de altura, de cabeza larga y delgada y cuernos puntiagudos de los campos frisios de Holanda. Así empieza la mitología de la vaca lechera. En 1880, Julio Roca la introdujo en la Argentina desde Holanda y fueron afincadas en el norte de Córdoba, cerca de Pergamino y especialmente en Rosario. La primera fábrica de leche fue La Martona, de Don Vicente Casares en Cañuelas. Sin embargo, pese a sus simpáticas manchas tipo planisferio, su introducción en el país no fue fácil. En la séptima exposición nacional organizada por la Sociedad Rural Argentina, el gobierno holandés mandó a exponer 68 vacas lecheras a la que se las reconocía por su abundante producción láctea que luego quedó demostrada en los concursos de ordeñe. Después, llegó el lechero, su primer distribuidor, con la bebida volcada en bidones de cobre. Al escuchar el paso de sus caballos, la gente salía a la puerta de su casa con una botella de vidrio para pasteurizarla inmediata y artesanalmente, es decir, para hervirla, y beberla a unas horas de haber sido ordeñada. Pero, claro, pasó el tiempo.
En la actualidad, la cadena láctea argentina aporta el 1,8% del valor agregado bruto nacional según estimaciones de Cepal y el Ministerio de Economía Nacional (2007) y es la tercera de las cadenas agroalimentarias luego de la de la carne y la soja.
El 55% del abastecimiento de la leche proviene de pequeños y medianos tambos de las provincias de Córdoba (37%), Santa Fe (32%), Buenos Aires (25%), Entre Ríos y La Pampa que producen un máximo de 4.000 litros diarios, aproximadamente, cuyo mayor período de rendimiento es durante la primavera. Según el anuario 2013, preparado por la Fundación para la Promoción y el Desarrollo de la Cadena Láctea Argentina (Fun PEL), la industria lechera tiende a la reducción de tambos e incremento de la producción y la Argentina no quedó fuera de este proceso. En los últimos 24 años (1988–2012), la cantidad de tambos se redujo en un 60% aunque se presentó una desaceleración del proceso entre 2002 y 2012 en un 30% aproximadamente. La cantidad de vacas también disminuyó un 13%. Según el informe, esta problemática puede transformarse estratégicamente optimista en caso de que “se logre una mayor eficiencia de la crianza y recría, una menor cantidad de rechazos involuntarios y muertes, mayor longevidad y la utilización de tecnologías como el semen y embriones”. A su vez, aumentaron las vacas por hectáreas y de producción individual. Esta última, se incrementó cinco veces pasando de 551 en 1988 a 2.736 litros por día promedio por día. Uno de los factores es el cambio en la alimentación de las vacas. Una de las características que distinguió a la lechería argentina del mundo es la particularidad de que las vacas se alimentaban de alfalfa por pastoreo directo. Sin embargo, en la última década, hubo un cambio en la composición de la dieta lo que redujo la proporción de pasto aprovechado ya que aumentó la proporción de forrajes voluminosos conservados y de concentrados energéticos.
Errol Hughes es el presidente de la recientemente creada Cooperativa Colega Gaimán, conformada por diez productores de Chubut. “La cooperativa surgió en base a una necesidad que había, ya que teniendo una mediana producción de leche teníamos que encontrar la manera de comercializar formalmente un volumen importante de nuestros quesos”, dice Hughes, cuyo principal objetivo es instalar los quesos en los almacenes y en las grandes cadenas de supermercados. Según, Miguel Ángel Taverna, coordinador del Programa Nacional Estación Experimental Agropecuaria Rafaela, “los productores más chicos tienen que salir de la lógica industrial y fabricar productos que puedan tener mayor valor agregado y diferenciación en el mercado local que les permita diferenciarse respecto de los industriales porque les es muy difícil si no competir con empresas que manejan grandes escalas y tienen los procesos automatizados”. En la Argentina hay unos 11.500 tambos que generan 9.500 pesos de valor en bruto y más de mil firmas elaboradoras cuyo bruto anual está en los 14.300 millones de pesos.
El Craikense es una cooperativa de 85 años de antigüedad de la región cordobesa de James Craik que de mano de obra directa emplea a cien personas que procesan 220.000 litros diarios de leche proveniente de distintos tambos de la zona, muchos de los cuales son socios activos de la cooperativa. El 70% lo usan para producir queso y el 30% para leche. Más allá de la sequía y el calor de este verano, que hizo disminuir la producción de las vacas, Gustavo Casarín (coordinador de lácteos de la cooperativa), dice que “la principal problemática de este tipo de empresas es la cuestión financiera del país que ojalá pudiera ordenarse aunque pese a esta coyuntura hemos tenido un muy buen año”. Entre las dificultades del mercado local, Casarín menciona la “reacción leonina de los supermercados que pagan muy poco y la capacidad limitada de cantidad de productos que pueden comprar los almacenes”. Y agrega: “Por otro lado, probablemente nuestra calidad es hasta incluso mejor que la de las grandes marcas, pero para las pymes nos es difícil hacer un relevamiento de marketing para saber qué es lo que quiere la gente o si nuestras etiquetas están bien. Hay una cosa existencial de la pyme de querer competir con las fábricas grandes a priori, nos cuesta salir de esa lógica”. Siguiendo la idea propuesta por Taverna de que las pymes se dediquen a elaborar productos con mayor agregado, El Craikense está en la búsqueda del queso nacional. Más allá del Mar del Plata o el Goya, argentina no tiene sus variedades de queso típico muy desarrolladas como sí existen en Francia o en Italia. “Acá hay muy buenos quesos aunque no tengamos mucha variedad, que quizás se deba a la dispersión geográfica y al tamaño del país que tenemos. Pero, la cooperativa, junto a otras instituciones, formamos el cluster de Villa María y estamos investigando la posibilidad de hacer un queso típico de Villa María que nos identifique como región con un tipo de fermentación exclusiva con leche de una cuenca importante de acá”.
En la actualidad, la cadena láctea argentina aporta el 1,8% del valor agregado bruto nacional según estimaciones de Cepal y el Ministerio de Economía Nacional (2007) y es la tercera de las cadenas agroalimentarias luego de la de la carne y la soja.
El 55% del abastecimiento de la leche proviene de pequeños y medianos tambos de las provincias de Córdoba (37%), Santa Fe (32%), Buenos Aires (25%), Entre Ríos y La Pampa que producen un máximo de 4.000 litros diarios, aproximadamente, cuyo mayor período de rendimiento es durante la primavera. Según el anuario 2013, preparado por la Fundación para la Promoción y el Desarrollo de la Cadena Láctea Argentina (Fun PEL), la industria lechera tiende a la reducción de tambos e incremento de la producción y la Argentina no quedó fuera de este proceso. En los últimos 24 años (1988–2012), la cantidad de tambos se redujo en un 60% aunque se presentó una desaceleración del proceso entre 2002 y 2012 en un 30% aproximadamente. La cantidad de vacas también disminuyó un 13%. Según el informe, esta problemática puede transformarse estratégicamente optimista en caso de que “se logre una mayor eficiencia de la crianza y recría, una menor cantidad de rechazos involuntarios y muertes, mayor longevidad y la utilización de tecnologías como el semen y embriones”. A su vez, aumentaron las vacas por hectáreas y de producción individual. Esta última, se incrementó cinco veces pasando de 551 en 1988 a 2.736 litros por día promedio por día. Uno de los factores es el cambio en la alimentación de las vacas. Una de las características que distinguió a la lechería argentina del mundo es la particularidad de que las vacas se alimentaban de alfalfa por pastoreo directo. Sin embargo, en la última década, hubo un cambio en la composición de la dieta lo que redujo la proporción de pasto aprovechado ya que aumentó la proporción de forrajes voluminosos conservados y de concentrados energéticos.
Errol Hughes es el presidente de la recientemente creada Cooperativa Colega Gaimán, conformada por diez productores de Chubut. “La cooperativa surgió en base a una necesidad que había, ya que teniendo una mediana producción de leche teníamos que encontrar la manera de comercializar formalmente un volumen importante de nuestros quesos”, dice Hughes, cuyo principal objetivo es instalar los quesos en los almacenes y en las grandes cadenas de supermercados. Según, Miguel Ángel Taverna, coordinador del Programa Nacional Estación Experimental Agropecuaria Rafaela, “los productores más chicos tienen que salir de la lógica industrial y fabricar productos que puedan tener mayor valor agregado y diferenciación en el mercado local que les permita diferenciarse respecto de los industriales porque les es muy difícil si no competir con empresas que manejan grandes escalas y tienen los procesos automatizados”. En la Argentina hay unos 11.500 tambos que generan 9.500 pesos de valor en bruto y más de mil firmas elaboradoras cuyo bruto anual está en los 14.300 millones de pesos.
El Craikense es una cooperativa de 85 años de antigüedad de la región cordobesa de James Craik que de mano de obra directa emplea a cien personas que procesan 220.000 litros diarios de leche proveniente de distintos tambos de la zona, muchos de los cuales son socios activos de la cooperativa. El 70% lo usan para producir queso y el 30% para leche. Más allá de la sequía y el calor de este verano, que hizo disminuir la producción de las vacas, Gustavo Casarín (coordinador de lácteos de la cooperativa), dice que “la principal problemática de este tipo de empresas es la cuestión financiera del país que ojalá pudiera ordenarse aunque pese a esta coyuntura hemos tenido un muy buen año”. Entre las dificultades del mercado local, Casarín menciona la “reacción leonina de los supermercados que pagan muy poco y la capacidad limitada de cantidad de productos que pueden comprar los almacenes”. Y agrega: “Por otro lado, probablemente nuestra calidad es hasta incluso mejor que la de las grandes marcas, pero para las pymes nos es difícil hacer un relevamiento de marketing para saber qué es lo que quiere la gente o si nuestras etiquetas están bien. Hay una cosa existencial de la pyme de querer competir con las fábricas grandes a priori, nos cuesta salir de esa lógica”. Siguiendo la idea propuesta por Taverna de que las pymes se dediquen a elaborar productos con mayor agregado, El Craikense está en la búsqueda del queso nacional. Más allá del Mar del Plata o el Goya, argentina no tiene sus variedades de queso típico muy desarrolladas como sí existen en Francia o en Italia. “Acá hay muy buenos quesos aunque no tengamos mucha variedad, que quizás se deba a la dispersión geográfica y al tamaño del país que tenemos. Pero, la cooperativa, junto a otras instituciones, formamos el cluster de Villa María y estamos investigando la posibilidad de hacer un queso típico de Villa María que nos identifique como región con un tipo de fermentación exclusiva con leche de una cuenca importante de acá”.
Buena leche. En la actualidad se producen 11.300 millones de litros de leche anuales que ayudan a abastecer muy bien el mercado interno. Ese mercado consume, en forma de distintos productos lácteos, el equivalente a 210 litros por persona de leche por año (un número que duplica el promedio anual de consumo). El 70% de la producción nacional de leche va al mercado interno y un 30% está destinado a la exportación. Este año se espera llegar a producir 14.500 millones de litros anuales.
Según datos de la Subsecretaría de Lechería que depende del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación, en 2013, el valor de las exportaciones aumentó un 7,2%, liderado por la leche en polvo entera, con un 43% de participación en el total de exportaciones.
Los principales países a los que la Argentina exporta leche son Brasil (24%), Venezuela (18%), Argelia (13%) y China y Rusia con el mismo 7%. El 31% restante se divide entre 103 países, entre los que la exportación a Chile demostró una suba importante con 50,1 millones de litros, valorizados en 32,3 millones de dólares, que representaron un crecimiento del 65,5% en valor respecto de diciembre de 2012, con un precio promedio de 6,44 centavos de dólar por litro, según información de Exporlac.
Además, en 2013, la Argentina comenzó a exportar leches infantiles y en polvo al mercado chino, que abrió el juego para exportar leches larga vida en envases pequeños y de un litro, con tapa a rosca, con el objetivo de venderle a este país (cuya clase media en 2020 alcanzará el 50%) entre 30 y 40 millones de toneladas de productos. “Detrás de este crecimiento, desde el punto de vista de los destinos de los productos, está la consolidación de Emiratos como segundo lugar de exportación en importancia, al crecer desde los 4,5 millones de dólares a 33,3 millones y el haber quintuplicado las exportaciones a China”, destacó Guillermo Iturriaga, presidente de Exporlac.
El Craikense fue una de las productoras exportadoras privilegiadas en estos acuerdos. “Fundamentalmente, trabajamos para abastecer al mercado interno aunque este año, por fin, logramos juntar todos los papeles para conseguir la habilitación para exportar. De hecho, ya hemos exportado leche en polvo a China, acuerdo que querríamos sistematizar y también empezar a vender en África”, dice Casarín.
Según un informe del International Farm Comparison Network (IFCN), la Argentina es uno de los países con el costo de producción de la leche más bajo de las cinco regiones que dominan el mercado internacional de lácteos (Nueva Zelanda, la Unión Europea, los Estados Unidos, Australia y Argentina), lo que nos hace contar con ventajas comparativas excepcionales frente a otros países. Según el informe de Fun PEL, “el bajo costo de producción se debe a la necesidad de los productores de ajustar sus costos al precio de la leche recibido”. Para lograr esto, el clima templado y los regímenes de lluvia de las zonas productivas contribuyen al crecimiento de pastura y cultivos forrajeros. “El precio del litro que se le paga al productor oscila entre los 2,4 y 2,5 pesos, que es el que se paga como valor de referencia a nivel nacional. Si a ese precio, hoy por hoy, se lo compara internacionalmente, da menos de 0,30 centavos de dólar, que es uno de los más bajos que se está pagando. Luego, sí hay un incremento muy importante de ese valor que son de los productos que llegan a góndolas”, explica Taverna. El productor Hughes, afirma esta realidad con su experiencia: “Es muy poco lo que se le paga al tambero. Tendríamos que estar cobrando 4 pesos para que anden bien, pero estamos haciendo un esfuerzo. Tenemos que mejorar la venta y la llegada al cliente y ver si podemos pagarle al productor lo que corresponde y a la vez aumentar la producción a un número que le convenga al tambero y a la cooperativa para mejorar los números”. Hoy son 23 productos lácteos los que forman parte del acuerdo de precios cuidados entre los que se encuentran seis presentaciones de leche fluida, cuyos precios oscilan entre los 6,90 y los 9 pesos, dos leches en polvo, dos mantecas, cuatro quesos duros, rallados y untables, seis postres y un yogur con cereales.
Según datos de la Subsecretaría de Lechería que depende del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación, en 2013, el valor de las exportaciones aumentó un 7,2%, liderado por la leche en polvo entera, con un 43% de participación en el total de exportaciones.
Los principales países a los que la Argentina exporta leche son Brasil (24%), Venezuela (18%), Argelia (13%) y China y Rusia con el mismo 7%. El 31% restante se divide entre 103 países, entre los que la exportación a Chile demostró una suba importante con 50,1 millones de litros, valorizados en 32,3 millones de dólares, que representaron un crecimiento del 65,5% en valor respecto de diciembre de 2012, con un precio promedio de 6,44 centavos de dólar por litro, según información de Exporlac.
Además, en 2013, la Argentina comenzó a exportar leches infantiles y en polvo al mercado chino, que abrió el juego para exportar leches larga vida en envases pequeños y de un litro, con tapa a rosca, con el objetivo de venderle a este país (cuya clase media en 2020 alcanzará el 50%) entre 30 y 40 millones de toneladas de productos. “Detrás de este crecimiento, desde el punto de vista de los destinos de los productos, está la consolidación de Emiratos como segundo lugar de exportación en importancia, al crecer desde los 4,5 millones de dólares a 33,3 millones y el haber quintuplicado las exportaciones a China”, destacó Guillermo Iturriaga, presidente de Exporlac.
El Craikense fue una de las productoras exportadoras privilegiadas en estos acuerdos. “Fundamentalmente, trabajamos para abastecer al mercado interno aunque este año, por fin, logramos juntar todos los papeles para conseguir la habilitación para exportar. De hecho, ya hemos exportado leche en polvo a China, acuerdo que querríamos sistematizar y también empezar a vender en África”, dice Casarín.
Según un informe del International Farm Comparison Network (IFCN), la Argentina es uno de los países con el costo de producción de la leche más bajo de las cinco regiones que dominan el mercado internacional de lácteos (Nueva Zelanda, la Unión Europea, los Estados Unidos, Australia y Argentina), lo que nos hace contar con ventajas comparativas excepcionales frente a otros países. Según el informe de Fun PEL, “el bajo costo de producción se debe a la necesidad de los productores de ajustar sus costos al precio de la leche recibido”. Para lograr esto, el clima templado y los regímenes de lluvia de las zonas productivas contribuyen al crecimiento de pastura y cultivos forrajeros. “El precio del litro que se le paga al productor oscila entre los 2,4 y 2,5 pesos, que es el que se paga como valor de referencia a nivel nacional. Si a ese precio, hoy por hoy, se lo compara internacionalmente, da menos de 0,30 centavos de dólar, que es uno de los más bajos que se está pagando. Luego, sí hay un incremento muy importante de ese valor que son de los productos que llegan a góndolas”, explica Taverna. El productor Hughes, afirma esta realidad con su experiencia: “Es muy poco lo que se le paga al tambero. Tendríamos que estar cobrando 4 pesos para que anden bien, pero estamos haciendo un esfuerzo. Tenemos que mejorar la venta y la llegada al cliente y ver si podemos pagarle al productor lo que corresponde y a la vez aumentar la producción a un número que le convenga al tambero y a la cooperativa para mejorar los números”. Hoy son 23 productos lácteos los que forman parte del acuerdo de precios cuidados entre los que se encuentran seis presentaciones de leche fluida, cuyos precios oscilan entre los 6,90 y los 9 pesos, dos leches en polvo, dos mantecas, cuatro quesos duros, rallados y untables, seis postres y un yogur con cereales.
Leche hervida. La industria láctea ocupa el cuarto lugar en el ranking de mayor empleo representando un 7% del total entre 124 actividades económicas en el país con un multiplicador de 6,1, es decir que, por cada puesto en la industria, se generan 6,1 empleos en el total de la cadena de valor.
Según el estudio de Fun PEL realizado a 302 personas que trabajan en tambos de la localidad de Santa Fe y Córdoba, el 90% de ellos no había terminado el secundario. Y el 53% tenía menos de dos años en el puesto, porcentaje que se relaciona con la percepción negativa de la actividad en la que el 58% no recomendaría esta actividad a sus propios hijos. “Hay muchas dificultades para conseguir mano de obra buena, responsable y capacitada. Queda mucho por hacer en pos de la calidad de vida de los trabajadores de los tambos e incrementar el número. El problema es que la actividad requiere vivir en el campo y hoy la tendencia es hacia la urbanización. En el campo, las condiciones de vida y trabajo son complicadas, por eso también hay mucha rotación de gente”, dice Taverna, quien cree que el problema de los recursos humanos es uno de los más graves del sector.
Una de las maneras de reclutar de personal se hace a través de los clasificados de los diarios zonales, como también de los portales de Internet como tamboargentino.com en el que se mezclan noticias del sector, el pronóstico del tiempo y leyendas como la de El Familiar, el demonio que aparece con forma de perro gigantesco negro, sin cabeza que arrastra una pesada cabeza por los cañaverales o como una víbora negra con pelos, que habiendo hecho un acuerdo con el dueño de alguna fábrica, tiene permitido comerse a algunos peones para que la industria tenga un año próspero.
En el foro aparecen anuncios como estos, todos ellos con el (sic) correspondiente e imprescindible: “Tengo 23 años soy Entrerriano, soltero y busco trabajo como peón de tambo o trabajo con animales. Con cierta experiencia, voluntad y muchas ganas de seguir aprendiendo! Actualmente trabajo en un tambo de 300Vc en ordeñe en Córdoba (busco algo económicamente mejor) Sólo pido buen trato y buenas condiciones de trabajo”. “Me ofresco como tambero, se inseminar. Mi señora y yo tenemos cecundario completo.hace 5 año q somos tamberos. hago pata sabemos de guechera. pre parto. se manejar el pasto”. “Hola busco trabajo como ayudante de tambero micero o cualquier otro trabajo referente al campo si es posible al sur de Córdoba”.
Según el estudio de Fun PEL realizado a 302 personas que trabajan en tambos de la localidad de Santa Fe y Córdoba, el 90% de ellos no había terminado el secundario. Y el 53% tenía menos de dos años en el puesto, porcentaje que se relaciona con la percepción negativa de la actividad en la que el 58% no recomendaría esta actividad a sus propios hijos. “Hay muchas dificultades para conseguir mano de obra buena, responsable y capacitada. Queda mucho por hacer en pos de la calidad de vida de los trabajadores de los tambos e incrementar el número. El problema es que la actividad requiere vivir en el campo y hoy la tendencia es hacia la urbanización. En el campo, las condiciones de vida y trabajo son complicadas, por eso también hay mucha rotación de gente”, dice Taverna, quien cree que el problema de los recursos humanos es uno de los más graves del sector.
Una de las maneras de reclutar de personal se hace a través de los clasificados de los diarios zonales, como también de los portales de Internet como tamboargentino.com en el que se mezclan noticias del sector, el pronóstico del tiempo y leyendas como la de El Familiar, el demonio que aparece con forma de perro gigantesco negro, sin cabeza que arrastra una pesada cabeza por los cañaverales o como una víbora negra con pelos, que habiendo hecho un acuerdo con el dueño de alguna fábrica, tiene permitido comerse a algunos peones para que la industria tenga un año próspero.
En el foro aparecen anuncios como estos, todos ellos con el (sic) correspondiente e imprescindible: “Tengo 23 años soy Entrerriano, soltero y busco trabajo como peón de tambo o trabajo con animales. Con cierta experiencia, voluntad y muchas ganas de seguir aprendiendo! Actualmente trabajo en un tambo de 300Vc en ordeñe en Córdoba (busco algo económicamente mejor) Sólo pido buen trato y buenas condiciones de trabajo”. “Me ofresco como tambero, se inseminar. Mi señora y yo tenemos cecundario completo.hace 5 año q somos tamberos. hago pata sabemos de guechera. pre parto. se manejar el pasto”. “Hola busco trabajo como ayudante de tambero micero o cualquier otro trabajo referente al campo si es posible al sur de Córdoba”.
Mala leche. Gabriela tiene intolerancia a la lactosa, una deficiencia enzimática que puede producir dificultad en la digestión, hinchazón intestinal y diarrea tras la ingesta de productos lácteos. Pero no lo supo por diez años. Se sentía cansada, le dolía la panza, pero los médicos le decían que era estrés. Hasta que un día fue a ver a un gastroenterólogo que, con dos estudios muy sencillos –en una de las pruebas le dieron a ingerir lactosa y le tomaron pequeñas muestras de sangre en la que se iba viendo cómo evolucionaba la glucosa, y en la otra, con un aspirado de hidrógeno le medían la cantidad de hidrógeno que exhalaba después de haber consumido lactosa–, pudo determinar el verdadero problema que la hacía sentir pesada y cansada hacía tanto tiempo. “Después de ese resultado, mi vida cambió porque me empecé a sentir mejor, no me sentía pesada ni con retorcijones. Simplemente, suprimiendo los lácteos a lo menos posible mejorás de manera notable”, dice. Pero suprimir los lácteos no es tan simple como parece, al menos no en la Argentina. Por eso, en 2010, decidió crear el grupo de Facebook Por más productos bajos en lactosa. “La página surgió porque hay un faltante de productos bajos en lactosa en el país. Las grandes empresas, como La Serenísima, sólo tienen leche entera y descremada bajas en lactosa y yo llamé varias veces, pero no tiene en sus planes producir más productos. Nuestra idea principal es que se conozca la problemática y que a futuro se puedan producir alimentos bajos en lactosa como existe en la mayoría de los países centrales. No es tan complicada la elaboración, es una hidrólisis a la leche. Es un paso más, no es tan engorroso para una empresa que ya produce lácteos”, dice Gabriela.
En la página, los usuarios (328 al cierre de esta nota) van subiendo información de los productos que no contienen lactosa y poco a poco entre todos van armando una base de datos. “En la Argentina se comercializan suplementos enzimáticos como gotas o pastillas que contienen lactosa que se toman antes de consumir lácteos y facilitan su digestión. Esto ayuda, pero no es lo ideal, lo ideal es que haya quesos bajos en lactosa porque tampoco hay conciencia en la sociedad. A veces, pedís una tarta de verdura y cuando la cortan te dicen que no tiene lácteos, pero después tiene ricota, queso o salsa blanca. Usamos mucho los lácteos”, comenta. En esta etapa, la difusión de esta problemática es muy importante también para el ámbito médico. “Es muy difícil encontrar estadísticas o información, porque como es una deficiencia que no produce riesgos graves a la salud también desde el cuerpo médico no le dan demasiada importancia. La intolerancia de lactosa no tiene riesgos serios si uno consume una dieta variada y puede mantener los niveles de calcio”, dice Gabriela.
Para la nutricionista Silvia García, coordinadora de la carrera de Nutrición de la Facultad de Medicina de la Universidad de La Plata y secretaria del Tribunal de Disciplina del Colegio de Nutricionistas, el tema de la leche es un asunto delicado, porque se trata de “un alimento importante en nuestra cultura, que nutricionalmente es una fuente de calcio, de proteínas completas, de riboflavina y de vitamina D, entre otros nutrientes”. Sin embargo, considera que “en el último tiempo hay un número considerable de trabajos de investigación sobre cáncer y consumo de leche. La evidencia sugiere que los factores nutricionales contribuyen a determinados tipos de cáncer ya que la leche contiene numerosas sustancias que podrían afectar el riesgo y la progresión de esta enfermedad. El cáncer resulta de múltiples eventos genéticos y epigenéticos, por lo cual no es nada sencillo demostrar un efecto específico de nutrientes u otros componentes de los alimentos sobre el cáncer humano. La evidencia epidemiológica sugiere consistentemente que la ingesta de leche protege contra el cáncer colorrectal. Los suplementos de calcio han demostrado reducir el riesgo de recurrencia de pólipos adenomatosos. El alto consumo de calcio de alimentos y de suplementos se ha asociado con mayor riesgo de cáncer de próstata avanzado. Los resultados de estudios epidemiológicos que examinan la relación entre la ingesta de productos lácteos y de la mama o el riesgo de cáncer de ovario no son consistentes. Por el momento, las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud y de las Asociaciones Científicas no se han modificado. No hay evidencias suficientes. En cambio, sí hay muchas evidencias de numerosos beneficios sobre la salud”.
En la página, los usuarios (328 al cierre de esta nota) van subiendo información de los productos que no contienen lactosa y poco a poco entre todos van armando una base de datos. “En la Argentina se comercializan suplementos enzimáticos como gotas o pastillas que contienen lactosa que se toman antes de consumir lácteos y facilitan su digestión. Esto ayuda, pero no es lo ideal, lo ideal es que haya quesos bajos en lactosa porque tampoco hay conciencia en la sociedad. A veces, pedís una tarta de verdura y cuando la cortan te dicen que no tiene lácteos, pero después tiene ricota, queso o salsa blanca. Usamos mucho los lácteos”, comenta. En esta etapa, la difusión de esta problemática es muy importante también para el ámbito médico. “Es muy difícil encontrar estadísticas o información, porque como es una deficiencia que no produce riesgos graves a la salud también desde el cuerpo médico no le dan demasiada importancia. La intolerancia de lactosa no tiene riesgos serios si uno consume una dieta variada y puede mantener los niveles de calcio”, dice Gabriela.
Para la nutricionista Silvia García, coordinadora de la carrera de Nutrición de la Facultad de Medicina de la Universidad de La Plata y secretaria del Tribunal de Disciplina del Colegio de Nutricionistas, el tema de la leche es un asunto delicado, porque se trata de “un alimento importante en nuestra cultura, que nutricionalmente es una fuente de calcio, de proteínas completas, de riboflavina y de vitamina D, entre otros nutrientes”. Sin embargo, considera que “en el último tiempo hay un número considerable de trabajos de investigación sobre cáncer y consumo de leche. La evidencia sugiere que los factores nutricionales contribuyen a determinados tipos de cáncer ya que la leche contiene numerosas sustancias que podrían afectar el riesgo y la progresión de esta enfermedad. El cáncer resulta de múltiples eventos genéticos y epigenéticos, por lo cual no es nada sencillo demostrar un efecto específico de nutrientes u otros componentes de los alimentos sobre el cáncer humano. La evidencia epidemiológica sugiere consistentemente que la ingesta de leche protege contra el cáncer colorrectal. Los suplementos de calcio han demostrado reducir el riesgo de recurrencia de pólipos adenomatosos. El alto consumo de calcio de alimentos y de suplementos se ha asociado con mayor riesgo de cáncer de próstata avanzado. Los resultados de estudios epidemiológicos que examinan la relación entre la ingesta de productos lácteos y de la mama o el riesgo de cáncer de ovario no son consistentes. Por el momento, las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud y de las Asociaciones Científicas no se han modificado. No hay evidencias suficientes. En cambio, sí hay muchas evidencias de numerosos beneficios sobre la salud”.
Miradas al Sur
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