Por Sebastian Abrevaya
En el edificio de la calle Alsina, la conducción de la UCR y la dirigencia de la CGT opositora.
Imagen: Télam.
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El senador Ernesto Sanz, junto a la conducción del radicalismo, recibió ayer a Hugo Moyano y a otros líderes de la CGT opositora con un libro entre manos. Se trataba de Memoria política, escrito por Raúl Alfonsín y elegido especialmente por el titular del Comité Nacional para acompañar su mensaje a la cúpula sindical. Por un lado, les recordó los trece paros generales que sufrió el ex presidente por parte de la central obrera y, por el otro, les ofreció dejar atrás esas diferencias de cara al período político que se iniciará a partir de 2015. Conciliador, Moyano le respondió que ya se arrepintieron de aquellos acontecimientos y que con Saúl Ubaldini, por entonces secretario general, habían ido a ver al ex presidente para disculparse. A pesar del escenario inusual para los gremialistas y de los invitados poco frecuentes para los radicales, la reunión transcurrió en buenos términos, unidos por las críticas al gobierno nacional y la “gran preocupación” por la situación económica.
En el histórico edificio de la calle Alsina, los radicales los recibieron con agua, jugo y gaseosas. Había medialunas de manteca, después llegaron unos sanguchitos. A Moyano lo acompañó una comitiva que incluía a Gerónimo “Momo” Venegas y Luis Acuña (en representación de la CGT Azul y Blanca, que comanda Luis Barrionuevo) y a los moyanistas Omar Plaíni, Julio Piumato, Juan Carlos Schmid y al diputado Facundo Moyano, entre otros. También llevó dos fotógrafos y una camarógrafo. Por la UCR estaban Sanz, los presidentes de los bloques legislativos, el senador Gerardo Morales y el diputado Mario Negri, además de Julio Cobos y Ricardo Alfonsín. Hubo también lugar para que se sumara Jorge Astone, de la Organización de Trabajadores Radicales (OTR). Conversaron durante dos horas y luego salieron por separado a hablar con los medios.
“Con los radicales tuvimos muchas coincidencias en el diagnóstico de lo que pasa en el país y en lo que estaríamos dispuestos a hacer a partir de la conformación de grupos que aporten para salir de esta crisis económica, política y social que vive el país”, contó Moyano, quien reconoció las diferencias que han tenido con la UCR. “Con el radicalismo –agregó– siempre estuvimos ni tan, tan ni muy, muy: ni tan lejos ni tan cerca; nadie puede negar que éste es un partido centenario respetado por toda la sociedad”, concilió. Y respecto de las negociaciones salariales que se están desarrollando, el camionero consideró que “el Gobierno, al pretender ponerles techo a las paritarias, quiere hacer el ajuste a costa de los trabajadores y eso no es posible”.
Los gremialistas opositores completaron así una ronda de diálogo con partidos de la oposición, que incluyeron al PRO, al FAP y ahora a la UCR, que en los próximos días hará lo mismo con la CTA de Pablo Micheli. “Nos preocupa lo que está ocurriendo con la economía en su conjunto y, especialmente, con el empleo y el salario en la Argentina, que son las dos variables que más están sufriendo los avatares de una economía que ha tenido saltos abruptos como el de la devaluación, pérdida de competitividad y pérdidas de empleo”, alertó ayer Sanz. “En 2015, independientemente de quién gane las elecciones, se tendrá un nuevo escenario político: una nueva relación de diálogo entre gobierno y oposición, diálogo con el sector sindical y con la dirigencia gremial”, vaticinó Cobos.
Durante la reunión a puertas cerradas, Venegas remarcó la necesidad de lograr la unidad del movimiento obrero, como columna vertebral del Partido Justicialista. Los radicales respondieron que no deben fomentar la politización del movimiento obrero y, en cambio, deberían contribuir al fortalecimiento de los partidos políticos. Uno de los que sorprendieron al hacer uso de la palabra fue Facundo Moyano, que había preparado un elogioso discurso sobre el radicalismo.
Lograron acordar una declaración conjunta en la que manifestaron su “gran preocupación por el efecto de la inflación, que ya no sólo continúa deteriorando el salario real de los trabajadores, sino que comienza a horadar el nivel de actividad económica, llevándonos a una recesión insólita y con la inevitable destrucción de empleo”.
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