viernes, 3 de mayo de 2013
Sobre el rol de la Metropolitana
Por Nicolás Adet Larcher I Un aporte para pensar cómo debe diseñarse una fuerza de seguridad. La Metropolitana, repleta de agentes expulsados de la Federal. Su participación en otras situaciones conflictivas.
El rol de la policía Metropolitana, y más precisamente de la policía en general vuelve a quedar en el centro de la escena ante los hechos de represión en el Borda. No hay excusa que pueda justificar lo sucedido en cuanto al accionar de la policía de Mauricio Macri. Desde su creación – como consigna el diario Página/12 – sólo intervino en cuatro conflictos sociales, y los mismos siempre se caracterizaron por concluir con algún herido, y además dos muertos.
El accionar de una fuerza policial dudosamente pueda resultar bien si el 83% de su composición de cargos jerárquicos es integrado por ex miembros de la policía Federal, incluso desplazados por la propia ministra de Seguridad, Nilda Garré. Además, se debe recordar que desde su nacimiento, la Metropolitana fue de mal en peor en cuanto a jefes de policía. La inauguración del cargo se encomendó al “Fino” Palacios, defendido a capa y espada por todo el gabinete PRO, y sobre todo por el Jefe de Gobierno, Mauricio Macri. La polémica de Palacios terminó con su procesamiento por partícipe necesario de delito de encubrimiento, delito de violación de medios de pruebas y además por abuso de autoridad, en la causa que investiga las irregularidades cometidas en el caso AMIA.
A la salida de Palacios, tomó la posta Osvaldo Chamorro, duro poco en el cargo debido al desplazamiento al que tuvo que someterse por estar involucrado junto a Ciro James y Mauricio Macri en las famosas escuchas ilegales. El jefe de Gobierno fue procesado por esta causa.
Pero, dejando de lado a las polémicas, lo verdaderamente serio es la falta de aptitud de un jefe de Gobierno para supervisar a una policía desmedida que no posee límites, no es sometida a los controles correspondientes y que además fomenta prácticas propias de la Dictadura. Lo que respecta a una analogía del accionar que tenían las fuerzas de seguridad durante esos tiempos no es solamente una analogía sin sustento.
La famosa Escuela de las Américas, fue un eje clave en el método sistemático que utilizó la Dictadura Militar para torturar, extraer información, exterminar al enemigo, etc. La lucha contra la “subversión” tuvo sus raíces allí. La educación implantada por EEUU a las fuerzas policiales y militares de toda Latinoamérica verdaderamente fue lo que sembró o termino de cosechar el gen represivo. Desde aquellos días perdió gran prestigio esta casa de adoctrinamiento, por lo tanto se decidió implantarlo desde otro lugar.
La Academia Internacional para el Cumplimiento de la Ley (ILEA), es hoy en día el resurgimiento de la escuela de las Américas que tanto nos hizo padecer. Eugenio Burzaco, al mando de la Policía Metropolitana hasta el 2011, luego de la salida de Chamorro y Palacios, envió a algunos efectivos de la fuerza policial a instruirse a los cursos brindados por ILEA. En las páginas oficiales de sus tantas sedes, más precisamente Costa Rica y Salvador, dice: “El ILEA también presenta cursos sobre crimen organizado, cumplimiento de la ley financiera, contrabando nuclear, tráfico de estupefacientes, lavado de dinero, y otros temas relevantes en el cumplimiento de la ley de los países cubiertos.”
No existe en ILEA cursos relacionados a la protección de los Derechos Humanos, el accionar ante la protesta social, sino que se aplica la doctrina de Estados Unidos en su lucha contra el terrorismo, con la pantalla del lavado, el contrabando nuclear, etc. El terrorismo de hoy, para Estados Unidos, es el comunismo de ayer, y las enseñanzas obtenidas fueron aplicadas por la Policía Metropolitana desde el principio. El gen represivo, discriminatorio, contra los Derechos Humanos, está perfectamente materializado en una fuerza que pretende igualar la piedra de un manifestante, un ciudadano común, a una escopeta de un policía preparado para tal situación.
Montenegro, hasta el momento, no dio a conocer cuáles serán las sanciones que se aplicarán a los policías que dispararon indiscriminadamente sobre pacientes, médicos, periodistas y legisladores. Las filmaciones son claras, las amenazas de parte de un policía son evidentes. Falta, como siempre, la acción que dudosamente sea realizada por parte de un Gobierno que dio margen de un libre accionar a sus fuerzas, apoyó ese accionar y además condecoró a su ex jefe de policía, Burzaco, pese a la promoción de ILEA y su involucramiento, incluso, en el asesinato de Carlos Fuentealba. En cuanto a la cúpula actual de la Metropolitana, la línea se mantiene. El vicejefe ya había sido desplazado por Néstor Kirchner en el 2003 cuando estaba al mando de la Policía Federal. Los errores deberían servir para aprender, no para repetirlos hasta el hartazgo. De parte del PRO ya nada sorprende.
GB
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