martes, 28 de mayo de 2013

LUCAS CARRASCO DE BLOGUERO K... A...?

Por Juan Salinas (en blog del autor) I "Uno de los principales blogueros kirchneristas, Lucas Carrasco, se pasó a la oposición por despecho (léase despido). En toda lucha hay deserciones y traiciones". Mirá la nota. El caso Carrasco No conozco personalmente ni a Cristina, ni a Máximo, ni soy amigo de ningún dirigente de La Cámpora y tengo muchas críticas que hacerle a nuestro Gobierno, pero la deslealtad radical hacia él de Lucas Carrasco -a quien si conozco personalmente- me dejó primero atónito y luego consternado. No es la primera deserción del kirchnerismo ni tampoco el primer tránsfuga en una lista que inaguró, al menos en lo que hace a los periodistas, Alfredo Leuco, cuyos actos en el 2003 rezumaban un kirchnerismo insuperable, y que no hace dos años denunció penalmente a Carrasco de amenazarlo de muerte, un absurdo que ni los Monthy Pyton podrían empardar. A mi modo de ver, es sabido que con todos sus defectos, los gobiernos kirchneristas han sido los mejores, lejos, desde el primer gobierno del coronel Perón, cuando se sentaron los fundamentos de la Argentina moderna, inclusiva y soberana. Y la ofensiva que los "demócratas" y "republicanos" (que jamás se le atrevieron a los milicos a los que, por el contrario, lamieron las botas) lanzaron contra el actual, dignamente presidido por Cristina Fernández, es muy parecida a la desplegada en 1954 y 1955 como preparación del ataque genocida de la Marina y una fracción de la Aeronaútica que, so pretexto de querer matar a Perón, mató a mas de 300 argentinos e hirió de gravedad a más de mil. No veo que nada sustancial haya cambiado desde la insurrección agrogarcaclarineta a propósito de la resolución 125, aquel intento de golpe de estado blando que fue un parteaguas y que permitió, precisamente, que Carrasco y otros blogueros que se batieron en defensa del gobierno constitucional adquirieran una módica fama. A veces parece que la mayoría de los exponentes de la generación del disidente Carrasco y sus execradas bestias negras de hoy, amigos hasta ayer, carecen de un mayor interés por la breve pero rica historia nacional, desprecian lo que no conocen y ven natural que Néstor y Cristina los hayan puesto en espacios de poder sin haber hecho mayores méritos para merecerlo. O, en el caso puntual de Lucas, que gracias a su chapa de gladiador kirchnerista y a sus amistades camporistas haya accedido a variados empleos gratificantes que malogró por presentarse a trabajar intoxicado y de mal genio, y por su carácter impaciente y despótico con el personal: sus compañeros de trabajo circunstancialmente subordinados. Hace unos días Carrasco participó de la presentación del libro Destripando lo sagrado del bloguero kirchnerista de Tucumán, Aldo Ulises Jarma, ocasión en que no tuvo empacho en reconocer su "incapacidad profunda de madurar" y proclamó seguir "creyendo que la historia recién empieza". Después, con ademán melancólico y tanguero, dijo seguir "creyendo que hay que dejarle, al piberío, (...) un farol ético sin moralinas de cartulina, sin lavandinas de viejos sueños buenos, de viejos sueños tiernos, que hay que luchar, que hay que pelear, hay que aguantar, contra toda policía moral"... y, seguidamente, copado por las asociaciones libres y de la cadencia poética que había adquirido su voz, agregó "hay que demostrar que el coraje intelectual es la aspirina ante tanto manso cansancio en el remanso del descanso ganso del ascenso menso del consenso poco tenso contra lo que pienso...). Es sabido que el challenger Lanata dudó entre ser el capocómico de un teatro de revistas y seguir siendo periodista, pero con el invalorable apoyo de Héctor Magnetto optó por intentar suceder a Tato Bores y a Bernardo Neustadt al mismo tiempo como plataforma para convertirse en un Capriles más exitoso. Subyugado por el fenómeno, Carrasco quiso ser al mismo tiempo crítico de los actos de Gobierno, peleador callejero y -como queda claro en el anterior ejemplo-imitador del injustamente olvidado Federico Peralta Ramos. Por lo visto y escuchado, Carrasco quiere transitar la senda del escritor maldito, en la onda Bukovsky ma non troppo ya trillada por Enrique Symms, que terminó mangueándole trabajo a Lanata, a quién considera un ídolo porque supo huir de la pobreza sin resignar jamás sus aspiraciones. En fin, ya sea porque Lucas es todavía un inmaduro, como el mismo dice, ya sea porque está podrido, del kirchnerismo como de si mismo, está claro que ahora, con las cartas echadas, quiere hacer el mayor daño posible. Hasta se atrevió a insultar de manera soez a la Presidenta y a su hijo, de quien hasta hace poco se jactaba de ser amigo. Por lo que su ruptura (no con Cristina ni con Máximo, sino con el movimento nacional de liberación en su conjunto) parece ser, salvo imponderables, un viaje de ida irreparable, sin retorno. Luego, tras la resaca, Carrasco parece haber tomado algún grado de conciencia del desastre que había hecho y escribió un texto autojustificatorio en el que ensaya un somera disculpa al decir que está enfermo (algo que salta a la vista) y que incluso se desmayó, lo que coincidió con "algo político (de lo) que me enteré por casualidad, sinceramente horrible"... y la dejó picando al mejor estilo de aquel ex corredor de F-1 ¡recuerdan? al que el menemismo le mostró una foto que no le gustó. Dónde, dicen, aparecía ensartado como churrasco de croto. Si lo que sabe es algo tan grave y se considera periodista y opositor ¿Por qué no lo publica? ¿Acaso está apretando a alguién? Dice Carrasco que fue él quien decidió "cortar cualquier tipo de diálogo con cualquier persona vinculada al gobierno nacional" al que no lo une "más que una deuda con Radio Nacional Rock, que no van a pagar" y que ese corte es "una decisión política" suya pero que se encuentra en el "campo opositor porque en el oficialismo no tengo cabida". Es decir, porque se quedó sin trabajo. Sin embargo y contradictoriamente añade que sigue apoyando "los pilares del modelo económico" y valora "las políticas sociales, exterior, y de derechos humanos". Entonces... ¿Por qué se ubica en el campo opositor? La respuesta es obvia: porque lo despidieron de todos los trabajos que tuvo, el último en Radio Nacional Rock. "Ha cambiado el escenario. Eso es fácilmente verificable. La trinchera para insultar a los que denuncian corrupción es un lugar que no me interesa integrar. Entre otras cosas, por que implica avalar esas denuncias de corrupción, a mi criterio, demasiado fundadas", pone, en una demostración cabal de que su mente fue abducida por la receta lanatesca de hacerse con una pequeña fortuna denunciando una proteica corrupción que estaría adueñandose de absolutamente todo, en plan Hasta cuando. ¿Quién podría ser más creíble en plan de denunciar chanchullos patagónicos que Carrasco, que siempre publicitó su acceso a Máximo Kirchner, por cuyos buenos oficios fue, entre otras cosas, contratado como columnista por el diario Crónica. Lo demás es pretexto aunque no por eso carezca de asidero, como es el caso de sus críticas a la calamitosa política de medios del gobierno. Pero no es cierto que él haya sido raleado de los medios públicos porque intentó "por todos los medios posibles llamar la atención crítica sobre este punto" y "nunca se me dio pelota, al contrario, me fueron excluyendo constantemente por hacer estos señalamientos", tal como escribió. Lo cierto e irrefutable es que del último medio que lo dspidieron, Radio Nacional Rock , no fue comoa adujo porque se olvidaba de pasar viáticos (costéandose los viajes de su bolsillo), sino porque con razón o sin ella maltrató a otros periodistas y al personal de la radio desde una posición de capanga o patrón y cometió la imprudencia sin medir costos de ciscarse en dónde comía, y no sólo en Radio Nacional, sino también en Télam, la agencia nacional presidida por un ex bloguero amigo, Santiago "Patucho" Álvarez, de quien decía ser amigo. En fin, que tuvo actitudes que son o deberían ser tabú entre quienes dicen combatir por la unidad, organización y solidaridad del pueblo trabajador, y otras, como ventilar los trapos sucios afuera, que sin abrir juicios sobre su ética, no suelen ser digeridas sin reaccionar por ninguna organización. Y es que Carrasco no está mirando más que su ombligo. Aunque cite las banderas de la Unión Suramericana que levantaba Felipe Varela, no tiene en cuenta que esa historia empezó hace mas de doscientos años, y que no se trata de la función de un viejo cine continuado, que empezaba cuando uno llegaba. No percibe que hace el ridículo cuando inflado como pororó a punto de nacer pretende dejarle lecciones a los pibes sin ejercer antes una mínima soberanía sobre si mismo. Porque está a la vista que Carrasco no es un catedrático sino un alumno bastante vago y bardero. Y para colmo, enfermo. Quienes de niños abrevamos en la filosofía cristiana creemos que siempre hay una posibilidad de arrepentimiento y redención, pero no parece que Carrasco, orgulloso como un ángel caído, opte a corto plazo por la introspección y la autocrítica. Y sin ésta parece inevitable que, aunque pretenda seguir los pasos del cínico Jorge Asís, corra riesgo inminente de eimular a Lanata y aún de ser respecto a Symms lo que éste es a Bucovsky: un triste remedo. Es bueno recordar una vez mas que maltratados y en algunos casos hasta perseguidos por el gobierno de Juan Perón, Arturo Jauretche, Raúl Scalabrini Ortiz, John William Cooke, Hugo del Carril, Arturo Sampay, el coronel Domingo Mercante y otros muchos, no se pasaron a las filas de la oposición contrera, luego rebautizada "gorila". Y también es bueno recordar que durante gran parte de su vida Rodolfo Walsh sólo pudo publicar sus brillantes investigaciones en diarios y revistas marginales. Y que no por eso se pasó de bando. Y que como muestra la serie Germán, el gran Ohesterheld jamás probó las mieles de la fama. A veces no se trata de llenarse la boca con los próceres, sino de seguir su ejemplo. Ojalá Lucas lo haga. Ojalá se deshaga de lastres, busque un trabajo, cultive su blog y ejerza la crítica. Ojalá se dé cuenta de que su postura es insostenible. Una versión bufa del alejamiento de Miguel Bonasso. Ojalá, como el policía que encarna Harvey Keitel en la película de Abel Ferrara que vi alguna vez, quiera y pueda rescatarse.

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