lunes, 3 de marzo de 2014

La relación con el gigante asiático

Producción: Tomás Lukin
debate@pagina12.com.ar


Riesgo de reprimarización


Por Luciano Bolinaga *

España monopolizó el comercio con las colonias y aseguró su acceso a los recursos naturales en el Río de La Plata hasta 1809. Inglaterra emergió como nuevo socio comercial. La ruta a Cádiz fue remplazada por la de Liverpool y se abandonó el modelo mercantil por uno caracterizado por la primacía de las actividades pecuarias, las cuales cimentarían el modelo agroexportador argentino. Operando en el comercio internacional según las fuerzas de oferta y demanda, los talleres y obrajes criollos no pudieron competir con la producción industrial de las fábricas de Manchester que desembarcaba en el puerto de Buenos Aires. Esa coyuntura fue demarcando la inserción comercial internacional no sólo de Argentina sino de toda América latina (AL).
Dos siglos más tarde han cambiado los jugadores mas no las reglas del juego. La influencia de las grandes potencias orientó la estructura productiva de AL hacia la explotación de productos primarios y sus derivados: un modelo extractivista. Se promovió el comercio de materias primas por manufacturas y no el intraindustrial. Mal que nos pese, AL continúa erigiéndose como proveedor de materias primas.
A principios del siglo XXI emerge un nuevo orden internacional, se relocaliza el epicentro económico sobre el Pacífico Norte como consecuencia del ascenso de China. Se reconfiguró el comercio internacional y se incrementó el nivel de precios de los commodities, dada la demanda de la modernización en China. El país asiático representa más del 40 por ciento del consumo mundial de zinc, aluminio, cobre, carbón y carne de cerdo. Es el principal consumidor mundial de trigo, soja, arroz y carne. En este contexto, las potencias tradicionales debieron ceder espacios frente a la influencia china que emergía en diferentes partes de la periferia.
Desde 2004 China puso un pie en AL de forma pacífica pero abrupta: a) ha sido reconocida como “economía de mercado” por diferentes países de la región; b) ha impulsado las llamadas “asociaciones estratégicas”; c) redujo el reconocimiento hacia el gobierno de Taiwan; d) Beijing integró la misión de paz en Haití; e) ha negociado bilateralmente tratados de libre comercio, entre otros ejemplos. El discurso chino promulga un mundo multipolar y un sistema comercial multilateral donde los países se relacionen en igualdad de condiciones, no obstante se adoptó una política que profundiza el uso de la negociación bilateral, donde la asimetría de poder juega a su favor.
El comercio de China con AL reflota el tradicional modelo de intercambio entre países centrales y periféricos, lo cual se constata en dos factores: a) la composición sectorial de las exportaciones hacia China y b) la concentración de las mismas en escasos rubros, sin duda vinculados con los productos primarios. Según la Cepal las exportaciones de AL hacia China pasaron de 0,7 por ciento en 1990 al 9 por ciento en 2011, tendencia que se mantiene. La región se convirtió en el principal proveedor de China en lo que atañe a la soja, mineral de hierro, cobre, níquel, harina de pescado y otros productos primarios. Veamos la composición sectorial de la exportaciones de los países de AL hacia China en los últimos años: Argentina concentró el 75 por ciento en el complejo oleaginoso; Colombia el 90 por ciento en aceites crudos de petróleo o mineral bituminoso; Perú y Chile en cobre, hierro y sus derivados; Brasil se convirtió en el primer proveedor de granos de soja; el 87 por ciento de las venezolanas refirieron a petróleo y sus derivados; las ventas de Bolivia concentraron el 88 por ciento en minerales y sus derivados. De los casos analizados sólo México demostró mayor diversificación en sus exportaciones, aunque también adolece del mayor déficit comercial con China.
Quien no esté dispuesto a favorecer la reprimarización de su estructura productiva deberá vérselas con Beijing, y de ahí que la academia hable de un “consenso de los commodities”, al que algunos ya postulan como el “consenso de Beijing”. El “socio chino” no parece interesado en la industrialización sino en la reprimarización productiva. Se trata de una tendencia constante en la relación entre ALC y las grandes potencias. Tras dos siglos la región sigue presa de la fluctuación internacional de los precios de commodities y eso nunca promovió la industrialización de las estructuras productivas. En el caso argentino, ese modelo extractivista termina de manifestarse por la compra del 60 por ciento de Bridas por la China’s National Overseas Oil Co. y recientemente el 51 por ciento de la compañía cerealera Nidera por China National Cereals, Oil & Foodstuffs.
* Doctor en Relaciones Internacionales. Becario posdoctoral del Conicet. Autor del libro China y el epicentro económico mundial del Pacífico Norte.

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