Uniendo mentiras con datos inventados, Jorge Lanata, el periodista que antes se peleaba con Jose Luis Manzano o Ernestina Herrera de Noble, ahora elige agarrársela con los trabajadores de la Agencia Nacional de Noticias.
A esta altura de los acontecimientos, cualquier desprevenido sabe que ante un mismo hecho, por ejemplo la sanción de la Ley de Matrimonio Igualitario, los diarios La Nación y Página/12 tendrán opiniones y abordajes diferentes. ¿Cuál miente? Ninguno. Se trata sólo de líneas editoriales distintas. ¿En cuál trabajan periodistas militantes y en cuál periodistas profesionales? En ninguno. O en los dos, porque hacer ese planteo es absolutamente falaz. Ni La Nación, ni Página 12 se presentan como medios neutrales y objetivos. Tampoco lo hace la Agencia Nacional de Noticias.
Sin embargo, Lanata sí: nos quiere convencer a los argentinos de que él pregona una verdad objetiva, aún cuando un profuso archivo lo muestra exponiendo en el pasado posturas antagónicas a las que hoy ofrece como verdades. ¿Cúando mentía? ¿Antes o ahora? ¿Qué cambió en el medio? Nada, sólo el que figura como patrón en el recibo de sueldo.
En Télam, la gran mayoría de los trabajadores vive día a día en un clima de pleno respeto a las condiciones laborales que establece el convenio y de libre despliegue de una intensa vida sindical. Muchas de las aseveraciones vertidas por Lanata, desde la mentira acerca de que sólo viajan los gerentes hasta la afirmación de que la nueva sede periodística “no tiene nada que ver con una redacción”, no necesitan ser desmentidas. Lo que en cambio sí se vuelve imperativo es echar luz sobre las falsedades para enriquecer el debate sobre la necesidad de profesionalizar nuestra actividad, el periodismo.
En este sentido, sería bueno intercambiar opiniones sobre cómo la línea editorial es la perspectiva de un medio de comunicación, su mirada de la realidad y el punto de partida desde el cual se organiza su servicio periodístico; debatir sobre si el público en general lo sabe, o lo intuye; reflexionar sobre la discusión ideológica que subyace detrás de toda información o “noticia”, sobre todo cuando proviene de alguien que advierte la efectivización de trabajadores como algo negativo, señala que una empresa del Estado es “demasiado grande”, y dice que un militante no se hace preguntas porque "es un creyente".
Pero esas cuestiones, dignas de una discusión seria, están escondidas detrás de mentiras que tuercen la discusión hacia un lugar más básico y primigenio, y que tiene que ver con un pilar indiscutible de nuestra tarea que -Lanata asegura- distingue a militantes de periodistas: la capacidad de dudar y preguntar. Quien sugiere “falta de profesionalismo” en la Agencia de Noticias Télam debería empezar ejerciendo una de las prácticas básicas que demanda la profesión: chequear la información. Consultar e interrogar a quienes supone protagonistas de alguna noticia para obtener su versión, le permitiría, al menos, abandonar por un rato la batalla contra los datos, verdadera batalla cultural emprendida hace años por los medios monopólicos.
Así, se hubieran evitado, entre otras cosas, la afirmación acerca de que "los viajes con los que se solía ‘premiar’ a redactores, ahora se destinan a la militancia". En primer lugar, es necesario aclarar que en la designación de las coberturas en el exterior la Agencia Télam no utiliza el criterio de “premiar a un redactor", que el periodista de Clarín considera correcto. Quizás quienes están acostumbrados a gestionar empresas con ese criterio paternalista y prebendario no puedan comprenderlo, pero la norma en Télam es elegir a quien asegure la mejor tarea posible para brindar información a sus abonados y al público en general. De haber consultado con la fuente, en este caso la Agencia Télam, se hubiera encontrado con que en 2013 se realizaron 58 viajes al exterior y que de esas 58 coberturas, el Gerente del Área de Periodismo, Fabián Rodríguez, participó de una sola. Por su parte, el Gerente de Audiovisuales realizó un solo viaje invitado por la República Popular China para recorrer las instalaciones de la Agencia Xinhua. Por último, del total de coberturas en el exterior sólo en otras dos oportunidades viajaron periodistas nombrados por la actual gestión, porque a ninguno de los responsables de la conducción de Télam se le ocurriría preguntar por el signo ideológico de un periodista antes de asignarle una nota. Los datos, al menos a nosotros, no nos dejan mentir.
También un llamado requiriendo información podría haber alcanzado para conocer que el periodista Diego Galiano, que trabaja en Télam desde antes de mi llegada a la Agencia en febrero de 2012, fue designado por esta gestión a cargo del portal de noticias el 12 de octubre de 2012 (ver al final de la nota PDF de dicha resolución). Si Lanata (o quien sea) quisiera conocer en serio cómo funciona esta agencia de noticias podría saber que no fue "corrido" a ningún lado, sino que cumplirá funciones en la Mesa de Edición del servicio periodístico, un cargo que en la estructura de Télam significa mayor responsabilidad editorial, toda vez que el portal de noticias no hace sino replicar para otro formato lo que publica el servicio.
Es de público conocimiento en el ambiente de los trabajadores de prensa que los periodistas castigados por desobedecer la línea editorial del Grupo Clarín son enviados a la Mesa de cierre, donde no pueden influir demasiado. Tal vez Lanata piensa que en todos lados es igual y eso lo haya confundido. Pero no. Esa práctica no se lleva a cabo en Télam, entre otras razones, por una estructural que es que por tratarse de una agencia no hay horario de cierre y todos los turnos de la Mesa de Edición tienen la misma relevancia en términos periodísticos. Esta práctica se traslada también hacia las secciones del servicio periodístico, donde mantuvimos a los Jefes que habían sido nombrados por gestiones anteriores, algo inédito en la historia de Télam.
Por otro lado, aunque según la nota de Clarín las 70 mil visitas diarias del portal web de la Agencia parecen ser el fruto de un designio divino, lo cierto es que el crecimiento en las visitas a la web de Télam se debe al trabajo de todos los compañeros que se esforzaron para relanzar el sitio con resultados que están a la vista y son de público conocimiento. Y si el uso de Google como método de la llamada “investigación periodística” es una novedad bienvenida en el periodismo de la época, el uso de algunas otras herramientas 2.0 le hubiese permitido a Lanata precisar mejor el número de visitas diarias que recibe el portal de la Agencia Nacional de Noticias, que está muy por encima del doble de lo que allí se afirma.
Además, cabe resaltar otro dato que se choca de frente con la supuesta “desprofesionalización” que La Cámpora emprendió en la agencia estatal: el Gerente del Servicio Periodístico actual fue designado por ésta gestión. Su nombre es Luciano Peralta, lleva varios años en la agencia, trabajó antes en innumerables medios -entre ellos, Clarín- y tiene una pertenencia ideológica y partidaria distinta de la que gestiona actualmente el gobierno nacional y por ende, la Agencia.
A favor de Lanata hay que mencionar que no todos los datos de la columna son falsos: en efecto, los jefes cobran más que algunos empleados. Esta consecuencia natural del capitalismo que escandaliza a Lanata se repite generalmente a lo largo y ancho de la sociedad. Incluso en algunos lugares, por poner un ejemplo, digamos, el Grupo Clarín, esa grieta es tan amplia que hace que un redactor ingrese cobrando una cifra cercana a los 6 mil pesos, sin garantías de estabilidad laboral en una empresa conocida por obstaculizar y atacar fuertemente cualquier tipo de actividad sindical, mientras que cualquier gerente, periodista estrella o jerarca dispuesto a exponer la línea editorial de la empresa gana siempre una cifra mensual por encima de los 100 mil pesos.
En el caso de la Agencia Télam, el sueldo del Gerente de Periodismo se ubica en el lugar número 97 de la escala de sueldos que se pagan mensualmente; es decir, hay casi cien personas, muchísimas de ellas periodistas, que ganan más que el Gerente de Periodismo. Este dato y otros, como que el Gerente General se ubica casi en el lugar 50 de los sueldos que se pagan, o como que los sueldos promedio de los gerentes están muy por debajo de los 30 mil pesos que describe Lanata; podría haberse chequeado previamente si de lo que se trataba era de dar una discusión sobre la necesidad de profesionalizar esta actividad. Aparentemente, claro, ese no era el objetivo.
Como decíamos: hay algunas discusiones que son ideológicas. Algunos creemos que es un derecho de los trabajadores la garantía de su estabilidad laboral y por eso esta gestión, en consonancia con los lineamientos que impulsaron Néstor y Cristina Kirchner desde el año 2003, implementó un plan de efectivización de todos sus trabajadores. Se puede estar en contra de esa decisión: Lanata y el Grupo Clarín lo están, y han demostrado con palabras y con hechos cuál es su concepción de un trabajador y cuáles creen que son sus derechos. Lo que no se puede es acomodar la realidad a sus hipótesis.
El plan de efectivizaciones que aprobó esta Agencia no fue consecuencia de la necesidad de efectivizar a nadie en particular, sino del compromiso que asumimos frente a 144 compañeros que estaban bajo el formato de contratos de tipo "temporario".
Las compañeras a las que la nota menciona, haciendo gala de una enorme mala intención y cobardía contra cinco jóvenes mujeres que realizan tareas administrativas en el menor escalafón de la empresa, fueron efectivizadas en junio de 2013 debido a necesidades operativas de esa área que exigían una mayor carga horaria de la que permitía la forma de contratación en la que estaban enmarcadas. Unos meses antes se habían efectivizado 50 trabajadores del área audiovisual que llevaban varios años contratados en la agencia, antes de que un militante de La Cámpora estuviese encabezando la gestión. A partir de diciembre del año pasado, como bien dice -ahora sí- la columna de Lanata, se estableció un plan de efectivización con el único criterio de la antigüedad en la empresa: es decir, se efectivizan en tandas mensuales una cantidad de determinada de compañeros por mes y esas tandas no tiene criterios sindicales ni políticos, sino que se organizan de acuerdo a la fecha de ingreso a la Agencia. (N. del A: la variación de ingresos respecto del pantel de trabajadores que había antes de la llegada de la actual gestión fue del 2,48%; con lo cual también es mentira que "La Campora" haya impulsado el ingreso masivo de militantes de dicha agrupación a la Agencia).
Un dato de color a veces explica muchas cosas sobre una situación, así como las pequeñas historias cuentan hechos más grandes: entre esos periodistas que esta gestión está efectivizando, se encuentran ex trabajadores del Diario Crítica, fundado por Jorge Lanata y el vaciador de Aerolíneas Argentinas, Antonio Mata. Algunos de ellos, que habían quedado en la calle tras el cierre del diario que el propio Lanata había abandonado a su suerte, fueron contratados por esta Agencia en el marco de un acuerdo con el Ministerio de Trabajo y hoy están siendo efectivizados.
Por último, y si realmente le preocupan los criterios con los que el personal ingresa a esta Agencia, es necesario recordar que junto al plan de efectivización, fue esta gestión la que aprobó el Reglamento de Designación y Promoción del personal de Télam, para establecer criterios claros y transparentes tanto para ingresar como para ocupar un lugar vacante o lograr una promoción. La normativa establece que para entrar a Télam de forma permanente habrá que someterse a un concurso en el que participan, como jurado, trabajadores históricos y representantes políticos de la gestión.
Hace algunos años, en el programa de Alfredo Leuco en Canal 26, Jorge Lanata decía: "Es tan fácil para la gente que está del otro lado darse cuenta. ¿Sabés qué? El día que ustedes vean que nos bajamos los lienzos, cambien". Esa situación, sabemos, efectivamente sucedió: hoy su enemigo no es más Ernestina Herrera de Noble, ni Papel Prensa, ni el Grupo Vila, sino cinco jóvenes que consiguieron un trabajo estable.
Aquel gesto de decir en público que si alguna vez se traicionaba lo dejáramos de escuchar, fue simbólicamente muy importante. El presente periodístico de Lanata nos hace acordar a Ulises quien, temiendo no poder resistir la tentación de los cantos de sirenas que podían llevarlo a la perdición, decidió atarse al mástil y pedirle a sus marineros que, mientras más gritara para que lo desatasen, más fuerte le ataran las correas. Como si hubiera podido adivinar el futuro, ante el peligro de caer en la tentación de vender su dignidad, Lanata nos avisó. La responsabilidad de quienes hemos tenido la voluntad de no ceder ante esos intereses es la de hacer oídos sordos a los pedidos de que lo desaten.
Nosotros decidimos aclarar las mentiras con datos. Y hacerle caso al Lanata, que nos pidió que no lo escuchemos.
Télam
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