domingo, 23 de junio de 2013
Sinceramiento y polarizacion Por Francisco Balázs fbalazs@miradasalsur.com
Los cierres de las candidaturas opositoras, muestra del rejunte conservador para enfrentar al kirchnerismo.
La prolongada indefinición de la candidatura de Sergio Massa concentró la atención de sus potenciales aliados y de los medios hegemónicos, llegando a desproporciones de erigirlo como el candidato a suceder en 2015 a Cristina Fernández de Kirchner. El diario La Nación, en su versión digital, fue el primer medio que adelantó ayer la decisión de Massa de ser candidato. Las apresuradas conclusiones consignaban una de las estrategias que ya empiezan a jugar los medios opositores: “Si Massa logra un triunfo por sobre el candidato del Frente para la Victoria, el kirchnerismo vería peligrar definitivamente su proyecto reeleccionista”.
La dilatada decisión de Massa es solamente comparable al proceso de eterna espera que produjo el balbuceante Carlos Reutemann cuando también era la esperanza de los sectores conservadores de convertirse en candidato del Partido Justicialista para las elecciones presidenciales en 2003. A diferencia del corredor de Fómula 1, Massa jugó y descolocó a los que pretendían colgarse de su candidatura, tal vez esta haya sido parte de su estrategia de último momento para no verse sometido a adicionales presiones de sumar candidatos no deseados, o convenientes en esta instancia.
Cada movimiento de Massa y las declaraciones de su “tropa” fueron seguidos día a día durante las últimas semanas, manteniendo en vilo la atención de la mediática agenda política nacional en torno a este hombre joven y esquivo, que desde el año pasado aparece, sorprendentemente, encabezando en diferentes encuestas los primeros puestos de imagen positiva en la provincia de Buenos Aires.
El fenómeno de creciente instalación de Sergio Massa en la agenda mediática se podría traducir más en urgencias ajenas que las del propio Massa. En primer lugar, el fracaso de la derecha que esperaba, una vez mas, que Daniel Scioli rompiera con el kirchnerismo convirtiéndose en el líder opositor; luego por la necesidad imperiosa del partido mediático de construir y disponer de un candidato con posibilidades de disputarle poder real y simbólico al kirchnerismo y, por último, la demanda de los espacios de derecha y del peronismo opositor que no tienen un candidato en territorio bonaerense, que rogaban por una definición de Massa que los sacara de la orfandad que los enfrenta a sus precarias estructuras partidarias y a disponer de candidatos con presencia territorial. La impericia política de Mauricio Macri, otra de las esperanzas conservadoras, lo llevó al fracaso de construir alianzas para competir airosamente en la provincia, allanando el camino de Massa para quedarse con el voto de la derecha bonaerense. Seguramente, quien también se verá afectado por la decisión de Massa sea Francisco de Narváez, que consolidó los votos de la derecha en 2009, y que milagrosamente, todavía dispone de un caudal no menor e intención de voto.
El triunfo del silencio. El buen posicionamiento de un dirigente político, al menos traducido en encuestas de opinión, herramienta determinante en dichas construcciones, debería estar signado por transmitir una clara posición respecto de los grandes debates que atraviesa la sociedad, a los futuros desafíos que debe enfrentar, y a ofrecer alternativas superadoras que el determinado momento histórico presente. La aceptación popular, o su rechazo, darían sustento a lo que luego las particulares formas de medición de imagen positiva reflejarían, dejando de lado la deconstrucción de los elementos que componen el potencial simbólico que el concepto “imagen positiva”. Entre los atributos que en la modernidad configuran la imagen positiva, se destacará el de la prescindencia de opiniones fuertes. La moderación, virtud excluyente y artificiosa del conservadurismo, premia a quienes tramiten los grandes conflictos sin conflictividad. Se premiara al silencioso, al esquivo o al murmurante. En esa dirección es comprensible el fenómeno Massa. Hace más de dos años que Sergio Massa no emite declaraciones públicas acerca de los grandes temas que se están debatiendo en el país. De un candidato que mide tan alto en las encuestas se esperarían definiciones, o al menos una insinuación de opinión sobre el accionar, por ejemplo, del Grupo Clarín y de sus socios, de la Ley de Medios frenada hace cuatro años, de la causa Papel Prensa, de las solicitadas extorsivas de la Asociación Empresaria Argentina (AEA) que reúne al gran capital concentrado, encabezados por Techint y el Grupo Clarín, de las presiones de los grupos devaluacionistas del sector agroexportador concentrando y del sistema financiero, del proyecto de reforma del Poder Judicial, del uso de reservas del Banco Central para el pago de compromisos externos, de si se debería regresar, o no, al mercado de capitales y tomar deuda, del sistema impositivo, de la inflación y su solución, de la presencia del Estado en la economía, de la Asignación universal por hijo, del lockout de las patronales camperas, del proceso de sojización descontrolado, de la integración regional, política y comercial. En fin, de algo de todo esto, ni una palabra.
La “tropa” de Massa. El respaldo político de Massa dentro de la provincia de Buenos Aires se limita a un poco más de una docena de intendentes, es decir menos del diez por ciento del total de las 135 intendencias de toda la provincia. Entre ellos se encuentra Darío Giustozzi, intendente de Almirante Brown, elegido por el Frente para la Victoria y todavía cercano al kirchnerismo. Giustozzi será el segundo candidato en la lista del Frente Renovador, seguido por la periodista del Grupo Clarín Mirta Tundis, y en algún lugar de la lista quedaría el inclasificable Felipe Solá. Giustozzi fue la cara visible del grupo cercano a Massa que estableció públicamente un claro límite cuando se especulaba un acuerdo con el PRO: “El Frente tiene que ser una opción superadora del kirchnerismo. Para mí no hay fin de ciclo, hay ciclo permanente de desarrollo con cambios, con plena vigencia de las instituciones y democracia en todos los aspectos. Los extremos, el fundamentalismo, nos ponen al borde del precipicio”, aseguró Giustozzi días atrás por Radio Mitre. El resto de sus principales aliados son los intendentes Jesús Cariglino, de Malvinas Argentinas, José Esever, de Olavarría, Joaquín de la Torre, de San Miguel, Gilberto Alegre, de General Villegas. Pide pista en el Frente Renovador Gustavo Posse, intendente de San Isidro.
Queda claro que la decisión de encabezar la lista de diputados enfrentando al Frente para la Victoria no reside en el apoyo de propias estructuras orgánicas partidarias sino de la exitosa construcción e instalación mediática opositora reflejada en las encuestas que manejaron en su entorno hasta último momento.
Es muy factible que el propio Massa, más allá de sus propias ambiciones y especulaciones, sea víctima de las desesperadas presiones que se ejercieron sobre la definición de su candidatura. También es posible que sus tiempos hayan sido violentados por urgencias ajenas. Los argumentos de presión apuntaban a que si no se presentaba como candidato, su futuro se complicaba por no demostrarse opositor al gobierno nacional, perdiendo el tren de la Presidencia para siempre. Las especulaciones y manipulaciones sobre una candidatura mediática nunca llegaron a niveles tan brutales. De todas maneras, la forma de tramitar esas presiones demostrarán la capacidad del intendente de Tigre para futuras y mayores presiones que se le presentarán si pretende jugar en las grandes ligas y competir en el 2015, sea como candidato a gobernador de la provincia de Buenos Aires, o como Presidente de la Nación. Mientras tanto, se espera que, en algún momento, se escuche la palabra del gran candidato.
23/06/13 Miradas al Sur
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