Fue uno de los dirigentes fundacionales e imprescindibles de la Unión de Estudiantes Secundarios a nivel nacional. El “Barbeta” Slemenson fue miembro titular por la Rama Juvenil del Consejo Superior del Movimiento Peronista Auténtico. Tenía solo 20 años cuando fue secuestrado por personal uniformado el 4 de Octubre de 1975 en la Ciudad de San Miguel de Tucumán.
Por María Susana Rossi
La memoria es loca, todos sabemos. Durante muchos años recordé con increíble claridad una escena: Claudio Slemenson, sale desde una de las aulas, en la que acababa de terminar una clase, al enorme claustro de 6to del Nacional Buenos Aires.
El claustro está casi vacío, sólo hay algunos compañeros de mi división, que teníamos hora libre. Yo estoy parada en una esquina hablando con alguien, no recuerdo con quién. Otros están en la otra punta del rectángulo, sentados sobre el piso frío, porque es invierno. Lo veo a Claudio de perfil, con una campera de jean y una bufanda escocesa. Estábamos en 1973 y del uniforme no quedaba casi nada.
Es el primero en salir del aula, unos segundos después saldrán los demás en grupitos de a dos o tres. Claudio camina con pasos largos y se dirige directamente hacia el ventanal que da al patio, como si la clase lo hubiese agobiado y necesitara alejarse de todo y tomar aire. Se acerca a las puertas de vidrio, que se nublan con las bocanadas de su aliento y se queda absorto mirando hacia el patio vacío un rato largo.
El claustro se va llenando de voces de los que salen de las aulas, adelantándose al timbre, que suena unos momentos después, pero Claudio no parece registrar nada de eso. Ni él, ni ninguno de nosotros, sabe que un año más tarde, iba a velarse el cuerpo de Eduardo Beckerman, acribillado por las tres A, ahí mismo, en el amplio claustro de 6to.
Pero quizá Claudio ya tenía analizada una situación posible: en caso de que el soldado de la fila de adelante cayera, si esa fuera la circunstancia, el de la fila siguiente daría un paso al frente. Cuando mataron a Eduardo, me dio la impresión de que Claudio hizo, entonces, lo que había decidido y evaluado hacer hacía mucho, mucho tiempo antes.
Claudio aparece casi siempre sonriente en las fotos, de hecho, era alegre, sociable y casi siempre estaba con gente. Hace unos años, su hermana Mariana me mostró la carta que le mandó a su familia cuando dirigía un continente de la UES en una campaña político-social en Salta: con qué fresca ternura trata a sus padres y a sus hermanas.
Sin embargo, ahora pienso que la nitidez con la que recuerdo la escena es inexplicable, pero la escena en sí no es caprichosa: me mostró a lo largo de muchos años algo también esencial de Claudio: su gran reserva y reconcentración, hasta circunspección, diría. Solamente alguien que –bien o mal- se ha sopesado a sí mismo y a sus circunstancias, puede dar sin demora, cabalmente, y más allá de todo cálculo, un paso al frente, cuando la situación se le presenta. Y ese fue Claudio.
Publicado originalmente en claudioslemenson.blogspot.com.ar
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