Siempre he sostenido que la Verdad finalmente triunfa, aunque pasen muchos años.
En la contratapa anterior escribí que Alemania había puesto a disposición del
público los documentos oficiales entre el gobierno alemán y la última dictadura
militar sobre la desaparición de personas. En los mismos se comprueba que al
país europeo le interesaban mucho más los negocios que se hacían con los
militares argentinos –entre ellos los de armas– que la Etica.
Ahora se ha dado un segundo paso de esa conducta. Altos funcionarios alemanes
han reconocido que en aquella época no hicieron nada para salvar la vida de la
joven alemana Elisabeth Käsemann, “desaparecida” por la brutal dictadura de los
militares argentinos.
Esas declaraciones aparecen en el film documental alemán Elisabeth Käsemann, que
acaba de estrenarse en Alemania.
Me toca muy a fondo este caso. Estando en el exilio fue uno de los temas por el
cual más luché. Cuando circuló la noticia en Alemania –donde vivía en ese
momento– de que había “desaparecido” la joven estudiante alemana Elisabeth
Käsemann en Buenos Aires, nos pusimos a trabajar para que el gobierno alemán
hiciera las reclamaciones necesarias a fin de protegerla. Fuimos tratados en
aquella ocasión con absoluta frialdad por miembros del gobierno del primer
ministro Helmut Schmidt (de la socialdemocracia). Hasta que finalmente se
comprobó que los militares argentinos la habían asesinado alevosamente. Las
gestiones fueron múltiples, apoyadas por los organismos germanos de derechos
humanos y por las autoridades de la Iglesia Evangélica alemana, ya que dicha
prisionera era hija de un pastor protestante muy conocido en Europa por sus
escritos.
Pero el gobierno alemán no hizo ningún esfuerzo. Hasta que llegó la noticia que
había sido acribillada a balazos por la espalda poco después de ser sacada de la
cárcel. El gobierno alemán no presentó ninguna protesta ni exigió ninguna
investigación. Por su parte, la dictadura militar hizo aparecer como si la joven
mujer fuera una peligrosa guerrillera. Elisabeth Käsemann era estudiante de
sociología y se dedicaba en Buenos Aires a estudiar el caso de nuestras villas
miseria y dar ayuda a sus habitantes. Había sido detenida y el gobierno alemán
hubiera tenido suficiente tiempo para lograr liberarla y trasladarla de regreso
a su país natal. Pero no hizo nada.
Lo acaba de reconocer en el film alemán nombrado nada menos que un ministro de
gobierno de aquel entonces, Klaus von Dohnanyi. Es que justo en esos días el
equipo de fútbol de Alemania jugaba un partido con la Selección Argentina. Y
funcionaba como el primer escalón al Campeonato Mundial de Fútbol que se
realizaría en Buenos Aires.
El documental informa además que el 22 de marzo del ’77 Amnesty International
señaló, en base a declaraciones de una ex prisionera, que Elisabeth había sido
secuestrada y enviada a un campo de concentración. Hizo esta acusación ante el
ministro de Relaciones Exteriores alemán, pero éste no tomó ninguna medida.
Luego de 37 años de silencio el otrora ministro habló ante la televisión y dijo
que “hubieran bastado dos llamados telefónicos de ese ministerio a la dictadura
militar argentina para salvar a esa joven mujer”. Además, añadió el ex ministro:
“cuando yo veo hoy el libro de actas del caso de la joven Käsemann, queda claro
que era falsa la calificación de terrorista, ella era una pacifista interesada
por lo social y no se la podía sospechar de terrorista”. Esto lo dice hoy el ex
ministro. Un poco tarde.
También hablan en el film jugadores alemanes que concurrieron a jugar a Buenos
Aires con el seleccionado argentino a pesar de la dictadura militar y de la de-saparición
en ese país de ciudadanos alemanes. El arquero alemán Sepp Maier declara que se
hizo porque la Argentina había ayudado con su voto y el de otros países
latinoamericanos para que el próximo Mundial de Fútbol se jugara en Alemania.
Sepp Maier dice hoy ante las cámaras: “Ese arreglo fue una gigantesca
porquería”. El silencio ante el crimen por un arreglo mezquino.
El ex ministro alemán von Dohnanyi agrega: “Yo mismo me pregunto: ¿por qué no
tomé alguna decisión. Yo estaba con mi cabeza con los problemas de Europa. Pero
en esos casos de derechos humanos hay que estudiarlos e intervenir. Aún más
–agregó–, se hubiera podido hacer fuerza para no vender armas a la dictadura
argentina y no otorgarle préstamos financieros”.
Como decimos. Elizabeth realizaba trabajo social en las villas miseria de Buenos
Aires. Y con la inglesa Diana Austin ayudaba a los perseguidos por la dictadura.
“Por eso –agrega el ex ministro– sería un error poner a Elisabeth en la lista de
terroristas. Ella era una mujer preparada especialmente en el trabajo social de
ayuda a los necesitados.” Por su parte, el diputado socialdemócrata alemán Klaus
Thusing acusa directamente al ex ministro de “impedir todo acto oficial para
salvar a la prisionera de la dictadura”. Y agrega que, “por ejemplo, se hubiera
podido dejar de lado el partido de fútbol entre los dos seleccionados para
exigir la libertad de Elisabeth”.
El juez argentino Rafecas señala en el film: “si el gobierno alemán hubiese
protestado, la dictadora habría dado seguramente la libertad de Elisabeth
Käsemann”.
Todas pruebas de cómo gobiernos democráticos negocian tratados de comercio con
las peores dictaduras. Una conducta que explica porqué esas dictaduras también
se sostienen por lo actuado por los países que se dicen democráticos.
Recuerdo cuando fui al cementerio a visitar la tumba de Elisabeth, una vez que
sus restos fueron descubiertos en una sepultura masiva y trasladados a Alemania.
Fui con sus padres. El dolor profundo de ellos. Mi vergüenza como argentino de
que eso hubiese ocurrido en mi patria.
Cada vez que se cumpla un aniversario del asesinato de ella –que figura como un
“tiroteo” en los diarios de Buenos Aires–, la Embajada de la Argentina en
Alemania debería depositar una corona de flores en la tumba de la joven mujer
que viajó hacia nuestras tierras a ayudar a nuestras madres y niños pobres y
encontró la muerte.
07/06/14 Página|12
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