domingo, 9 de junio de 2013
Homenaje a Matilde Vara de Anguita Por Horacio Anguita Psicólogo, hijo de Matilde politica@miradasalsur.com
Dos cartas, el azar y la memoria se cruzan en una trama colectiva de afectos que “desandan el camino del olvido”.
Poner en circulación, dar a conocer la voluntad de honrar la memoria de una persona detenida-desaparecida, abre la oportunidad de tejer insospechadas y fértiles redes de Memoria y Verdad, que son el complemento del reclamo y ejercicio de la Justicia. Julia Anguita le escribe a una compañera suya, Tere Franconetti, de la Orquesta Atípica Catalinas Sur, invitándola a concurrir al acto en homenaje a su abuela, Matilde Vara de Anguita, para la cual se colocará una baldosa conmemorativa. Julia no conoce la historia de su amiga. Ésta reenvía la invitación a su madre, Syra Villalaín de Franconetti. El texto de la respuesta de esta última se transcribe textual.
Buenos Aires, 3 de junio de 2013
Hola Julia:
Soy Syra Villalaín de Franconetti y recibí hoy el aviso del homenaje que se realizará a tu abuela, Matilde Vara. Con estupor me llega el recuerdo de una Matilde Vara que yo conocí, hace la friolera de 75 años, cuando ambas participábamos de las actividades de un club vecinal, en el Parque Chacabuco. Era menuda, como yo, de tez mate, como yo, y teníamos el mismo corte de pelo: una melenita que no llegaba a los hombros. No me acuerdo si ella usaba un moño en la cabeza. Yo lo llevaba. Se usaba para sujetar el pelo, en lugar de hebillas. No llegamos a desarrollar una relación de amistad, simplemente la recuerdo como una chica más de las que integraban el grupo que hacía gimnasia en el parque. Pero no sé por qué recuerdo especialmente su nombre y apellido, y no me acuerdo de nadie más. En una oportunidad estuve en su casa, en la calle Puán. Y me acuerdo perfectamente de su papá: un señor serio, también de piel mate, con un aspecto bien español. Tu abuela, ¿no tenía una hermana mayor?
Más de una vez, cuando escuché su nombre como víctima de la dictadura, recordé a esa compañera de juegos pero nunca pensé que podría ser aquella persona que yo había conocido. Pensaba que era simplemente casualidad. Ahora, cuando llego a saber el domicilio de su niñez, no me cabe duda de que es la misma: una chica morochita que corría conmigo por el parque, ignorantes las dos del tremendo destino que nos esperaba.
Como imaginarás soy una persona bastante mayor, tengo tres hijos desaparecidos, y trataré de estar presente en el homenaje que se le va a hacer a tu abuela. Espero juntar fuerzas para estar allí.
Un abrazo fuerte
Syra Franconetti
Dos días más tarde es la misma Tere la que se ve movida a comunicarse:
Buenos Aires, 5 de junio de 2013
Querida Julia:
Para mí, mamá misma es algo sorprendente. Tener un recuerdo tan vivo de tu abuela… Es el único nombre que recuerda de todo ese grupo de chicas que compartían la clase de gimnasia del club del parque. Por otra parte siempre pensó que era una simple casualidad que la persona detenida en el ’78 se llamara igual que aquella compañera.
Para nosotros estos homenajes son alimentos del alma. Si mi mamá dijo que “va a tratar” de asistir es porque tiene días en los que el cuerpo no la acompaña, pero últimamente anda bien. Y tiene muchas ganas de estar ahí. Yo estaré también para la baldosa.
Mi mamá, desde la desaparición de mis hermanos, no ha dejado de trabajar. Se dedicó y se sigue dedicando a la construcción de archivos de la represión para los juicios.Trabaja desde siempre con los ex detenidos desaparecidos. En cuanto a mí te puedo decir que me hace muy bien compartir estos temas...
El sábado nos daremos nuestro abrazo.
Tere
La ocasión de convocar a una rememoración, en este caso, la invitación a honrar la memoria de Matilde Vara de Anguita, inicia un movimiento de llamada sobre el ejercicio de la memoria de alcances insospechados. Doña Syra no sabe por qué rara circunstancia sólo recordaba el nombre de una compañera del grupo que hacía gimnasia en el Parque Chacabuco. Por otro lado, sabía que existía una Matilde Vara víctima de un secuestro-desaparición, pero atribuyó a la casualidad la identidad del nombre de su compañera de la infancia respecto al de esta persona que es secuestrada en 1978. Al leer “Puán 672”, donde se hará el homenaje, reconstruye la historia, identifica y dice, bellamente como lo dice en su carta, aunque se trata de un destino trágico, que ambas, Matilde y ella, eran ignorantes cuando niñas de lo que el destino les tenía preparado: la desaparición de Matilde y de los tres hijos de Syra. Es posible construir redes de memoria, tramas de historias que se reconstruyen, a condición de propiciar conversaciones sobre lo que aquí ha sido el genocidio, y de encontrar los modos de reunir en actos de homenaje, como lo son los de colocación de baldosas conmemorativas desde hace diez años. Se trata de “desandar el camino del olvido”, como lo refiere la organización “Barrios x Memoria y Justicia” en su libro “Baldosas x la Memoria”. Se trata de honrar la vida, como lo canta Eladia Blázquez. Sólo la apuesta a la vida y a la Justicia con mayúscula, con una permanente red de Memoria viviente, nos puede hacer sentir que honramos a las víctimas del genocidio, y que nos hacemos todos más humanos.
09/06/13 Miradas al Sur
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