Por Hernan Dearriba Un caldo demasiado espeso

En política las coincidencias no existen. Por eso no llama la atención que en medio de la creciente utilización política de la muerte del fiscal Alberto Nisman se multipliquen las operaciones políticas con origen en un sector del Poder Judicial que no duda en mostrarse refractario a las decisiones del gobierno nacional. Un ejemplo es el caso del juez Claudio Bonadio que, luego de severas reprimendas del tribunal de alzada, denunció que es víctima de amenazas de muerte. El magistrado transformó una investigación por la demora en la presentación de balances de la empresa Hotesur –de la que la presidenta Cristina Fernández y su familia son accionistas– en un caso de lavado de dinero. Como en otras oportunidades, Bonadio dio ese paso cuando estaba a punto de enfrentar una investigación del Consejo de la Magistratura por mal desempeño. Ahora, en medio del barro con el que ese sector del Poder Judicial quiere empastar la realidad a partir del fallecimiento de Nisman, comenzó a especularse con la posibilidad de que el magistrado convoque a indagatoria a Máximo Kirchner, en una causa que implica una irregularidad ante la Inspección General de Justicia. Lo que sorprende es que se trata de una falta que no representa delito, sino que tiene una pena administrativa que reporta apenas una multa de 3000 pesos para la empresa. Si algún condimento le falta al asunto es que la presidenta reveló que el mismo juez Bonadio es dueño del 20% de una empresa que debe la presentación de balances de 2012 y 2013. Claro que a raíz de esa infracción el magistrado no se va a autoinvestigar por lavado de dinero. Fiscales que llaman a una marcha para defender a un par al que se enfrentaron en vida en una causa que intentaron frenar cada vez que les pasó cerca, amenazas varias y operaciones de prensa en un año electoral mientras se convoca a la unidad de la oposición. Es un caldo demasiado espeso para ser presentado como una sumatoria de coincidencias.