lunes, 17 de junio de 2013

La inseguridad como coartada Por Jorge Muracciole

Se hace difícil comprender que en ocasiones lo familiar se convierte en siniestro, como escribió Sigmund Freud. El martes pasado, según el titular de Clarín, encabezando la página 7 como parte de una amplia cobertura que ocupó la tapa de esa edición y cinco de sus primeras páginas, destacaba "las redes sociales sacudidas por la conmoción y la bronca". La portada era compartida con un titular que daba cuenta de la aparición del cuerpo de Ángeles Rawson en un basural con una gran foto de compañeras y amiguitas de la joven asesinada, con un destacado: "Nos merecemos un país sin más Ángeles. El incesante martillar informativo de los medios audiovisuales centraba la principal hipótesis en un secuestro con violación. Ante la aparición del cuerpo de la desafortunada adolescente, las redes fueron invadidas por mensajes que mezclaban las condolencias a la familia, el horror por el cruel asesinato, con duras críticas al gobierno por la inseguridad. Entre los cientos de mensajes, la opositora itinerante Patricia Bullrich twiteó: "el horror asesinato y violación de Ángeles Rawson nos interpela sobre la necesidad de construir en serio una respuesta a la inseguridad"; entre el desahogo twitero había quienes afirmaban "qué vergüenza formar parte de un país al que le da lo mismo tu vida" o "la inseguridad otra muestra de que no es una sensación". A horas de la aparición del cadáver de la joven, el escenario de paranoia colectiva ya estaba instalado, y seguía reforzándose con las hipótesis periodísticas y las entrevistas a la madre de Ángeles y al histriónico padrastro que accedía a los medios con un discurso legitimado socialmente, reafirmando la hipótesis del malviviente que acecha al desguarnecido ámbito familiar. Con la narración televisiva de una tragedia de la cual no está exenta ninguna familia bien nacida, la hipótesis del asesino externo, del malhechor que nos acecha, se constituyó en una suerte de "dato objetivo de la realidad". En esta suerte de menjunje conceptual sobre el recurrente tema de la inseguridad, sería conveniente separar la paja del trigo, haciendo hincapié en los trabajos investigativos de los estudiosos del tema que contradicen ese extendido sentido común formateado por el incesante repiquetear de los medios de comunicación. Penalistas con el prestigio del Juez Zaffaroni en distintas oportunidades han declarado que en muchos de los hechos que la opinión pública considera forman parte de un caso de inseguridad, teminan siendo delitos de corte sentimental de cónyuges o ex parejas en estado de enajenación o, como el caso Belsunce, hechos cuyo móvil está ligado a cuestiones patrimoniales. En otros muchos casos las muertes que engordan las estadísticas son por riñas motivadas por conflictos entre vecinos. Lamentablemente para los apologistas de la inseguridad y la mano dura, la investigación a partir del jueves toma un giro impensado para esas miradas maniqueas que dividen al universo social entre las personas decentes y los malvivientes a exterminar. La muerte de Ángeles, según los peritajes, no fue producto de un secuestro extorsivo, o el accionar de un violador serial, o de una red de trata de blancas, sino que su muerte según las pericias se produjo en el interior del edificio donde convivía con su madre, su padrastro y sus hermanos. La opinión pública –como en el caso Candela– ha estado pendiente de los canales de noticias, quienes instalan un escenario que atraviesa las rutinas de los televidentes, los atrapa en la avidez de novedades y los fija a una vorágine de especulaciones periodísticas que intentan en tiempo récord resolver el asesinato de Ángeles Rawson más allá del resultado de los ADN en proceso de laboratorio, o las contradicciones de las indagatorias judiciales. Lo cierto es que en una sociedad donde la paranoia mediática penetra en el sentido común de significativos sectores de la población, se hace difícil comprender que en ocasiones lo familiar se convierte en siniestro, como expresó en sus escritos Sigmund Freud allá a lo lejos, en 1919. Estar abierto a la comprensión de las complejidades de las sociedades contemporáneas permite entender la posibilidad de que la inseguridad pueda ser utilizada como coartada cuando uno menos lo espera. 16/06/13 Tiempo Argentino

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