lunes, 10 de junio de 2013
La televisión, por Horacio González III
Lanata
Por eso la discusión de Lanata es que puede tener pruebas, cada uno pensará lo que sea, de ninguna manera me gusta un personaje como Lázaro Baez, desde ya lo quiero decir. Pero lo que propone Lanata es algo que de alguna manera los pueblos reclaman ante la globalización. Primero: ésta globalización nos permite pensar en una única cosa, que en la China podemos criticar productos chinos, esa moladora que antes venía de EEUU era mejor que la que ahora viene de China pero que cuesta la mitad. Podemos criticar esas cosas de China, que es un país de la globalización, aquello que el marxismo previó en el siglo XIX pero bajo otras formas de mercado y otras formas de producción. Entonces, en ese sentido, las finanzas son abstractas, son circulaciones que se registran electrónicamente, lo que llamaríamos corrupción desde el punto de vista de los excedentes monetarios y legales, se lo representa como una valija rebosante de dólares como en las historietas del tío de Patoruzú o una novela gótica que son todos géneros muy antiguos, satisfacen una necesidad de probarse porque el mundo se hizo tan abstracto, la economía se hizo tan abstracta que los economistas ante la televisión sienten la necesidad de divulgar. Se divulgan las matemáticas, bien, Paenza lo hace bien, pero no son las matemáticas de Euclides, son otras matemáticas pasadas por la televisión, Pigna hace una divulgación de la historia, creo que lo hace con respeto, pero ya no es el historiador solo porque la televisión le va pidiendo médicos, historiadores, Cormillot divulga las formas de adelgazar, ante lo hacían grandes magos, hechiceros, alquimistas, visitas secretas y particulares. La televisión nos abriga a todos a que seamos divulgadores de algo que existió antes o que existe para ciertos especialistas que podemos convocarlos para que nos esclarezcan pero cuando el doctor empieza a esclarecer “no, no va, usted habla difícil”, entonces viene el divulgador. Y en ese sentido la divulgación de la corrupción ¿qué sería?: elementos concretos, físicos, elementos que han sido dibujados por ciertos dibujantes de todo el mundo, lo que representan en la simbología de lo que podríamos llamar en nuestro inconsciente la caja fuerte, la caja fuerte es un personaje central en la vida financiera pero quién usa caja fuerte hoy.
El dinero es un dinero electrónico, no hay nada mas invisible que el dinero, triunfó la profecía de Marx del fetichismo de la mercancía que está representado por el dinero que es computable en grandes maquinarias de cómputos que no se ven nunca en ningún lugar. No es la máquina con la que la chica de la ventanilla cuenta los billetes, es algo que tiene otro lenguaje, ese lenguaje es un lenguaje de signos, es un lenguaje de signos electrónicos, es un lenguaje de una profunda abstracción, la economía se ha vuelto mucho más abstracta que nunca, el poder es totalmente abstracto, si alguien que es invisible con un botón que no sabemos dónde está, en qué lugar del Pentágono puede destruir una ciudad en Libia, entonces eso es una abstracción y las abstracciones permiten pensar. Por eso las abstracciones permiten pensar lo que es el mundo pero enormes partes de la población a las que le gusta la globalización porque hay maquinarias nuevas que apuntan a hacer de la vida domiciliaria, incluso amorosa, nótense que el diario La Nación le dicen cuantas posiciones sexuales hay, en primera página. De algún modo hay un público que viene de estratos antiguos, vienen de las batallas del Peloponeso el público real, porque la mente humana es muy plástica pero al mismo tiempo tiene registros retóricos muy antiguos, entonces es preciso representar con algo concreto la corrupción.
Cómo se representaría el flujo financiero, cómo habla un personaje de la familia Roca de Techint con su sucursal en Denver o en un condado de Lichenstein, con qué lenguaje habla, no lo sabemos bien, con qué teléfono habla, con qué tipo de registro simbólico intercambia mercancía, eso no lo sabemos. Pero una caja fuerte, una bóveda, una bóveda es un elemento trascendental de las novelas de terror, si en una bóveda encierra un osario y además encierra dólares, tenemos todo dicho respecto a la aniquilación de un momento histórico de un país. Qué estábamos pensando, que era la liberación nacional si estaba la bóveda, son elementos muy contundentes y hacen honor a lo que la televisión viene a traer que es la gran visualización del mundo. Si la televisión diría, no, esto no lo podemos visualizar. Todo tiene que ser visualizable, si dijera esta transacción entre una empresa como Techint y su casa matriz que ahora está en Lichenstein, ya no está en Argentina a pesar de ser una empresa italo-argentina, entonces como hacen para mostrar eso, eso es una desesperación de la televisión, no todo es mostrable. El mostrar al presidente Mujica comiendo un chorizo en la esquina de su casa lleva a la no demostración de lo que es efectivamente el mundo de la globalización. Que es un mundo del cual la televisión emerge, pero no puede mostrar sus más íntimos elementos. Que es dónde se toma la decisión efectiva de torturar, como se tortura en Guantánamo, eso no lo sabemos, porque no lo muestra Tinelli, por qué no lo muestra Lanata. Porque ellos tampoco lo saben y si lo supieran, lo más probable es que no les interesaría porque efectivamente el contrato, el pacto del público con la televisión no es que te muestre eso.
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