martes, 11 de junio de 2013
www.megafon.com.ar -----Salgamos de tibios
Los porteños caemos, cada vez que intentamos no hacerlo, en el trillado mal humor cotidiano. Porque no hay manera de evitarlo. Porque en realidad lo que nos supera son las realidades que vivimos a diario con un gobierno local que nos agota las voluntades hasta a los más pacientes.
No abrimos con esta nota, ningún libro de quejas, aclaremos. Porque si de quejarnos va la cosa, entonces entraríamos por la tranquila vía de no resolver nada, ya que vaciaríamos nuestra bronca en manifestaciones burguesas de reclamos que se parecerían más a sesiones de terapia gratis que a discusiones políticas.
¿Por dónde va la cosa entonces? Si mi suegra lo hablara en la cola de la panadería, lugar calificado para estos comentarios, seguramente la conclusión de los posibles interlocutores sería: “Todos los políticos son corruptos”, y cada uno a su casa con su bolsita de pan caliente.
La marea de cagadas que el gobierno de Mauricio Macri va concretando mientras media su segundo mandato al frente de la Ciudad de Buenos Aires ha ido formando callos en el cerebro de los porteños.
Ya son paisajes naturales los obradores del Microcentro que llevan instalados casi 6 meses en todas las calles de ese circuito. El desorden del tránsito vehicular por la “mega obra” del Metrobús de la Avenida 9 de Julio está asumido en nuestra cotidianeidad al punto de evitar su cruce o circulación por allí.
El enrejado de los parques y plazas de la ciudad avanza sobre los deseos de los vecinos que se manifiestan en contra de esa medida.
Los subtes, que gracias a una medida judicial no pudieron aumentar las tarifas, han empeorado la continuidad del servicio en todas sus líneas y en algunas lo “anormal” es que algún día falte el cartel de LÍNEA CON DEMORA. Se viaja en estado de hacinamiento a cualquier hora, en las 6 líneas. Los ascensores y escaleras mecánicas no funcionan, los baños están clausurados, el estado de higiene de las estaciones y vagones es deplorable y si llueve, ahora tampoco se puede viajar por este medio, porque las estaciones se inundan como nunca antes había ocurrido.
De la Metropolitana cualquier cosa que digamos podría ser usada en su contra y sería muy poco seguramente. Después de la represión ejercida sobre pacientes, médicos, enfermeros y periodistas en el desalojo de los Talleres del Hospital Borda, casi podríamos decir que estamos a punto de perder la capacidad de asombro sobre el comportamiento de esta fuerza creada para garantizar la seguridad de los vecinos de la ciudad.
Esto no es un libro de quejas, dijimos, ni la cola de la panadería para concluir la nota con un “qué barbaridad”. Para poder modificar esta realidad tan expuesta y a la vez invisible es necesario crear conciencia.
Lo expuesto no necesita nada más para calificar la gestión de Macri como la peor de todas en Buenos Aires y sin embargo no alcanza. Ustedes dirán que el mamarracho de gobierno macrista tiene las espaldas cubiertas económica y mediáticamente. Tienen razón. Otros dirán que Macri es el único que sintetiza el anti peronismo histórico de la ciudad. También tienen razón. Que es el genuino representante de la derecha porteña. Que su manera de no hacer política lo mantiene al margen de las discusiones que desgastan a los candidatos. Que su círculo empieza y termina en su persona, motivo importante para no restar adherentes en posibles alianzas desestabilizadoras. Y si, todas esas apreciaciones son tan válidas como las leyes que siguen aprobando en la Legislatura enviadas desde su escritorio del Ejecutivo.
¿Por dónde pasa entonces el crear conciencia?
Este año votaremos nuevamente. Si no podemos ganar con nuestros argumentos, usemos los suyos.
Ya pasamos por esto en más de una oportunidad y después para lavar nuestras responsabilidades tratamos de culpar al más boludo por los resultados obtenidos.
"Si puedes matar a tu enemigo, hazlo; si no, hazte amigo suyo", dijo Maquiavelo. De esa frase yo me quedo con la primera parte, con la segunda nunca saldremos de tibios.
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