domingo, 9 de junio de 2013
“La comparación con la Alemania pre-nazi es un disparate total” Por Guillermo E. Pintos cultura@miradasalsur.com
Gustavo Santaolalla. Volvió a tocar con Bajofondo y se preguntó: “¿qué estuve haciendo estos años?
Uno de los argentinos más relevantes de la cultura global, ganador de dos Oscars, habla sobre su banda Bajofondo, sus mil proyectos y la realidad argentina: la polarización, la pavada mediática y la integración latinoamericana.
Ah, me olvidé de decirte que estamos sacando un nuevo Cabernet”, dice Gustavo Santaolalla y suelta una carcajada marca registrada. Sucede a mitad de una larga conversación sobre futuros proyectos, muchos como siempre , las sensaciones que vive con la banda que ahora felizmente integra, Bajofondo –tocaron en Buenos Aires el pasado fin de semana–, y la realidad argentina de este tiempo que involucra medios, poder, dinero y relatos opuestos. Santaolalla es uno de los argentinos más relevantes de la cultura global del siglo XXI, o como prefirió caracterizarlo la revista estadounidense Time cuando lo incluyó en su lista de los “los 25 latinos más influyentes del mundo”; tiene 61 años pero no lo parece. Es músico, productor y empresario musical-vitivinícola. Ganó dos Oscars y acumula premios de toda clase y pelaje, con millones de discos vendidos entre todos los artistas sobre los que posó su mano mágica de Rey Midas productor. Vive en Los Angeles, pasa buena parte del año en Argentina por distintos motivos (familiares, comerciales, musicales) y viaja por el mundo. Su dinámica de trabajo es avasalladora y contagiante. “No sabés las cantidad de cosas que quiero hacer. Tengo tantas ideas de tantas cosas que me gustaría concretar, muchas muchas...”, reflexiona en voz alta en otro momento. Siempre transmite energía. Es capaz de entonar un canto tibetano en la puerta de su habitación de hotel para probar el buen estado de sus cuerdas vocales, afectadas por el curioso otoño porteño. Y acto seguido, se sienta para rasguear un ukelele mientras discurre sobre el insólito editorial de La Nación que infelizmente comparó Argentina 2013 con la Alemania pre-nazi. De todo eso es capaz de hablar con igual pasión y sin esquivar ningún bulto. Aunque comenzar por la música, sin embargo, puede resultar un buen punto de partida.
–Con Bajofondo vive una experiencia grupal de las que no integraba desde las épocas de Arco Iris...
–Si nos remontamos hacia atrás, tenemos que ir hasta Arco Iris donde había un claro liderazgo de mi parte. Y ahora en Bajofondo, más que líder me siento parte de un equipo de fútbol en donde cada jugador cumple un rol tan importante como el de un compañero, y con una participación activa y creativa mucho más amplia. Después de haber trabajado con tanta gente, de producido tantos discos de otros artistas, este proyecto me brinda una posición distinta y satisfactoria. Eso me dio la posibilidad de trabajar en algo con identidad, que es lo que siempre me interesó. En este caso, la identidad del Río de la Plata, ya que somos argentinos y uruguayos, que va incluso más profundo aún: terminar con las fronteras, las banderas... ¡Y me permitió volver al escenario, loco! Había dejado de tocar durante años, y cuando volví con Bajofondo me pregunté: “¿Qué es lo que estuve haciendo todos estos años?”. Han pasado diez años de todo esto. Con este disco hemos definido finalmente un lenguaje único, nosotros decimos que tardamos dos años y medio en hacer el disco, pero en realidad fueron 10 años. Nunca hubiéramos podido hacer este álbum hace cinco años atrás, lo podemos hacer ahora. De alguna forma lo pienso trazando un paralelo con la historia reciente del país, esta década...
–Justamente sobre eso, ¿cuál es su mirada sobre este tiempo político, en su doble condición de ciudadano argentino-ciudadano residente en Estados Unidos?
–Me muero de risa y me muero de bronca. Una sensación zen, sí y no al mismo tiempo... Desde allá nos ponen en una misma bolsa con Venezuela, Bolivia, Ecuador, Uruguay, Brasil. Por una parte no está mal, porque somos parte de una nueva América latina que tiene su diversidad: cada gobierno es distinto, cada coyuntura es distinta. No es lo mismo lo que le puede tocar a Mujica que lo que les toca a Maduro, Correa, Evo, Dilma... Pero al mismo tiempo todos formamos parte de algo: esa bolsa a mí me interesa y me gusta integrarla. Lo que es terrible y preocupante, sobre lo que se está viviendo acá, es la desesperación que tienen los grupos que siempre manejaron el poder y los métodos a los que están recurriendo para recuperarlo. Un editorial como la de La Nación sobre la comparación con la Alemania pre-nazi es un disparate total. Que hayan salido los mismos trabajadores de la empresa a repudiarlo es algo significativo y revelador. En lugar de eso, a mí me encantaría que en algunos de estos programas seudoperiodísticos que hay en televisión hoy, con tanta audiencia, abordaran ese tema. Que se hablara de ese editorial, un programa dedicado a investigar sobre ese paralelo. Porque, precisamente, una de las grandes falacias que cometen es que cuando hablan de la falta de libertad de prensa, al mismo tiempo se dan el lujo de poner una caricatura de Cristina en la tapa de una revista o escribir un editorial como el que han escrito. No puede haber un ejemplo más claro que desmiente aquella denuncia. Estos medios trabajan con la desesperación como motor. El otro día lo vi a Enrique Pinti por televisión y el tipo decía: “Yo hace cinco años no podría haber hablado de Clarín porque me hubiera dado miedo. Y ahora digo ‘Magnetto, Magnetto, Magnetto’ y no me va a pasar nada...”
–¿Cuál sería un rasgo distintivo de esta época en términos culturales?
–Hay algo de viejos contra jóvenes que se repite en Argentina, casi como en los ’70. Tenemos grandes valores del tango, grandes valores del rock. O sea, cuando nosotros éramos chicos, las bandas importantes Almendra, Manal, nosotros (Arco Iris), teníamos 20 años. ¿Dónde están los pibes de 20 años, ahora? Cuando hice La era de la boludez con Divididos, Arnedo tenía 40 años... Cuando grabé con la Bersuit, lo mismo. Es un pensamiento muy argentino: hay un problema con los jóvenes. Por eso les molestan las organizaciones juveniles, les molesta que los jóvenes se organicen. Los jóvenes, mal o bien, porque acá no se habla de la perfección ni de la pureza de nada... Pero los jóvenes, lo sabemos porque nosotros fuimos y somos jóvenes, tienen inocencia, desconocimiento y, sobre todo, ideales. Que no responden a una búsqueda personal y egoísta sino a la esperanza de la creación de un mundo mejor. Frente a eso, incentivan el odio y la división. Eso es preocupante porque ya sabemos dónde termina. Es la desesperación: cuando no encuentran más recursos, son capaces de hacer cualquier cosa. Se dan cuenta que los golpes de Estado ya no funcionan, entonces buscan otras maneras. Desgraciadamente todo esto tiene que ver con la economía, porque si no hubieran la inflación y los problemas que hay, estaríamos todos mucho más tranquilos y se tendrían que meter todas las críticas más en el orto. Eso les da paño para autoerigirse en fiscales de la democracia.
–A su criterio, ¿el discurso de estos medios tiene llegada masiva o es simplemente la propia realidad que ellos mismos construyen?
–Un gobierno es una compañía tan grande que sería imposible encontrar que todas las personas que la integran piensen de la misma manera, sean todos eficientes y no haya ningún corrupto. Si cualquiera de la oposición puede venir acá y decirme que si ellos estuvieran en el poder, toda la gente pensaría de la misma manera, serían todos eficientes y no habría ningún corrupto, pues los escucho tres días sin dormir. Y hasta los voto.
Una increíble capacidad de trabajo creativo
La locomotora de trabajo Santaolalla no se detiene nunca, ni siquiera cuando está de gira con Bajofondo. Hay algo que siempre sucede en cada entrevista con el doble ganador del Oscar. Inevitablemente, llega el momento en el que reseña, con pelos y señales, los múltiples proyectos en los que está involucrado. Siempre a la vez, lo cual revela una increíble capacidad de trabajo creativo.
A saber: “Hay un proyecto en el que estoy trabajando desde hace cinco años, con dos montajes que ya se hicieron, que se llama Arrabal y es un espectáculo de danza basado en la música de Bajofondo. Tiene una historia muy fuerte que habla de lo que pasó aquí, en Argentina, en el período pos-dictadura militar: el personaje central es una chica al final de su adolescencia, con el padre desaparecido”.
“El relato cuenta la búsqueda de la identidad que ella emprende, saber quién fue su papá, que era milonguero y también militante político. Lo estamos montando este año en Mirvish Panasonic Theatre de Toronto, para estrenar a principios de 2014, como parte de la temporada oficial 2013-2014, con dieciocho semanas de funciones aseguradas.”
Además: “Terminé mi primera banda de sonido para un videogame, que se llama The Last of Us y saldrá a fines de este mes para Playstation 3”.
Y por si fuera poco… “Estoy trabajando en una película de animación digital con una historia muy bonita sobre el Día de los Muertos en México, que se llama Book of Life y está producida por Guillermo Del Toro para estrenarse a fines de 2014. Además de la música incidental y tres canciones originales que estoy escribiendo con Paul Williams, voy a realizar la producción de algunos covers muy divertidos para la banda de sonido.”
Pero eso, claro, no es todo. “También con Paul Williams y Guillermo Del Toro estamos trabajando en la adaptación para comedia musical de El laberinto del fauno, otro proyecto que seguramente se va a concretar el año que viene. Y ahora mismo estoy trabajando en la música de una comedia dramática, August: Osage County, una historia de familia disfuncional con Meryl Streep, Julia Roberts, Juliette Lewis, Ewan Mc Gregor y Chris Cooper.”
09/06/13 Miradas al Sur
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