lunes, 16 de febrero de 2015

Importancia de la ideología Por Raúl Argemí

Sobreviviente del episodio conocido como La Noche de los Lápices, con su secuela de desaparecidos, Emilce Moler ha desarrollado una importante carrera política. En la actualidad es subsecretaria de Economía Social del Ministerio de Desarrollo Social y secretaria de Educación del Movimiento Evita. Con larga experiencia en la docencia y la investigación universitaria, habló con Miradas al Sur para analizar las negociaciones salariales en marcha hacia el período lectivo 2015. 

“La discusión salarial en esta época del año de ha naturalizado en el tiempo, y para muchos es como si hubiera existido siempre; pero no es así y me parece que sería bueno recordarlo”. Con esta afirmación, Emilce Moler apoyó su análisis de qué se juega –y cómo se juega– en esta etapa previa al comienzo de las clases. Para la dirigente del Movimiento Evita, la memoria del pasado no tan remoto debería tener un peso en la mirada y las decisiones: “No hace mucho, en 2003, los docentes no cobraban los sueldos, o lo hacían con retraso, o con patacones, esa era la realidad. Los que vivimos toda esa etapa no lo olvidamos. A partir de ese año se comenzó una recuperación que permite que hoy se esté tratando la octava paritaria nacional. Me parece que ahora, al negociar desde esta normalidad que no es desde siempre, hay que tener en cuenta que este Gobierno siempre estuvo a favor de los trabajadores”.

De los dirigentes gremiales se espera que negocien para obtener las mayores ventajas posibles para sus afiliados, en este caso los educadores. Pero, si algo muestra la realidad, es que los sindicalistas actúan en la arena política, aun en el caso de aquellos que se dicen no alienados en un partido. Toda negociación entre empresarios y asalariados se juega en un terreno político social y político. Algo que se propone subrayar Moler cuando describe el siguiente cuadro: “Hoy ya tenemos docentes que se formaron, crecieron, en democracia, y tienen desdibujada la realidad desde la que fuimos saliendo para estar donde hoy estamos. Eso pesa a la hora de negociar, porque prima el interés personal de ganar más, para lo que sea, aunque sea consumo no necesario. No estoy cuestionando el derecho a vivir mejor, lo que quiero poner en la balanza es que hay un bien común, un bien de todos, que deberíamos tener en cuenta, pero los más jóvenes no están preparados para eso”.

Dos puntos de la exposición de Moler ponen en evidencia aspectos tan flojos del proceso de inclusión en Argentina: poner el acento en las prácticas de la sociedad de consumo, y un debilitamiento de la cadena histórica de transmisión ideológica entre generaciones. Abocada a estos ítem, Emilce Moler manifestó su visión autocrítica. “Es cierto que la inclusión se manifiesta más claramente en el aumento del poder adquisitivo, la gente tiene más posibilidades y eso se ve en el consumo; pero tener más poder económico debería estar acompañado de cierto sentido de la responsabilidad colectiva, de pensar qué es lo que pongo en riesgo con mis intereses particulares. Creo que los dirigentes políticos, los dirigentes territoriales, deberían poner un mayor acento de los factores ideológicos, porque en ese sentido parece haber una pérdida de la memoria política. Si no, ¿cómo es posible que los docentes más jóvenes no tengan en cuenta qué se está jugando, más allá de los intereses personales? No pongo en cuestión los derechos adquiridos, incuestionables, de los trabajadores, y es cierto que resulta difícil encontrar el equilibrio entre el compromiso general, ideológico, y lo particular, pero hay que hacerse la pregunta: ¿A quién le estamos haciendo el juego cuando confrontamos con el Gobierno? ¿Por qué aceptamos simplificaciones que nos ponen a unos contra otros? Si los más jóvenes no tienen presente esto, es una muestra de que hay mucho trabajo por hacer”.

Los anuncios de la Presidenta sobre inversiones en infraestructura, para mejorar el sistema educativo, fueron rescatados por Moler como un gesto constante: “Nadie puede desconocer que hoy las condiciones en las que trabajan los docentes han mejorado muchísimo. Pero no sólo es una cuestión de invertir en mejores escuelas, más material educativo, etc., etc., será difícil lograr la inclusión educativa si no ponemos el acento en el desarrollo político de los docentes. La escuela es un espacio de compresión de la sociedad y la responsabilidad del ciudadano”.

Una síntesis posible de su mirada sobre la situación actual, gremios y educación, es el señalamiento de que “el derecho incluye responsabilidad”. Una definición que pone en valor la visión política para buscar acuerdo de beneficio mutuo. Una tarea que, si se parte de la observación de una carencia de formación política, pondría en evidencia algo que falta: “Los dirigentes políticos tenemos que transmitir la memoria a los más jóvenes, qué sepan de donde llegan y dónde están”.

15/02/15 Miradas al Sur

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