La creación de una nueva secretaría en el ámbito del Ministerio de Cultura
generó una metralla de ironías, comentarios socarrones y algunas críticas. El
nombre es un poco pomposo, pero los desprecios apuntaron al fondo de la cuestión
y la mayoría, con mucha ignorancia. Hubo quienes le auguraron al nuevo
secretario, el filósofo Ricardo Forster, un descenso fulminante del mundo
académico al de la plebe. En algunos ámbitos la palabra “nacional” eriza los
pelos, se la relaciona con los “flor de ceibo”, como se les decía
despectivamente a los intelectuales peronistas “porque crecen en cualquier
parte” y no son “cultivados”. Son expresiones de otros tiempos en que se
despreciaban las formas de pensamiento que trataban de vincularse con los
movimientos populares. La cultura argentina tiene un rasgo dominante a izquierda
y derecha, desde liberales a conservadores.
“No hay batalla entre la civilización y la barbarie, sino entre la falsa
erudición y la naturaleza. El hombre natural es bueno, y acata y premia la
inteligencia superior, mientras ésta no se vale de su sumisión para dañarle, o
le ofende prescindiendo de él... Las repúblicas han purgado en las tiranías su
incapacidad para conocer los elementos verdaderos de su país, derivar de ellos
la forma de gobierno y gobernar con ellos. Gobernante en un pueblo nuevo quiere
decir creador.” No era Sarmiento el que escribía así. Era José Martí, que
publicó Nuestra América en parte como respuesta a la Civilización y barbarie de
Sarmiento. “Las razas americanas viven en la ociosidad, y se muestran incapaces,
aun por medio de la compulsión, para dedicarse a un trabajo duro y seguido. Esto
sugirió la idea de introducir negros en América, que tan fatales resultados ha
producido”, decía Sarmiento para quien la civilización estaba expresada en
Europa y en Norteamérica y la barbarie en América latina y el resto del mundo.
Son dos visiones de la misma realidad, la de Martí y la de Sarmiento.
Sarmiento era “nacional” porque había nacido en Argentina. José Martí no, porque
era cubano de origen español. El pensamiento no tiene nacionalidad. La génesis
cultural argentina se desarrolló bajo la poderosa impronta del pensamiento
sarmientino: una cultura “nacional” que renegaba de lo “nacional”. Casi todos
sus análisis eran etnicistas y supremacistas, planteaba la supremacía de
europeos y norteamericanos sobre indios, criollos, mestizos y españoles, etnias,
culturas y nacionalidades que formaban la Nación Argentina. Sarmiento era
“nacional” porque había nacido en Argentina, pero cuando se expresaba
despectivamente de indios y criollos, de sus costumbres y hasta de su aspecto
físico, nadie puede decir que su pensamiento reivindicara esos caracteres que
también eran “nacionales”. Se puede decir que Sarmiento era “nacional” por su
origen, pero que el contenido de su pensamiento no era “nacional”.
En Nuestra América, José Martí dice que “ni el libro europeo ni el libro yankee
daban la clave del enigma hispanoamericano. Se probó el odio y los países venían
cada año a menos (...) De nuestra América se sabe menos de lo que urge saber,
aun por aquellos que fungen de opinadores en las cosas públicas y celebran a los
Estados Unidos con tanta pasión como la que ponen en denigrar a los demás
pueblos de América”. Martí no era “nacional” porque no había nacido en
Argentina, pero reivindicaba los componentes culturales nacionales, en este
caso, de los pueblos que componían la Nación Latinoamericana. Era un extranjero
que tenía un pensamiento “nacional”. De alguna forma hay que llamarlo y no es
por el origen, sino por sus contenidos.
Con el pensamiento marxista o de izquierda hubo un proceso parecido. José Carlos
Mariátegui era peruano, no era “nacional”, pero decía que el socialismo se
construía a partir de las experiencias de las culturas originarias
latinoamericanas, de las comunidades ayllu incaicas. Victorio Codovilla y Juan
B. Justo fueron los fundadores en Argentina del Partido Comunista y el
Socialista, respectivamente. Codovilla era uno de los dirigentes más importantes
de la Komintern, que era controlada por la URSS. Primero era de la Komintern y
después del PCA, y de hecho, sus restos quedaron en el Kremlin de Moscú. Su
pensamiento se enfocaba desde Moscú para mirar a la Argentina, e incluso para
mirar Latinoamérica, donde la Komintern se opuso a la lucha de Augusto Sandino
en Nicaragua y al gobierno nacionalista de Lázaro Cárdenas en México, entre
algunas de las causas populares que molestaban a la URSS. Juan B. Justo era un
admirador de los Estados Unidos y pensaba que cuando ese país invadía a otro
latinoamericano, estaba llevando el progreso. Mariátegui era peruano, no era
“nacional” por origen, pero pensaba con ese contenido. Codovilla y Juan B.
Justo, en cambio, eran argentinos, pero cada uno enfocaba su pensamiento desde
otro centro de interés o punto de vista.
Sin embargo, entre los comunistas hubo pensadores como Rodolfo Puiggrós, que
tenía una visión “nacional” opuesta a la de Codovilla. Y lo mismo en el
socialismo, donde Manuel Ugarte tenía una mirada antiimperialista y
latinoamericanista opuesta a la de Juan B. Justo. Puiggrós y Ugarte fueron
expulsados de sus partidos, donde primaron las otras miradas. Los dos se
mantuvieron fieles a su pensamiento, lo que no fue obstáculo para que Perón
designara a Puiggrós al frente de la UBA y a Ugarte como embajador. En esa idea
nacional confluyen marxistas, cristianos, humanistas, radicales y otras
corrientes de pensamiento.
El pensamiento “nacional” no es el pensamiento “argentino”. Sería como decir que
los existencialistas vienen de un país que se llama “Existencia”. El pensamiento
argentino es mucho más amplio y diverso. Dentro del pensamiento “argentino”, el
pensamiento “nacional” siempre fue una minoría, quizá por esa poderosa impronta
que le dejó Sarmiento y que termina de cuajar en el proyecto de Roca y la
generación del ’80 y después en los decantamientos que se van produciendo en las
izquierdas locales que asumen en forma íntegra y acrítica la carga sarmientina
despreciativa de ese acervo cultural identitario. Las imágenes del “cabecita
negra”, del “grasa”, o del “aluvión zoológico” que describen al obrero peronista
se emparientan con algunas descripciones que hace Sarmiento del gaucho y los
indios en el Facundo, civilización y barbarie.
En todos los países de América latina hay corrientes de pensamiento que expresan
supremacías y que ocultan o justifican esquemas de dominación de clase o de
preponderancia de culturas extranjeras. En países donde la inmensa mayoría es
mestiza o de pueblos originarios, los funcionarios son blancos y la educación,
las publicidades y los medios de comunicación promueven pautas y valores que
relegan y desprecian a esas mayorías para que se asuman como inferiores. El
primer gobierno originario de América latina es el de Evo Morales en Bolivia y
tuvieron que pasar 200 años desde la Independencia.
En Nuestra América, José Martí no habla de supremacía de una identidad cultural
sobre otra –como hace Sarmiento–, sino de la necesidad de que cada quien asuma
la suya como comienzo liberador. Es el ABC. Las ideologías de dominación buscan
que las mayorías se sientan inferiores para poder dominarlas. “Nacional” es una
forma de definir la búsqueda de esos hitos de identidad para construir formas de
relacionamiento igualitarias con otras identidades y formas culturales
distintas.
Hay otro párrafo del escrito de Martí que dice: “La universidad europea ha de
ceder a la universidad americana. La historia de América, de los incas a acá, ha
de enseñarse al dedillo, aunque no se enseñe la de los arcontes de Grecia.
Nuestra Grecia es preferible a la Grecia que no es nuestra. Nos es más
necesaria. Los políticos nacionales han de reemplazar a los políticos exóticos.
Injértese en nuestras Repúblicas el mundo; pero el tronco ha de ser el de
nuestras Repúblicas”.
Lo nacional en América latina no tiene nada que ver con el franquismo, aunque
usen el mismo adjetivo, ni con el ser nacional del militarismo. En América
latina, lo nacional está relacionado siempre con sectores populares de obreros,
campesinos, criollos, inmigrantes y pueblos originarios y con una idea de
comunión latinoamericana. Cuando se habla de nacional y popular en América
latina se piensa en esos términos. Pero en Argentina la academia está más
acostumbrada a comparar todo con Europa y Estados Unidos.
07/06/14 Página|12
Buena reflexión. Perofalta mostrar qué tiene de "nacional" (o mejor dicho Nacional sin comilla), el pensamiento de Forster
ResponderEliminarLo nacional es todo aquello que se piensa desde nuestra historia, tradición,cultura e IDENTIDAD.
EliminarSea propio o extranjero.
Si Forster trabaja con nuestros pensadores y con los extranjeros para encontrar respuestas a nuestra Nación , es nacional su pensamiento que además debe ser colectivo.
GB