lunes, 3 de marzo de 2014

Dédalo y las grandes corporaciones




Dédalo y las grandes corporaciones
Por Horacio Rovelli

Según la mitología griega, Dédalo había construido en la ciudad de Creta un intrincado laberinto del que no se podía salir para que los castigados por sus graves faltas o los enemigos fueran devorados por el Minotauro. Dédalo, caído en desgracia, fue encerrado, junto a su hijo Ícaro, en el mismo laberinto. Pero Dédalo construyó para sí y para su hijo unas alas de cera con las que, salvando los muros de la extraña prisión, se remontaron sobre el Mediterráneo, lo que nos demuestra que del laberinto se sale por arriba.
Salvando las distancias, es semejante a la situación planteada para nuestro país por las grandes corporaciones, que son las que fijan los precios. Con la inflación han ido minando el poder adquisitivo del salario y atrasado los precios que no se ajustaron en similar proporción, por ejemplo las tarifas, y en su momento el dólar. El objetivo manifiesto es obtener superganancias y arrinconar al Gobierno para que acuerde con ellos, subordinándose, para que en un nuevo punto de equilibrio ellos, apropiándose de una parte mayor de lo que producimos todos, decidan cuánto van a invertir de esas superganancias y cuánto van a sacar del país (fuga de capitales).

El capitalismo presenta ese problema de raíz, que en nuestro país toma rasgos patológicos, las empresas ven solo y únicamente su propio beneficio, y son incapaces de pensar en el conjunto, como se los dice periódicamente la presidenta de la República, en el mediano y largo plazo. Que no "maten la gallina de los huevos de oro", que no es otra cosa que el mercado interno, casi cautivo, que la política económica de los Kirchner recreó y fortaleció, y que les permite a las corporaciones obtener superganancias. Sumado a ello, el Estado garantiza la producción y exportación de alimentos, en la tierra más fértil del mundo, respetándoles el derecho de propiedad, que en no pocos casos "pagan" evadiendo sus obligaciones fiscales, como son las tan trilladas compras por los "bolseros" en negro, para luego con facturas y empresas apócrifas vendérselos a los exportadores para que éstos recuperen el IVA (que no pagaron) en los reintegros que da el Gobierno para no exportar impuestos (Recordemos que en 1988 se decidió reducir el IVA alimentos a la mitad –alícuota del 10,5%– por la fuerte evasión fiscal, donde resultaba que el Estado les devolvía por reintegros de impuestos más IVA al "campo" que lo que había pagado todo el sector agropecuario).

Esto no quita que nuestro país tiene en forma desigual y combinada serios problemas de productividad, en un mundo cada vez más tecnificado y competitivo. EE.UU. lidera una política de ampliar, mejorar su actividad y lograr la mayor autosuficiencia energética, lo afirma el mismo presidente Obama cuando sostiene que es la primera vez en más de veinte años que producen más petróleo en el país de lo que compran del resto del mundo, y lo extraen con técnicas cada vez más sofisticadas que les permiten reducir fuertemente los costos. Paralelamente, tratan de revertir la locura de los empresarios yanquis que por abaratar costos enviaban a producir fuera de su país, y por eso el Estado baja los impuestos a las empresas que crean empleos en los EE.UU. Crear nuevos mercados para nuevos productos que tengan la marca "Made in USA".

Las empresas ven solo y únicamente su propio beneficio, y son incapaces de pensar en el conjunto, como se los dice periódicamente la presidenta de la República.
Lo mismo pasa con China, donde parten desde el trabajo, ellos mismos afirman que el principal objetivo de la revolución de 1949 encabezada por Mao Tse Tung, era garantizar que cada chino tenga una porción de arroz, pero para Deng Xiao Ping, que asume en 1976, el principal objetivo es que cada chino tenga trabajo, por eso es que en las ciudades industriales de China se fabrica con niveles de eficiencia y productividad como en las principales centros del mundo, pero en el campo muchas veces laboran la tierra con arados a tracción animal, solo para garantizar que todos tengan empleo.

Entonces, se debe ser eficiente y productivo pero creando trabajo, y eso depende más de la dotación de capital, de las máquinas y equipos, del manejo de la técnica que del empleo, más en nuestro país donde los trabajadores cumplen disciplinadamente con más de 200 horas al mes, y es respetada la capacidad técnica de nuestra mano de obra, como lo pueden corroborar las automotrices, y los Rocca –que producen, entre otros bienes, caños sin costuras–, productos que son competitivos a nivel mundial.

Si uno observa tanto los EE.UU. como China puede inferir que existe un Estado que planifica, que se fija metas en distintos plazos. Séneca decía: "Jamás tiene viento a favor quien no sabe a dónde va", por ende se necesita de las dos cosas, de la capacidad de emprender y producir de las empresas, pero de un Estado que garantice el bienestar de la población (que debe partir de la creación, de las condiciones y de las remuneración del empleo), y que fije rumbos para el presente y para el porvenir.

Desde una perspectiva de mediano y largo plazo, la inteligencia reside en apuntalar el mercado interno, sostener y expandir la colocación de nuestra producción en el exterior, y elevar de manera simultánea el nivel de vida de nuestro pueblo. Esto exige el incremento de la productividad por incorporación de capital y del progreso técnico. Si bien en el corto plazo la devaluación puede mejorar la posición relativa de los productores de bienes transables, por si sólo no incrementa la productividad, ni estimula la incorporación de nuevas tecnologías, por el contrario erosiona la cohesión social, lo que en definitiva atenta contra la viabilidad de una inserción internacional más dinámica, con mayor valor agregado, y con ello un desarrollo sostenido de la economía nacional.

Por ende se debe combinar las medidas de ajuste ortodoxas que ya se tomaron (devaluación de nuestra moneda, suba de la tasa de interés, reconocimientos de deuda, etc.) que como lo ha demostrado la historia económica argentina terminan indefectiblemente en recesión y desempleo (el laberinto de Creta), con otras que garanticen que parte de las superganancias de los empresarios (beneficiarios de las medidas tomadas) sea reinvertida en la producción y en el país, así como se transfieran a los sectores más dinámicos y al trabajo (las alas de cera de Dédalo).

Solo así se podrá reencauzar la situación, y retomar la senda de crecimiento y mejora en la distribución del ingreso. Medidas tomadas como la de los "precios cuidados" y una mayor fiscalización por parte del Estado y de la sociedad de la estructura de costos y ganancias de las grandes empresas con posiciones dominantes en sus mercados, van en ese sentido, las que obviamente deben profundizarse y ampliarse, y a las que se les debe sumar otras de igual o mayor tenor.

La disyuntiva es de hierro, o se adoptan medidas que apuntalen a los que trabajan y producen, o la fuga de capitales y con ello la menor inversión y la caída del PIB hará que se beneficien, "los que viven del trabajo de los otros" o "están fuera de la ley", como sostiene Enrique Santos Discépolo en su tango "Cambalache".

En esa tesitura y en base al principio de acuerdo de los gremios industriales de la CGT, que preside Antonio Caló, y de la Unión Industrial Argentina de "defender el modelo industrial, en que la industria siga creciendo y en que los trabajadores mantengan el poder adquisitivo para poder llenar el changuito en el supermercado" como afirmó Caló tras la reunión del 24 de febrero, y como propuso en su momento el gobierno nacional, después de las elecciones del año 2009, se podría acordar reglas en la sociedad, que se formaliza en un, por ejemplo, "Consejo Económico y Social", conformado por representantes de los trabajadores, de los empresarios y del Gobierno, donde se acuerden incentivos públicos, niveles de inversión, salarios a mediano plazo, condiciones de labor y defensa de los puestos de trabajo, como puntos básicos de coincidencias sobre los que elaborar una transición ordenada y coherente con lo que han sido los diez años de gobierno kirchnerista, hasta al menos, la asunción de las nuevas autoridades el 10 de diciembre de 2015.

02/03/14 Miradas al Sur

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