miércoles, 18 de junio de 2014

Una inteligencia para América Latina

Por el Prof. Guzmán Carriquiry Lecour
Se está celebrando, especialmente en México, el centenario del nacimiento del prolífico poeta y ensayista mexicano Octavio Paz, Premio Nóbel de Literatura, nacido en Mixcoac, Ciudad de México, el 31 de marzo de 1914 y fallecido el 20 de abril de 1998. Se trata de una gran personalidad latinoamericana, uno de sus notables pensadores contemporáneos.
Paz escribió de sí “Abrí los ojos en un mundo regido por ideas de violencia y empecé a pensar en términos políticos a la luz de la convulsa guerra de España, el ascenso de Hitler, la dimisión de las democracias europeas, Cárdenas, Roosvelt y el New Deal, la Manchuria y la guerra sino-japonesa, Gandhi, los procesos de Moscú y la apoteosis de Stalin”. Más tarde, precisando su itinerario afirmaba lo siguiente “Al tratar de responder a la pregunta sobre México me di cuenta, en el camino, de que ser mexicano era ser latinoamericano, vecino de los Estados Unidos. En mi reflexión sobre la historia de México la vi como un fragmento de la historia de América Latina que, a su vez, es ininteligible sin la historia de España y Portugal, por una parte, y por la otra, sin la de Estados Unidos. Así, la pregunta sobre México me abrió las puertas de la historia universal”. Para completar este itinerario cabría señalar una referencia a las raíces y tradición católicas del pueblo mexicano, por las que se asomó a las puertas de la catolicidad. No es ésta deducción forzada, pues Paz tuvo también presente esta realidad en su producción ensayística.
Como homenaje a Octavio Paz se transcriben dos textos, que son, a la vez, homenaje a sus autores. Uno es el notable comentario de Alberto Methol Ferré, genial pensador uruguayo, al libro de Paz, “Tiempo Nublado”, publicado en 1986. Este comentario fue publicado en la revista “NEXO”, n. 19 (Montevideo, primer trimestre de 1988). El segundo texto también fue publicado en esta revista, n. 5, y se trata de una entrevista a Octavio Paz realizada por el bien recordado político y pensador yucateca, mexicano, Carlos Castillo Peraza. ¡Son textos que vale mucho la pena retomarlos y releerlos! G.C.
Una inteligencia para América Latina - Centenario del nacimiento de Octavio Paz 4
Comentario de Alberto Methol Ferré
a “Tiempo Nublado” de Octavio Paz
La comprensión de las tendencias actuales de la historia está nublada. Quizá no sea sólo la comprensión, sino también la realidad. Que la historia misma esté hoy en neblinas mayores que las habituales. Por eso los vigías profesionales en vez de esclarecer confunden más. Lo que fue supuesta claridad de los años 60 y comienzos del 70, es hoy mero residuo o desilusión. Los residuos empañan la vista de los comunicadores sociales, que son hoy los marchitos jóvenes del 68 o 73. Por eso hay que volver a sintonizar hoy la duración larga de la historia, sus grandes ritmos, y la duración corta del acontecimiento. Los sociólogos, economistas, politicólogos, marxistas y marxólogos, sedicentes científicos, no dan pie con bola. No encuentran la intersección de la duración larga y la duración corta, que configura el saber histórico profundo. Por eso, puede ser que -para tomarle el pulso al tiempo- sea la hora precisa de algún poeta. La hora de un poeta pensador. Y tal es en América Latina el mexicano Octavio Paz, en esta década de los 80.
Tiempo Nublado será un clásico de los años 80. Testimonia una insólita y sobria capacidad sintética de lectura de los signos de los tiempos, en un discurrir totalizador de nuestra realidad. Supone valentía, independencia de juicio y tranquila penetración. Conjuga su poética con una vasta erudición cultural e histórica. Paz es un poeta crítico, que linda con la filosofía de la historia, en el mejor sentido del término. Ocupa el vacío que nos dejó el obsoleto sociologismo de los años 60. Quizá sea el tanteo de un nuevo punto de partida,quizá nuestros sociólogos de mañana sean su descendencia. No sabemos, pero nos consta que sin un pacto con la poesía, con lo sagrado, no hay ni historia, ni filosofía, ni sociología que valga la pena.
Ahora en América Latina sólo nos quedan derrumbes intelectuales de la sociología, de la economía… los filósofos no se fueron, pues ni siquiera llegaron. De esos derrumbes, sobrevive un parloteo polvoriento, que forma niebla. Sólo nos queda en pie la literatura. Es nuestro mayor acontecimiento. La literatura latinoamericana dice palabras nuevas, originales. Sólo lo original puede ser matriz. Claro, cuando los literatos quieren pasar de nivel, es difícil que lo logren. Se vuelven tan convencionales como los demás, ésa es la mayor probabilidad, como por la derecha Vargas Llosa o por la izquierda García Márquez. Pero esa literatura latinoamericana no puede quedar estéril, exige su trascendencia. Desde otros, que pasen por ella, o desde ella dar el paso de nivel. Y ese pasaje es el que realiza Octavio Paz, a la comprensión de la historia contemporánea. Así, Paz puede configurar la más poderosa excepción latinoamericana en la neblina de nuestros días.
La inteligencia histórica de Paz tiene honda implantación en su pueblo, familia y biografía. México es lugar de las más altas culturas indígenas y del mayor esplendor de la Nueva España virreinal, la cristianización de indios y mestizos que al decir de Paz fue la gran revolución que se ha hecho en México, la más profunda y radical. Luego, las fracasadas reformas liberales, las élites divididas del pueblo, características del siglo XIX, y la explosión de la revolución popular mexicana en la primera mitad del siglo XX, se amalgaman sin verdadera síntesis en la actualidad. El padre de Paz acompañó a Zapata, lo más genuino de la revolución. Toda esta génesis está en tensión México es la más dramática frontera de América Latina con Estados Unidos. Estas raíces mexicanas son tan profundas, que el vendaval incesante del poder vecino norteamericano no ha logrado sacarlas. Así, también Paz ha penetrado en las entrañas bullentes de la gran potencia mundial. Por otra parte, se religa con Europa Occidental. Joven de izquierda fue solidario con la España republicana, compañero de anarquistas y marxistas, tuvo gran amistad con Víctor Serge. Por la España peregrina penetró en las raíces de Europa, trascendió a París por Breton y Elliot y llegó en sus itinerarios al extremo Oriente, quiso alcanzar las fuentes de la India. Hoy es el intelectual más independiente y crítico en su país, en lucha por la democratización del régimen anquilosado del PRI. Así, prosigue la tradición del gran José Vasconcelos, su indudable predecesor desde tantos ángulos. De tal modo, en Octavio Paz se anudan las’ más diversas corrientes, experiencias y exigencias. Puede decir mis raíces están en el barroco español, en el romanticismo y el surrealismo. Y claro, en su pueblo mestizo. El poeta comenzó su ruta pensadora con Laberinto de Soledad (1950) una reflexión sobre México, y con El Arco y la Lira (1956) una reflexión sobre la poesía. Una de las desembocaduras de ese camino, será Tiempo Nublado en 1983. El señorío de la visión, requiere amplia y variada preparación.
La captación histórica mexicana, con proyección latinoamericana, se concentra en tres nombres. José Vasconcelos, Leopoldo Zea y Octavio Paz. El gran fundador, el diseñador de los grandes caminos, José Vasconcelos. Luego, Leopoldo Zea con dos obras de lectura obligada América en la historia (1957) y Filosofía de la Historia Americana (1976). Pero Zea parece ya detenido en el pensador oficial del PRI y se ha dejado envolver por la pegajosa jerga izquierdista, granizo del pensar. Es mala tentación capitular ante la presión de las jergas. A América Latina le matan la inteligencia las jergas, que llevan siempre la amenaza de descalificación (por cuenta del Minotauro, ¿no?). Por eso, Zea no puede pasar de Martí, importante, pero en el conjunto, menor. No puede atravesar realmente a Vasconcelos. En cambio, Octavio Paz sí -salvo en el afincamiento de Vasconcelos en Cristo, insobrepasable- y toma la posta cuando Zea se desliza en la repetición. A ésta le condena su incapacidad última de trascender los prejuicios del anticlericalismo liberal decimonónico. Hubo un momento que Zea pareció en vías de superarlo, y fue lo mejor suyo. Pero no pudo seguir y reprimió parte de su alma. Se quedó en una visión tuerta, que descifra a medias la cultura latinoamericana. Es el precio de no tomar a fondo a la Iglesia en nuestros pueblos. Es casi no tomarse a fondo a sí mismo. Paz enfrenta más directamente la cuestión. Allí, aunque también fracase, va y ve más lejos.
Tiempo Nublado se divide en dos partes. La Primera, es una gran perspectiva mundial contemporánea, que termina en América Latina. La Segunda Parte se atiene más ampliamente en las oposiciones Norte-Sur, México-Estados Unidos y los problemas de la modernidad y la democracia entre nosotros. Un final titulado Crónica de la libertad cuyo eje es la Polonia de Solidarnosk, integraría mejor la Primera Parte, en su capítulo referente a la Unión Soviética y el marxismo.
Todo el libro supone una cierta filosofía de la historia y de la cultura de Paz. No está desarrollada sistemáticamente, pero se le presiente sistemática, y que podría recogerse muy congruentemente en todo el conjunto de la obra de Paz. Eso sería el principio de un diálogo en serio; sólo lo hay si se remonta a las experiencias o intuiciones primordiales. Nos bastan ahora estos apuntes suyos sobre civilización; Es la visión de mundo de cada sociedad pero asimismo es su sentimiento del tiempo hay pueblos lanzados hacia el futuro y otros que tienen los ojos fijos en el pasado. Civilización es el estilo, la manera que tiene una sociedad de vivir, convivir y morir. Comprende a las artes eróticas y a las culinarias; a la danza y al entierro; a la cortesía y a la injuria; al trabajo y al ocio; a tos ritos y a las fiestas; a los castigos y a los premios; al trato con los muertos y con los fantasmas que pueblan nuestros sueños; a las actitudes ante las mujeres y los niños, a los viejos y los extraños, los enemigos y los aliados; a la eternidad y al instante; al aquí y al allá … Una civilización no sólo es un sistema de valores; es un mundo de formas y de conductas, de reglas y excepciones. Es la parte visible de una sociedad -instituciones, monumentos, ideas, obras, cosas- pero sobre todo es su parte sumergida, invisible las creencias, los deseos, los miedos, las represiones, los sueños (pág. 141 y 142). Una sociedad se define esencialmente por su posición ante el tiempo. (pág. 153). Simone Weil fue particularmente preciosa pues mostró que la necesidad histórica no puede sustituir a la moral y que ésta se funda en la libertad de conciencia; al mismo tiempo, por su vida y su obra, Simone Weil nos enseñó que la moral no puede disociarse de la historia (pág. 55). Buscamos la totalidad porque es la reconciliación de nuestro ser aislado, huérfano y errante, con el todo, el fin del exilio que comienza al nacer. Esta es una de las raíces de la religión y del amor; también del sueño de fraternidad e igualdad. Necesitamos a un absoluto porque sólo él puede darnos la certidumbre de la verdad y la bondad de la totalidad que hemos abrazado (pág. 183). Y podríamos seguir el recorrido por este libro y el resto de su obra, y estarían a la luz las premisas de Paz en su calado histórico. Por ejemplo, agregamos de Pasión Crítica (SeixBarral.1985) Nuestras experiencias fundamen- tales son casi siempre instantáneas, pero no son históricas. Nuestras experiencias no son históricas pero nosotros lo somos. Cada uno de nosotros es irrepetible, pero la experiencia de la muerte o la del amor son universales y se repiten. La poesía nace de esa contradicción. Y más está hecha de esa contradicción (pág. 35). Para Paz la crisis contemporánea es, ante todo, la crisis del tiempo lineal; El mundo vive, desde hace ya años, no las consecuencias de la muerte de Dios sino la muerte del Proyecto. Ese Proyecto se llamó a veces Progreso, otras Revolución.  Ahora el mundo entero comparte nuestra desilusión asistimos al ocaso de las utopías, lo mismo las capitalistas que las socialistas (pág. 160 Y 161). El tiempo progresista se encarna en Estados Unidos, el tiempo revolucionario, en la Unión Soviética. Es un cambio de época en ciernes, es el fin del tiempo vivido como puramente inmanente, dominado por el éxtasis del futuro. Esto sería lo moderno del proyecto que termina en la modernidad.
De tal modo, la Primera Parte tiene su eje en la polaridad entre La Democracia Imperial (EE.UU.) y El Imperio Totalitario (URSS). Son dos capítulos verdaderamente brillantes.
La reflexión de Paz sobre Estados Unidos, su decadencia, la contradicción entre democracia e imperialismo, puritanismo y hedonismo, la expansión opresiva sobre América Latina, el futurismo, son de lo mejor que un latinoamericano haya escrito al respecto. Pienso, sin embargo, que el conflicto no es entre Calvino y Epicuro, sino que la crisis de la ideología dominante es más exactamente del protestantismo liberal. En este orden podrían ser iluminadoras las reflexiones del pastor luterano Richard Neuhaus, donde analiza ese desfonde y las insuficiencias radicales del pretendiente a sustituto, el revival fundamentalista, que acompañó a Reagan, y la chance que se abre a la Iglesia Católica en el gran vacío de esperanza que hay en la actual sociedad de consumo norteamericana (The Catholic Moment) así como el pasaje del centro de gravedad económico de Estados Unidos de Europa al Asia, y su creciente deseuropeización con la inmigración asiática y latinoamericana, que señalan Joel Kotkin y Yoriko Kishimoto (El Tercer Siglo El Renacimiento de América en la Era Asiática). Pero son observaciones que vienen ya al fin de la década del 80.
En relación al otro polo, el Imperio Totalitario, Paz condensa toda la crítica que ha desmitificado definitivamente al régimen soviético. Ya la naturaleza de la URSS es una evidencia para toda la inteligencia mundial. Esto es un hecho de los últimos años. La mitología de la patria socialista se ha derrumbado. La URSS ya no encarna las esperanzas que hicieron nacer a los socialismos. Es su negación. Ya toda la izquierda lo sabe perfectamente. El Estado confisca a la sociedad civil, el Partido al Estado, el Comité Político al Partido; y el Aparato ( secretariado) al Comité.  En la cúspide la dominación es dual la Policía vigila al Aparato y el Aparato a la Policía (pág. 62). El partido es en realidad una orden militar secularizada y secularista. Esta es la contradicción esencial por una parte, fosilización social y política; por la otra, continua renovación técnica e industrial. O la fosilización devora al cambio, o el cambio hace saltar la fosilización. Es el dilema que Gorbachov intenta resolver y a la vez evitar con la Perestroíka. Dadas las condiciones, parece misión imposible. Paz prolonga su análisis a la periferia del sistema soviético, desde Checoslovaquia y Polonia a Cuba y Nicaragua. Es muy difícil en América Latina ser claro respecto de Cuba y Nicaragua. Nadie ignora el papel siniestro del imperialismo yanqui en estos procesos, y no deja de regocijar al corazón latinoamericano las derrotas de ese imperialismo en Cuba y Nicaragua. Por eso es difícil hablar en voz alta de la otra cara de la moneda, también siniestra, que es el recambio stalinista. Paz se ha atrevido a señalar las dos cosas, y se han desencadenado sobre él las furias del aparato. Que un gran intelectual independiente y crítico del imperialismo yanqui como Paz, haya reafirmado el camino propio para América Latina, es índice también de que la vía cubana ha agotado su imagen e imantación en los pueblos y juventudes latinoamericanas. El tercerismo, es decir, el no querer subalternarse ni a Washington ni a Moscú, resurge en la inteligencia latinoamericana. Cuba ya no es más una inhibición para esto.
Paz hace una larga meditación sobre la revolución Tal vez la edad moderna ha cometido una terrible confusión quiso hacer de la política una ciencia universal. Se creyó que la revolución convertida en ciencia universal, sería la llave de la historia, el sésamo que abriría las puertas de la cárcel en que los hombres han vivido desde los orígenes. Ahora sabemos que esa llave no ha abierto ninguna prisión ha cerrado muchas. La conversión de la política revolucionaria en ciencia universal capaz de cambiar a los hombres fue una operación de índole religiosa (pág. 28). Paz se declara políticamente socialista, sin hacer del socialismo una sustitución religiosa. Pero la socialdemocracia no ha podido llenar el vacío que ha dejado el fracaso de la gran esperanza comunista. ¿Significa esto, como muchos lo pronostican, que ha llegado la hora de las Iglesias (pág. 28). Si así fuese, Paz se prepara para resistir, para reivindicar el papel de intelectual libre, enemigo de las ortodoxias. Creemos que aquí reside una gran confusión de Paz una apresurada identificación entre Iglesia y Partido Comunista, de ortodoxia religiosa y ortodoxia política. Estas cosas pueden ocurrir y han ocurrido en la historia, pero la diferencia es que la Inquisición es una corrupción de la Iglesia, no es inherente a la Iglesia, sino lo contrario de la Iglesia de Cristo. En tanto que la Inquisición forma parte de la naturaleza misma del marxismo leninismo. La crítica a la Inquisición, es una purificación a la Iglesia, en tanto que es destructora del marxismo leninismo en su esencia. La Iglesia, a Dios gracias, ha aprendido la lección y en el Concilio Vaticano II afirma que la libertad religiosa es la primera y fundamento de todas las libertades. Paz no distingue planos y niveles de ortodoxias. Hace un gran bulto ahistórico de la Iglesia. Asombran estas facilidades que se otorga Paz. Bueno es que vigile, pero también que discierna.
Esta circunvalación de la Tierra que hace Paz tiene momentos especialmente medulares con la India y la revolución iraní de los Ayatolas, los procesos significativos de China y Japón. Pero es hora de terminar, alcanzando a América Latina.
Aquí está nuestro mayor problema con Paz. Este plantea agudamente las cuestiones esenciales de la modernización latinoamericana, sus fracasos y exigencias. Pero siempre queda a mitad de camino. Esto merece la mayor atención, pero serían muchas páginas. Seamos pues sintéticos y perentorios Paz ve el gran fracaso del liberalismo decimonónico, pretende revalorar nuestras raíces para un nuevo punto de partida, pero no se libera de los estereotipos liberales más convencionales y groseros respecto de la Iglesia Católica. Y en tanto mantenga ese círculo, no podrá desarrollar lo más original de su propio pensamiento. Tal la gran contradicción de Octavio Paz. Hay graves insuficiencias en su apreciación histórica de la relación de Vitoria y Suárez, Trento, el neotomismo, etc. con la historia de América Latina. Su concepto mismo de modernidad nos resulta insuficiente. Esto merece amplia consideración y lo haremos en su oportunidad.
El atascamiento de Paz no es en esencia diferente al de Zea, pero penetra mucho más en el interior de la cuestión seguramente, por poeta. Por eso es también más indisculpable. Por ejemplo, no se pregunta cómo ha sido posible la realidad del Vaticano II y de Puebla, él que parecía como predestinado a entenderla. Sin embargo, la conversación que Octavio Paz tuvo con nuestro compañero Carlos Castillo (NEXO 5) alimenta la esperanza que esas oclusiones se destapen. Sería una bendición para él y para nosotros.
Y cerramos el comentario. Las ganas que queden, que se las saquen con Octavio Paz mismo.
Una inteligencia para América Latina - Centenario del nacimiento de Octavio Paz 1
Entrevista de Carlos Castillo Peraza a Octavio Paz
Cuando solicitamos la entrevista [con Octavio Paz], nos dijo ‘Soy pagano’. ‘Su respuesta -le dijimos- despierta en cualquier espíritu católico los instintos paulinos’. Y fuimos a hablar con él a su aerópago una casa-museo-biblioteca tal vez parecida al templo del dios desconocido.
Carlos Castillo Peraza ¿Por qué dice ser un pagano?
Octavio Paz Fue un desafío. Es absurdo decirse pagano cuando se ha nacido dentro de una sociedad católica, en la que los valores en que se cree son cristianos o son consecuencia del cristianismo. Pero sí siento nostalgia del paganismo, sobre todo por lo que tenía de tolerante. Ningún filósofo de la Antigüedad pensó que sus ideas, aunque le pareciesen verdaderas, le daban derecho para legislar sobre las creencias de los otros.
Tampoco la cultura griega desconoce del todo la libertad. Los héroes de la tragedia son víctimas del destino de su casa y sufren consecuencias pero, como lo dice Sófocles y lo ha subrayado Simone Weil, llegan a tener conciencia de su libertad. La tienen gracias a su conciencia del hado, es decir, a su interiorización del destino. La tragedia griega no es el único ejemplo. Los estoicos sabían que podía decir no. Epicuro afirmaba la libertad, no era un credo.
CCP Cuando usted dice ‘alguien me deletrea’, nos parece escuchar a Kafka trasladado de una prisión a otra, le queda la creencia de que ‘El Señor pasará casualmente por el pasillo y dirá a éste no debéis encerrarle de nuevo, viene a verme’.
OP Para mí la vida no es una prisión. Cuando dije ‘alguien me deletrea’ no sabía exactamente qué quería decir. Al releerme, como un lector más, me digo una de dos, o ese alguien es otro como yo o ese alguien está más allá de los hombres. Alguna vez creí que en Oriente, en el budismo, encontraría una respuesta, el nombre o un vislumbre del nombre de ese alguien. Pero descubrí que de Oriente me separa algo más hondo que el cristianismo no creo en la reencarnación. Creo que aquí nos lo jugamos todo, no hay otras vidas. Sin embargo, en Oriente descubrí una ‘vacuidad’ que no es la nada y que me hace pensar en el Uno de Plotino, una realidad que está antes del ser y del no ser. Tal vez ese Uno puede ser el que me deletrea. Pero de él no podemos decir nada.
CCP Sin embargo, como todos los que dicen que nada se puede decir de Dios, ya dijo usted mucho de Él…
OP Es fascinante comprobar cómo son parlanchines los partidarios del silencio. Por ejemplo, los místicos. No es menos impresionante ver cómo los pesimistas y los obsesionados con la muerte, como Quevedo, se preocupan por la perfección de la forma. Sucede lo mismo con los corrosivos aforismos de un escritor que admiro, Cioran están escritos en un francés clásico, del siglo XVII. Las civilizaciones atraídas por la muerte se enamoran, por compensación, de la forma y erigen hermosos mausoleos que son templos vacíos. Templos a la negación.
CCP ¿Cuáles han sido sus relaciones con la religión católica?
OP Un día, en Goa, en el centro de una civilización que no era la mía, entré en la vieja catedral. Celebraba la misa un sacerdote portugués, en portugués. La escuché con fervor. Lloré. No sé todavía si descubrí algo. Tampoco si recordé mi infancia -yo iba a misa- o si reviví mi vida en la parroquia de Mixcoac. Pero sentí la presencia de eso que han dado en llamar la otredad. Mi ser otro dentro dentro de una cultura que no era la mía. Mi identidad histórica.
CCP ¿Tiene algo que ver su identidad histórica con el catolicismo.
OP La gran revolución que se ha hecho en México, la más profunda y radical, fue la de los misioneros españoles. En el ser del mexicano está el pasado prehispánico indígena pero, sobre todo, está el gran logro de los evangelizadores hicieron que un pueblo cambiara de religión. En esto ha fracasado el liberalismo y ha fracasado la modernidad. Esto yo no lo sabía, pero lo adiviné cuando escribí El laberinto de la soledad. Esta obra mía es un intento de diálogo con mi ser de mexicano y en el centro de ese diálogo está la religión, como lo está en mi ensayo sobre la poesía, El arco y la lira. No soy creyente pero dialogo con esa parte de mí mismo que es más grande que el hombre que soy porque está abierta al infinito. En fin, en México se logró la gran revolución cristiana. Ahí están los templos, ahí está la Virgen de Guadalupe y ahí está mi emoción en la catedral de Goa. El diálogo de un no creyente mexicano con ustedes es un diálogo con una parte de nosotros mismos.
CCP Usted parece decir que el problema esencial del hombre es religioso…
OP El problema esencial del hombre es que, siendo hombre, no es sólo eso. Hay en los hombres una parte abierta hacia el infinito, hacia la otredad. Las estrellas que miro, en mi poema, iluminan la hermandad de los huérfanos. O la verdad que vieron en el cielo estrellado el neoplatónico Ptolomeo y el cristiano San Juan y que nos trasciende a todos. Mirada hacia el cielo, el infinito y también su mirada hacia la muerte.
CCP ¿No cae usted en el gnosticismo?
OP Tal vez. Pero lo que quiero decir es que las respuestas filosóficas no son suficientes. Yo tengo una amiga que es monja católica y que vivió muchos años en la India. Ella dice ahora que no se sabe qué es, salvo que es contemplativa…
CCP ¿Por qué rompió usted con el catolicismo?
OP Para mí el cristianismo era el orden y la burguesía. Soy ‘hijo de mi siglo’ y mi rebelión juvenil tenía que ser obra de demolición.
CCP ¿Es usted ateo?
OP Hay palabras muy gastadas. Con los surrealistas aprendí que hay fervor y fe en algunos ateísmos. Breton era un temperamento religioso a pesar de que era violentamente ateo. Él me dijo alguna vez que su ateísmo era como la apuesta de Pascal, pero al revés. No era un escéptico. El surrealismo fue un síntoma del vacío de la cultura de Occidente y una rebelión contra ese vacío. Por esto fue también un momento importante de la crítica a la modernidad. Breton creía en el ocultismo y estaba fascinado, en el sentido fuerte de la palabra, por la tradición hermética. A mí, en cambio, esta tradición me atrae y me intriga pero no me conquista. Soy escéptico. Mi rebelión contra el cristianismo fue contra la modernidad.
CCP Pero el catolicismo es para usted poco moderno, según ha dicho.
OP Tiene usted razón. En realidad, mi rebelión fue contra la institución. Eran los años en que la Iglesia de España estaba muy cerca de Franco. Después de la guerra y del estalinismo, vino la decepción del marxismo y no me quedó sino la poesía. Creí en la frase de Rimbaud la poesía podía cambiar la vida.
CCP. ¿Qué le satisface hoy?
OP No puedo responder. Van respondiendo mis obras. Dije que ‘alguien me deletrea’ dialogo conmigo mismo, con esa parte de mí mismo que no se reduce a la razón.
CCP ¿Qué le critica ahora a la modernidad?
OP Al capitalismo, lo mismo que decía Marx haber enfriado la vida humana en las aguas del cálculo egoísta. Al comunismo, querer imponer la comunión obligatoria. Sin embargo, cuando critico al capitalismo no me olvido de que el liberalismo es la democracia, la herencia liberal tolerante del siglo XVIII. Y aquí me entra la nostalgia por el paganismo tolerante…
CCP ¿No son liberalismo y marxismo frutos de la misma matriz?
OP El marxismo es el tiro por la culata de la Enciclopedia. Trata de realizar en la historia el reino de la razón y la libertad pero acaba por imponer la superstición y la esclavitud. Es una fe militante como el Islam. Sólo que el Islam afirma que todos los hombres son hijos de Dios y deja puertas abiertas al infinito mientras que el marxismo-leninismo es una pseudorreligión. O más exactamente una ideología, una creencia y que cree que es ciencia.
CCP ¿Concibe usted la lucha por una sociedad plural sin los católicos? ¿Puede haber pluralismo real si la vida pública es sólo para los laicos?
OP Durante algún tiempo fue necesario laicizar la vida política mexicana, dado el carácter religioso militante del Estado español. Ya no. Hay que integrar. En México, los católicos se aislaron. No siempre fue así la Independencia tuvo detrás a los jesuitas, los liberales tuvieron interlocutores católicos de altura. Sin embargo, desde la mitad del siglo pasado los católicos se automarginaron. Sólo los poetas, como López Velarde, se atrevieron a ser católicos. Después hubo también pensadores. Pero Vasconcelos es más romántico que católico. Esta marginación debe desaparecer. No por donde piensan los teólogos de la liberación; más bien debe recuperarse la herencia de las teologías de la libertad. Pienso en los teólogos españoles del siglo XVI. Esto nos haría más fácil a los no creyentes dialogar porque nos pondría ante una parte sepultada de nosotros mismos. Algo tenemos que hacer todos los verdaderos liberales para sacar a este desdichado país del monólogo en que vive.
CCP ¿Qué monólogo?
OP En realidad son varios monólogos el monólogo del poder, monólogo del marxismo, el monólogo de los católicos marxistas que sólo se oyen a sí mismos como el padre Cardenal, el monólogo de los que estamos fuera de la Iglesia, el monólogo de los católicos…
CCP ¿Tiene usted una obsesión antieclesiástica?
OP Es fruto de mi pasado intelectual. De mi rebelión juvenil contra una estructura jerárquica y contra una administración. Veo en la Iglesia no sólo una comunidad de fieles sino a una institución cuyo modelo histórico fue el Imperio romano. Por otra parte, en lo esencial, en lo íntimo, estoy más cerca de Pelagio que de San Agustín, y más cerca de Molina que de Pascal.
CCP ¿No le parece un angelismo pedir que una comunidad de fieles carezca de una jerarquía?
OP Sí, pero las rebeliones juveniles como la mía son angélicas… o diabólicas…
CCP ¿Por qué siempre que habla de ángeles en seguida menciona a los demonios y cuando se refiere a Dios inmediatemente menciona al diablo ¿Es para darse una protección de intelectual liberal?
OP Un hombre con mi pasado tiene que ser cuidadoso para no desatar ciertas iras. Además, el diablo es una realidad en la existencia humana. Es la presencia del mal. Y el mal es un misterio para el que no tienen respuesta ni Marx ni los liberales, ni Epicuro, que se resigna ante él pero que no lo explica.
CCP ¿Cuál es la gran herejía de nuestro siglo?
OP Haber sustituido a Dios por la historia. Si se es ateo, hay que vivir en la negación o en la privación de Dios, no inventar sucedáneos quiméricos que son verdaderos testaferros afectivos o intelectuales. La historia, por lo demás, en un sentido riguroso realmente no existe no es una substancia ni una entelequia. La historia es nosotros, los hombres. Divinizar a la historia es divinizarnos a nosotros mismos. La historia es horrible como un ídolo y también, como todos los ídolos, fascinante. Pero no existe es una ilusión, una proyección de nuestros sueños y terrores. No niego, claro, al pasado ni a los procesos históricos los hombres, las sociedades, las culturas. En cuanto a la vieja pregunta ¿la sucesión de actos y de obras que llamamos historia es racional, contesto creo que a estas alturas nadie se atrevería a afirmarlo. Tampoco digo que sea un proceso enteramente irracional. La historia no carece de sentido o, mejor dicho, de sentidos. La historia no es una es plural. Hay tantas historias como civilizaciones y, dentro de cada proceso histórico, aparecen distintos sentidos y caminos, unos convergentes y otros divergentes. La sociedad humana es, como el universo, una realidad enigmática y difícilmente descifrable. Sin embargo, no es el resultado de la ciega casualidad. Lo dijo Einstein Dios no juega a los dados con el universo. Esto es, quizá, lo que también quiso decir Mallarmé en su célebre poema el azar obedece a una lógica que desconocemos. En fin, hay algo que me conturba como a todos los que se han asomado a la física moderna sabemos muchas cosas del universo, pero todavía ignoramos cómo nació y cómo morirá. Desconocemos la última y la primera palabra. Son los vulgarizadores de la ciencia los que pretenden que ésta tiene una solución para todo.
CCP ¿Es usted optimista en relación con América Latina?
OP Sí y no. Las democracias vuelven, las dictaduras terminan. La democracia no es la solución de todos los problemas pero sí es el camino para, entre todos, buscar soluciones. Usted debe aceptar, sin embargo, porque es cristiano, que la historia es perdición.
CCP No. Los cristianos sabemos que la historia es salvación.
OP La historia es valle de lágrimas, es el tiempo de la prueba, el lugar de la prueba. La salvación y la condenación personales son posibles para los cristianos pero la historia es lugar de prueba…
CCP ¿Se siente usted hombre de fe, hombre de religión, hombre de Iglesia?
OP No lo sé. Mentiría si digo que lo sé. Yo sigo buscando. Alguien me deletrea…

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