Réplicas del tahur monedan la calle.
Organillos de cartón musiquean niños.
Púberes de cerrazón alegran viudeces.
Patios de barro escombran malvones.
Lámparas de kerosene alumbran tapias.
Cinceles de alondras son gárgolas de la piedad.
Iglesias sin parroquias velan muchedumbres de pan.
Sitio de Buenos Aires algún rincón de yuyos verdes.
Pasa la novia de ayer y gime el corazón tierno del cantor.
Convoy errante de un carnaval sin mascaritas, con redobles
Carolinas y payasos de un campito lonero.
Empedrado el tranway se mece entre obreras
lánguidas, muchachos ígnaros, viejas sin sedas,
ancianos de caracol, chimeneas sin campanas,
rumbos sur, estatuas plebeyas del arlequín.
Enredaderas, glicinas, milongas, lugares comunes
del pobrerío rante, mishia, marrón, cocoliche,
zapatero sin sones, albañil de mansiones,
no dueños de milagros.
Quiera la vida larga del hambre no centellear en las fogatas,
papa y batata dulzona acaramelame el alma
que mañana llueve y un frío me recorre como
un ventarrón, desde la boina hasta el corazón.
GB
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