sábado, 6 de julio de 2013

“Una estrategia que no sea de coalición sería suicida para la oposición”

La politóloga Liliana de Riz analiza el sistema de partidos y las potencialidades del kirchnerismo y sus adversarios en un año electoral clave Por Néstor Leone La larga indefinición en la conformación de alianzas, el variado menú de candidatos sin partidos en la oposición y la centralidad en la nominación de Cristina entre los oficialistas, ¿qué expresan? Es cierto, nunca tan cerca de una elección hubo tantas indefiniciones políticas, un panorama de tanta incertidumbre, parecido al que reina en general en el país. Incertidumbre, imprevisibilidad y degradación de la política, porque si todo gira en torno a si Sergio Massa, intendente de un municipio del conurbano, se presenta o no, es verdaderamente lamentable. El arco opositor está escindido, fragmentado, sobre todo después de la debacle electoral del radicalismo. La UCR ha logrado sobrevivir, pero no reconstituirse con la fuerza necesaria para ser el polo aglutinador de una oposición capaz de desafiar al Gobierno en las urnas. ¿Cuánto tiene que ver esto con las huellas de la crisis de 2001? Siempre la sombra de aquella crisis está presente. Sin duda, desde las elecciones de octubre de 2001 en adelante, el descrédito de la política y de los políticos erosionó la credibilidad del arco no peronista. El peronismo se recompuso con mucha mayor facilidad. E inmediatamente. Ya con las elecciones de 2003, dado que es un movimiento político que cuando existen internas para resolver sucesiones se escinde, discute, pero que luego se encolumna detrás de quien logra vencer. Fue el campo no peronista el que quedó fragmentado. El peronismo, incluso, parece haber ensanchado su presencia. Electoralmente, sin dudas. Con varios candidatos y un universo no peronista más acotado. El campo oficialista tuvo siempre una estrategia de división del polo opositor. Sea con la transversalidad fallida, con la llamada concertación… Ha sido una decisión deliberada cooptar y escindir lo que tiene enfrente. Por otro lado, el ensanchamiento tiene que ver también con las argucias, tipo testimoniales, colectoras y demás, que son una innovación increíble de manipulación electoral. En ese sentido, las testimoniales fueron, sin duda, una defraudación a la confianza del elector. Lo que se llamaba hace unos años “disidencia peronista” quedó bastante desdibujado. Ahora una disidencia potencial parece latente entre aquellos que hoy o hasta ayer formaban el Frente para la Victoria. Siempre el peronismo tiene disidentes cada vez que existen expectativas de definir una sucesión que no tiene reglas claras. Es la interna por la sucesión la que desgaja a sectores del peronismo que ya no se reconocen en el ciclo kirchnerista y que, por lo tanto, están buscando que el sol ilumine en otra parte. Esto no tiene ninguna novedad. SOCIÓLOGA Hizo la licenciatura en la UBA y el doctorado en la École des Hautes Études en Sciences Sociales de París. INVESTIGADORA Es investigadora principal del Conicet en el Instituto de Investigaciones Gino Germani de la UBA. LIBROS Publicó Retorno y derrumbe: el último gobierno peronista y La política en suspenso: 1966-1976, entre otros. ESTUDIOS Es especialista en política e historia latinoamericanas y en sistemas político-partidarios comparados. RECONOCIMIENTOS Recibió el Premio Konex, en 1997, por sus aportes a la Ciencias Políticas en la Argentina. CUESTIÓN DE PARTIDOS En la oposición persiste la dificultad o la incapacidad para capitalizar cierto descontento de la sociedad respecto del Gobierno. ¿Lo ve así? Es claro que no existe un consenso respecto de lo que tiene que hacer la oposición. En esta elección tendría que darse un acuerdo parlamentario portador de un programa entre las fuerzas afines. El problema es que si no hay una dirigencia capaz de consensuar un conjunto de prioridades parlamentarias que, a futuro, puedan convertirse en un programa de gobierno, entonces lo que queda son personalismos exacerbados proclives a la fragmentación que lo único que hacen es que tengamos un partido predominante, que tiende a ser hegemónico, como ocurrió en las elecciones de 2011, cuando la diferencia entre la Presidenta y el resto fue abismal. Los liderazgos mediáticos desaparecen cuando se apagan las luces. El escenario de 2009 parecía propicio para instalar una idea en ese sentido, y nada de eso ocurrió. Ése fue un escenario a tres bandas. Aquí de lo que se trata es de obtener un tercio del electorado en la provincia de Buenos Aires… Para el oficialismo, el escenario no es del todo adverso. Tiene que renovar un tercio de sus bancas. La oposición, en cambio, tiene que renovar dos tercios. Es la que más arriesga. Y el radicalismo más aún. Por supuesto, porque es el segundo partido en términos institucionales. Tiene que renovar 26 bancas en Diputados… De un total de cuarenta. Por eso digo: pensar en una estrategia que no sea de coalición es una estrategia suicida. Por lo menos de coalición alrededor de un programa parlamentario. Y es necesario que un tercio del electorado se sienta atraído por esa propuesta. Aunque haya estrategias distintas según los distritos. Ciudad, Santa Fe, Córdoba y Mendoza son distritos difíciles de conquistar para el oficialismo. Por lo tanto, no está mal que se estén dando coaliciones en ese sentido para que haya un escenario de tres bandas. ¿Y los partidos? ¿Dónde quedan? Contrariamente a lo que se dice (que los partidos van camino a desaparecer), sin un partido no sólo no se logra articular la maquinaria electoral, sino que tampoco se pueden ofrecer orientaciones de políticas públicas ni personal para el ejercicio del gobierno. Esta crisis de representación no expresa sólo que los ciudadanos sienten que la política les resulta lejana o corrupta, sino también que advierte que no existe capacidad suficiente para resolver sus problemas. Los partidos, a su vez, son mucho más débiles institucionalmente. Ése es un proceso que no se ha podido revertir en estos años. Los partidos, en la Argentina, nunca estuvieron fuertemente organizados. Hay muchos estudios sobre la institucionalidad informal del peronismo, su flexibilidad y su capacidad de adaptación respecto del radicalismo… La UCR, a su vez, nació como una unión civil de muchas corrientes que ahora están escindidas. Hoy tenemos corrientes que simpatizan más con el PRO; otras, con el Partido Socialista. Hay corrientes más socialdemócratas; otras más de centroderecha. Esas dos fuerzas fueron parte de un esquema bipolar interesante en los primeros años de democracia. Ahora, ese esquema está desarticulado. Frente a ese panorama, tiene que haber una fuerza capaz de convocar con consenso. ¿Cómo? No somos Venezuela, claramente. Pero en Venezuela la oposición fragmentada logró unificarse. En Brasil, también tienen una oposición fragmentada. Como bien señala Helio Jaguaribe, Brasil tiene una forma de gobierno que se llama “congresismo”. Una vez me lo reconoció el propio Fernando Henrique Cardoso: la coalición que hizo fue para ganar, no para agrupar a quienes pensaban como él. Y una vez que ganaron tuvieron la capacidad de negociar diferencias en el Congreso. Nosotros carecemos de la capacidad innovadora de los realineamientos políticos que mostró el sistema partidario brasileño y de la generosidad, la paciencia y la grandeza de miras que tuvo la Concertación chilena para juntar a tantos tan diferentes en un proyecto común. CUESTIÓN DE PROGRAMAS En ese sentido, cuando se habla de las dificultades de la oposición no peronista, se habla de “gobernabilidad” como término clave. ¿Qué evaluación hace al respecto? De ahí la necesidad de generar un programa de gobierno con miras a 2015. Las restricciones existen, pero los desenlaces dependen de la inteligencia de una dirigencia política que deponga el personalismo rampante, que sea generosa para imaginar un futuro compartido y que ponga en práctica una coalición capaz de gobernar. Sin esa posibilidad, estamos condenados a esta continuidad de la decadencia, donde resulta que el éxito del gobierno radica en que no hay liderazgo que lo desafíe. Eso es fruto de esa sociedad desestructurada políticamente que no termina de rearmarse. Lo que debía venir luego de una gran crisis como la de 2001 era la recomposición del sistema, con realineamientos partidarios. Nada de eso pasó. Con un problema adicional que tiene que ver con el sistema. ¿Cuál? Tenemos un sistema electoral que tiene un sesgo que propicia al peronismo para que afiance ese predominio. Gobierna casi todas las provincias. Al radicalismo le queda sólo una. Y es un sistema que excluye a las terceras fuerzas. Este país es un cementerio de terceras fuerzas. Si los radicales, que eran la alternativa en un sentido bipolar, tampoco pueden responder a ese desafío, ¿qué nos queda? El PRO apareció en la escena con la promesa de constituirse como la fuerza de centro-centroderecha, con capacidad de cosechar votos, que había estado ausente en el país históricamente… El PRO tiene esas consignas de que lo que cuenta es la gestión, pero las orientaciones de políticas públicas del PRO no se conocen. Es Mauricio Macri y lo que hace Mauricio Macri. Así, creo yo, no se puede ampliar el atractivo que pueda ser capaz de generar entre los votantes. Además, no pudo extenderse territorialmente y quedó muy circunscripto a la Ciudad. Creció bastante, le diré. Pero, sí, es un partido de la Ciudad que intenta poner sus pies en el interior. En Santa Fe, por ejemplo, con un candidato al mejor estilo menemista, que logró una performance electoral importante. ¿Y le parece eficaz esa estrategia de acumulación política? No la juzgo por la eficacia. Lo que creo es que esos liderazgos mediáticos aparecen cuando se prenden las luces y desaparecen cuando se apagan. Sigo creyendo que los partidos son orientaciones de políticas públicas. Por lo tanto, si no hay una discusión de política pública sobre qué se quiere hacer con la educación, con la inflación, con la industria, con la infraestructura, estaremos siempre en la misma situación. Si no hay programas que muestren qué se va a hacer mejor de lo que hizo este gobierno, es muy difícil conquistar al electorado. Revista Debate http://www.revistadebate.com.ar/?p=3714

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