Viviana Fein tardó casi tres semanas en definir con claridad el lugar del cráneo donde se produjo el disparo que quitó la vida a Alberto Nisman. "A fin de evitar cualquier confusión de noticias o datos publicados en los medios, la fiscal reitera que, conforme a la autopsia que obra en la causa, el disparo fue efectuado en la zona temporal derecha, ubicado a tres centímetros por encima de la inserción del pabellón auricular y no de otra manera. Se estableció que el orifico de entrada fue de un diámetro de seis milímetros."
El asunto no era un detalle menor. Por eso Tiempo publicó una nota el domingo.
El dato confirmado significa que Nisman no murió por un balazo en el hueso parietal como Fein dijo el 24 de enero. Y menos aun detrás de la oreja, en el hueso occipital –la nuca– como sostuvo el diletante del bisturí, Jorge Asís.
¿La confirmación de cómo fue el disparo acerca la investigación a la hipótesis del suicidio?
Sí.
Sí.
¿Qué pruebas faltan para concluir que no se trató de un homicidio?
La segunda pericia de barrido electrónico para hallar algunos de los tres metales que expulsa la pólvora al momento de la deflagración del disparo: plomo, bario y antimonio. La justicia de Salta tiene el mejor microscopio del país y debería haber restos de alguno de esos metales en las manos de la víctima.
Aunque hay un dato que llama la atención: la tardanza para conocer el resultado de los análisis de sangre, orina, tejidos y vísceras.
Por lo general, no tardan más de cinco días. ¿Acaso encontraron algún tipo de droga en el cuerpo del fiscal y están realizando los estudios junto a la querella? Es una posibilidad. En el caso de que se encontrara alguna sustancia que podría haber alterado el psiquismo de Nisman y su sistema nervioso, se potenciaría la hipótesis del suicidio. Sobre todo, porque el titular del Cuerpo Médico Forense, Roberto Luis María Godoy, que depende de la Corte, descartó de plano la existencia de una tercera persona en la escena.
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