Los mismos que envenenaron a Mariano Moreno, que fusilaron a Dorrego, los mismos que dejaron morir en la pobreza a Belgrano y empujaron a San Martín a morir en tierras lejanas, los mismos que derrocaron a Yrigoyen y bombardearon la plaza, los mismos que propiciaron la dictadura, que le hicieron un golpe de mercado a Alfonsín, los mismos que ahora quieren dar un golpe blando. Yo no voy a la marcha del 18 F.
Los mismos que se creen europeos viviendo su fatídico exilio en el tercer mundo, los mismos que anhelan ser Suiza, olvidando que el país de los quesos y los relojes, hizo negocios con los nazis. La banca suiza convertía en divisas internacionales el oro que Hitler robaba a los países ocupados y a los judíos atrapados. Yo no voy a la marcha del 18 F.
Los mismos que se pasaron la vida creyendo que para ser civilizados había que pensar en inglés y que por supuesto nunca se ocuparon de averiguar cuántas lenguas se hablan en nuestro país (en los países que conforman nuestra Argentina). Los mismos que ahora son los custodios de la república, pero que no marcharon cuando el país se quedó sin trenes y sin YPF, cuándo el interior del interior se convirtió en un desierto, en ciudades, pueblos y parajes fantasmas. Yo no voy a la marcha del 18 F.
Los mismos que nos seleccionan a qué personaje llorar, son los que no nos permitieron el llanto por héroes que ellos se ocuparon de borrar de la historia oficial: así no lloramos las nueve muertes de Santos Guayama, ni las de tantos próceres populares y anónimos que nunca aparecieron en los manuales, muchos de ellos ni siquiera tuvieron una cruz de algarrobo en los remotos caminos de la historia, un espacio donde ir a dejarles un ramo de flores (esas flores de la primavera de la resistencia, esas flores que no se marchitan ante el invierno artificial) Yo no voy a la marcha del 18 F.
Porque todos los muertos me duelen: los que murieron en la zafra, en la mina, en las fábricas, en las escuelas, en las villas, en el conurbano, en la Argentina profunda donde el dolor no se televisa, ni hace sufrir a los republicanos. Por eso no voy a la marcha del 18 F.
Los mismos que se creen europeos viviendo su fatídico exilio en el tercer mundo, los mismos que anhelan ser Suiza, olvidando que el país de los quesos y los relojes, hizo negocios con los nazis. La banca suiza convertía en divisas internacionales el oro que Hitler robaba a los países ocupados y a los judíos atrapados. Yo no voy a la marcha del 18 F.
Los mismos que se pasaron la vida creyendo que para ser civilizados había que pensar en inglés y que por supuesto nunca se ocuparon de averiguar cuántas lenguas se hablan en nuestro país (en los países que conforman nuestra Argentina). Los mismos que ahora son los custodios de la república, pero que no marcharon cuando el país se quedó sin trenes y sin YPF, cuándo el interior del interior se convirtió en un desierto, en ciudades, pueblos y parajes fantasmas. Yo no voy a la marcha del 18 F.
Los mismos que nos seleccionan a qué personaje llorar, son los que no nos permitieron el llanto por héroes que ellos se ocuparon de borrar de la historia oficial: así no lloramos las nueve muertes de Santos Guayama, ni las de tantos próceres populares y anónimos que nunca aparecieron en los manuales, muchos de ellos ni siquiera tuvieron una cruz de algarrobo en los remotos caminos de la historia, un espacio donde ir a dejarles un ramo de flores (esas flores de la primavera de la resistencia, esas flores que no se marchitan ante el invierno artificial) Yo no voy a la marcha del 18 F.
Porque todos los muertos me duelen: los que murieron en la zafra, en la mina, en las fábricas, en las escuelas, en las villas, en el conurbano, en la Argentina profunda donde el dolor no se televisa, ni hace sufrir a los republicanos. Por eso no voy a la marcha del 18 F.
Pan y Cielo, el blog de Pedro Patzer
www.pedropatzer.blogspot.com.ar
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