La principal diferencia entre esta época y épocas pasadas es que esta vez nos dimos cuenta. Sí, nos dimos cuenta de que hay un golpe financiero en marcha, que empujan para que desbarranquemos, que retienen 3.500 millones de dólares de soja en los silobolsas, que operan con total impunidad desde los medios masivos de comunicación, que Alfonsín tenía razón y que Néstor y Cristina también tenían razón cuando denunciaron al complejo agrofinanciero, bancario y mediático como enemigos de la democracia. “Las corporaciones”, que le decimos.
Y porque esta vez nos dimos cuenta, es que llevan todas las de perder y el pueblo y su gobierno, en consecuencia, llevan todas las de ganar.
¿Pero por qué es un final abierto todavía? Porque para cerrar el ciclo de estos golpes antidemocráticos se precisa una densidad social mayor y de tal peso que pueda barrer de cuajo cualquier alzamiento de estos “carapintadas” de guantes blancos.
Con lo que ya se cuenta en el activo de la democracia se hace la diferencia; lo reafirmamos. Pero hay que hacer aún mucha docencia y pedagogía de bolsillo para avivar a los zonzos que se prenden con la pizarra del dólar ilegal y “los precios que se suben a las nubes” mientras se registra un nuevo récord en el turismo local y la Presidenta anuncia el Plan Progresar para los jóvenes de 18 a 24 años.
Cuando una gran mayoría popular se haya dado cuenta de que esto es un golpe recurrente, cuando se entienda y comprenda que con el “círculo rojo” de la vieja y nueva oligarquía pierde el pueblo, cuando se huela que atrás de una corrida cambiaria vienen por el petróleo y el agua, por tu ahorro y tu trabajo, por tu paz y tu descanso, entonces y sólo entonces tendremos ganado el derecho de aflojar la guardia.
Mientras tanto, la lucha continúa.
El investigador argentino-canadiense Guillermo Hugo aporta esta reflexión: “Redondeemos: la deuda externa de Argentina representa 20% de su producto bruto interno (PBI). Si se compara con Canadá, donde la deuda externa representa 100% de su PBI, estaríamos diciendo que Argentina puede aún endeudarse por una buena suma. Si el PBI argentino es de 500 mil millones de dólares, ese endeudamiento “posible” llega a los 400 mil millones de dólares. ¿Cuál es el interés de saber esto? Que esos 400 mil millones “disponibles” representan el botín que las lacras del capitalismo internacional con sus lacayos nacionales pretenden conquistar destruyendo el gobierno de Cristina. Saben muy bien que el trabajo de organización y limpieza de la economía nacional orquestado desde 2003 permitió una acumulación de riqueza sin comparación en la historia nacional… y ellos la quieren para sus bolsillos. Son capaces de todo para conquistar ese tesoro y no dejarán de intervenir para obtenerlo. Falta saber de qué somos capaces nosotros para defenderlo”.
Más clarito, échale soda.
Digamos también, siguiendo esta reflexión que viene desde el hemisferio norte, que estamos ante una coyuntura histórica y absolutamente novedosa: contra la lógica impuesta por el poder económico durante 200 años, esta vez el Estado sostiene la pulseada y aguanta los trapos de la democracia inclusiva. No se lo esperaban. El Gobierno rompió el cerco bancario y financiero con que lo venían acosando, saltó al centro de la escena y logró reafirmar la matriz de su modelo de desarrollo.
¿Subieron los precios? A bajarlos nuevamente. ¿Dispararon el dólar a 13 o 15 pesos? A bajarlo a 8. ¿Querían que Cristina fuera a Davos? Se tuvieron que bancar que Cristina fuera a Cuba y hablase en la Celac, que es nuestro lugar en el mundo.
Hay que tomar posición en esta hora de definiciones. O estás con Rivadavia o estás con San Martín. O estás con Bartolomé Mitre o estás con Chacho Peñaloza. O estás con Magnetto o estás con la verdad. O estás con las corporaciones o estás con la democracia.
De todos modos, y para poner las cosas en su justo lugar, hay que saber que además del activo que siempre representa la conciencia colectiva, esta vez hay un Estado con reservas suficientes para aguantar el embate, hay una industria que crece, hay consumo popular masivo, hay ocupación laboral casi plena, hay desendeudamiento externo y hay un proyecto de país con un liderazgo muy claro.
Como una panacea para el disfrute, dejamos para el final la histórica Cumbre de la Celac.
El mundo se está moviendo aceleradamente. Los continentes se dilatan y forman como en tiempos de Pangea. Europa se parece cada vez más a un objeto de lujo en una feria de antigüedades. Los EE.UU. empiezan a dejar de ser un gran imperio. El capital financiero digita la vida y la muerte de aquellos países que caen en sus garras. Y en medio de esta mutación, se afirma la Celac. Es decir, la América latina y el Caribe.
La otra novedad es ésa: superamos cien años de soledad y empezamos otros cien años más en unidad y en paz. Es para celebrar.
De ahora en más habría que ensamblar, hasta donde se deba y pueda, la suerte de la Celac con la suerte de cada uno de nuestros países.
La carta de navegación fue la que marcó nuestra Presidenta en La Habana. Por eso, Clarín y La Nación la quisieron ocultar.
Mal que les pese, no podrán negar el sol con un alero.
Es urgente analizar lo que viene sucediendo en nuestra economía en el contexto correcto; o sea, en este mundo actual y en el marco del conflicto que atraviesa nuestra historia desde sus orígenes: el conflicto inconcluso entre dos proyectos de país. Cuando nos sacan de allí y nos quieren arrastrar al fango de una discusión descontextuada por el valor del dólar y la inflación, desconfiemos.
Alguna vez dijimos que los sectores parasitarios nucleados alrededor de la Sociedad Rural y el Grupo Clarín eran los herederos del virrey Sobremonte: les desvelan las reservas del Banco Central porque quieren quedarse, más temprano que tarde, con el botín del tesoro nacional.
Nos quedamos cortos: quieren quedarse con todo el Estado para volver a endeudarnos y para que activos como el petróleo se vuelvan a rematar por chirolas y moneditas sin valor.
Esta vez nos dimos cuenta.
Multiplicar esta verdad es la tarea.
Y porque esta vez nos dimos cuenta, es que llevan todas las de perder y el pueblo y su gobierno, en consecuencia, llevan todas las de ganar.
¿Pero por qué es un final abierto todavía? Porque para cerrar el ciclo de estos golpes antidemocráticos se precisa una densidad social mayor y de tal peso que pueda barrer de cuajo cualquier alzamiento de estos “carapintadas” de guantes blancos.
Con lo que ya se cuenta en el activo de la democracia se hace la diferencia; lo reafirmamos. Pero hay que hacer aún mucha docencia y pedagogía de bolsillo para avivar a los zonzos que se prenden con la pizarra del dólar ilegal y “los precios que se suben a las nubes” mientras se registra un nuevo récord en el turismo local y la Presidenta anuncia el Plan Progresar para los jóvenes de 18 a 24 años.
Cuando una gran mayoría popular se haya dado cuenta de que esto es un golpe recurrente, cuando se entienda y comprenda que con el “círculo rojo” de la vieja y nueva oligarquía pierde el pueblo, cuando se huela que atrás de una corrida cambiaria vienen por el petróleo y el agua, por tu ahorro y tu trabajo, por tu paz y tu descanso, entonces y sólo entonces tendremos ganado el derecho de aflojar la guardia.
Mientras tanto, la lucha continúa.
El investigador argentino-canadiense Guillermo Hugo aporta esta reflexión: “Redondeemos: la deuda externa de Argentina representa 20% de su producto bruto interno (PBI). Si se compara con Canadá, donde la deuda externa representa 100% de su PBI, estaríamos diciendo que Argentina puede aún endeudarse por una buena suma. Si el PBI argentino es de 500 mil millones de dólares, ese endeudamiento “posible” llega a los 400 mil millones de dólares. ¿Cuál es el interés de saber esto? Que esos 400 mil millones “disponibles” representan el botín que las lacras del capitalismo internacional con sus lacayos nacionales pretenden conquistar destruyendo el gobierno de Cristina. Saben muy bien que el trabajo de organización y limpieza de la economía nacional orquestado desde 2003 permitió una acumulación de riqueza sin comparación en la historia nacional… y ellos la quieren para sus bolsillos. Son capaces de todo para conquistar ese tesoro y no dejarán de intervenir para obtenerlo. Falta saber de qué somos capaces nosotros para defenderlo”.
Más clarito, échale soda.
Digamos también, siguiendo esta reflexión que viene desde el hemisferio norte, que estamos ante una coyuntura histórica y absolutamente novedosa: contra la lógica impuesta por el poder económico durante 200 años, esta vez el Estado sostiene la pulseada y aguanta los trapos de la democracia inclusiva. No se lo esperaban. El Gobierno rompió el cerco bancario y financiero con que lo venían acosando, saltó al centro de la escena y logró reafirmar la matriz de su modelo de desarrollo.
¿Subieron los precios? A bajarlos nuevamente. ¿Dispararon el dólar a 13 o 15 pesos? A bajarlo a 8. ¿Querían que Cristina fuera a Davos? Se tuvieron que bancar que Cristina fuera a Cuba y hablase en la Celac, que es nuestro lugar en el mundo.
Hay que tomar posición en esta hora de definiciones. O estás con Rivadavia o estás con San Martín. O estás con Bartolomé Mitre o estás con Chacho Peñaloza. O estás con Magnetto o estás con la verdad. O estás con las corporaciones o estás con la democracia.
De todos modos, y para poner las cosas en su justo lugar, hay que saber que además del activo que siempre representa la conciencia colectiva, esta vez hay un Estado con reservas suficientes para aguantar el embate, hay una industria que crece, hay consumo popular masivo, hay ocupación laboral casi plena, hay desendeudamiento externo y hay un proyecto de país con un liderazgo muy claro.
Como una panacea para el disfrute, dejamos para el final la histórica Cumbre de la Celac.
El mundo se está moviendo aceleradamente. Los continentes se dilatan y forman como en tiempos de Pangea. Europa se parece cada vez más a un objeto de lujo en una feria de antigüedades. Los EE.UU. empiezan a dejar de ser un gran imperio. El capital financiero digita la vida y la muerte de aquellos países que caen en sus garras. Y en medio de esta mutación, se afirma la Celac. Es decir, la América latina y el Caribe.
La otra novedad es ésa: superamos cien años de soledad y empezamos otros cien años más en unidad y en paz. Es para celebrar.
De ahora en más habría que ensamblar, hasta donde se deba y pueda, la suerte de la Celac con la suerte de cada uno de nuestros países.
La carta de navegación fue la que marcó nuestra Presidenta en La Habana. Por eso, Clarín y La Nación la quisieron ocultar.
Mal que les pese, no podrán negar el sol con un alero.
Es urgente analizar lo que viene sucediendo en nuestra economía en el contexto correcto; o sea, en este mundo actual y en el marco del conflicto que atraviesa nuestra historia desde sus orígenes: el conflicto inconcluso entre dos proyectos de país. Cuando nos sacan de allí y nos quieren arrastrar al fango de una discusión descontextuada por el valor del dólar y la inflación, desconfiemos.
Alguna vez dijimos que los sectores parasitarios nucleados alrededor de la Sociedad Rural y el Grupo Clarín eran los herederos del virrey Sobremonte: les desvelan las reservas del Banco Central porque quieren quedarse, más temprano que tarde, con el botín del tesoro nacional.
Nos quedamos cortos: quieren quedarse con todo el Estado para volver a endeudarnos y para que activos como el petróleo se vuelvan a rematar por chirolas y moneditas sin valor.
Esta vez nos dimos cuenta.
Multiplicar esta verdad es la tarea.
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