Por Raúl Kollmann e Irina Hauser
La Procuración General rescindirá la semana que viene el contrato del técnico informático Diego Lagomarsino, en base a un pedido del fiscal Alberto Gentili, quien reemplazó a Alberto Nisman en la Unidad Especial AMIA. Lagomarsino fue la última persona que vio con vida a Nisman y fue el que le prestó la pistola Bersa 22 con la que se produjo el disparo mortal. Ganaba una cifra sideral, 41.000 pesos mensuales, el contrato más alto que se registre en cualquier fiscalía del país. La mayoría de los empleados de la Unidad AMIA testimoniaron que no concurría a la fiscalía y él mismo afirmó que trabajaba de forma remota y que solía ver a Nisman en el edificio Le Parc, muchas veces en horarios inhabituales, como las dos de la mañana de un feriado. Gentili, designado por Nisman para reemplazarlo en enero, señaló en un escrito que el informático no se presentaba a trabajar y que lo mismo ocurrió con otro contratado, el abogado Claudio Rabinovich, que percibía 31.000 pesos mensuales y que será igualmente dado de baja.
La fiscal Viviana Fein investiga qué papel tenían ambos, qué trabajos hacían y la relación con Nisman. Sus legajos son los únicos dos que hasta ahora pidió a la Procuración, aunque había otros ocho contratados que tampoco asistían a las dependencias de la unidad, según las declaraciones del resto de los empleados ante la fiscalía, que dijeron que sabían de su existencia, pero no conocen qué tareas cumplían. Tanto Lagomarsino como Rabinovich habían firmado sus contratos en 2008. Los papeles definían en forma genérica sus supuestas tareas. En el caso del primero, se hablaba de servicios informáticos, y en el del segundo, jurídicos. Gentili, a cargo transitoriamente de la UFI AMIA, pidió rescindirlos por ser una suerte de empleados o asesores fantasma. Este fiscal declaró ayer en la causa sobre la muerte (ver aparte).
Fein analiza en particular una serie de empresas que figuran a nombre de Lagomarsino, de 35 años, y unos treinta viajes al exterior que hizo en los últimos tres años. Intenta verificar en cuáles de ellos estuvo con Nisman. Se sabe que fueron a Chile juntos y también a alguna provincia.
Lagomarsino es un protagonista enigmático de las últimas 24 horas de la vida de Nisman. Parece claro que no tuvo que ver directamente con la muerte del fiscal porque no estaba en el edificio entre las 11 y las 15 del domingo 18 de enero, el día que fue hallado sin vida. Este último dato habrá que comprobarlo: en los registros de Le Parc figura que entró el sábado a las 20 y que salió recién el lunes a la madrugada, 0.53 hora. Pero da la impresión de que es un registro equivocado. Habitualmente el personal de seguridad no anotaba las salidas en el momento. Por otro lado, la fiscal informó esta semana que había formas de entrar o salir del edificio sin ser captado por cámaras, de las cuales –además– pocas funcionaban, como lo confirmó el director de la empresa a cargo de la seguridad.
Lo que es todavía más oscuro es el trabajo de Lagomarsino con Nisman. El dice que se dedicaba a la seguridad informática, pero es una versión difícil de creer:
- La Procuración tiene un equipo informático, especializado, que es usado por buena parte de las fiscalías del país.
- Hay algunas fiscalías que tienen su propio equipo informático. Entre ellas está la Unidad AMIA.
- Lagomarsino ni siquiera estaba en el equipo de la Unidad AMIA propiamente dicho, funcionaba por afuera.
En una versión que hizo llegar a este diario, Lagomarsino contó –a través de una jueza– que le prestó el arma a Nisman porque éste fue advertido por el espía Antonio “Jaime” Stiuso de que desconfiara de la custodia y que les pusiera seguridad a sus hijas. Esta explicación no la dio en la Justicia y ahora la niega. No se entiende por qué razón esquiva nombrar al otrora poderoso hombre de la ex SIDE. La obligación de guardar secreto es de por vida, pero se lo releva para un caso concreto, como cuando el mismos Stiuso declaró en el juicio por atentado a la AMIA, igual que otros agentes. En ese caso, por ejemplo, el relevo del secreto a un grupo de agentes permitió establecer el pago ilegal de 400 mil dólares con fondos de Inteligencia al desarmador de autos Carlos Telleldín, para que diera una versión inventada que inculpara a los policías bonaerenses.
Hasta ahora la evidencia científica no indica rastros de la presencia de terceras personas en el baño donde Nisman apareció muerto, ni en su ropa ni en el arma que le prestó Lagomarsino. Ese préstamo es el único hecho formal por el que hasta ahora está implicado, lo demás es un misterio a desentrañar.
Su abogado Maximiliano Rusconi lo hizo hablar y dar su versión de los encuentros que tuvo con Nisman el sábado 17 de enero, el día previo a su muerte, pero no respondió preguntas. En ese contexto fue que contó que el fiscal lo había convocado para que fuera a su departamento y que allí le preguntó si tenía un arma para prestarle. Dijo que le preguntó al fiscal si creía que la denuncia por encubrimiento contra la presidenta Cristina Kirchner había tenido más repercusión de la que esperaba, y que le dijo que sí, que tenía miedo por sus hijas y que no confiaba en la custodia. Según Lagomarsino, le dijo a Nisman que la pistola era vieja y que no le iba a servir para defenderse, y que le contestó que la quería para llevar en la guantera. Según su relato, volvió a su casa, buscó el arma y se la llevó cerca de las 20. Le explicó, relató entonces, cómo usarla y que la respuesta de Nisman fue que no se preocupara porque no la iba a usar. ¿De dónde se conocían? Según el joven informático, de arreglar las computadoras cuando todavía vivía con la jueza Sandra Arroyo Salgado.
La fiscal Fein también mandó a investigar las llamadas de Lagomarsino, que es una de las cuestiones que están pendientes. Por ahora, aunque él no lo nombró en su declaración inicial y pública –pero sí ante la jueza que acercó su relato a este diario– ya se corroboró que Stiuso fue una de las últimas personas que hablaron con Nisman antes de su muerte. La última llamada habría sido cerca de las cinco de la tarde, un horario cercano al que el fiscal habló con Lagomarsino para citarlo en su casa. El ex jefe de operaciones de la SI tendrá que declarar pronto, aunque se mantiene en secreto cuándo y dónde.
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