lunes, 27 de mayo de 2013
Kirchnerismo y medios: vas a robarle el gorro al diablo
Dentro de los avances culturales en la "década ganada" sin dudas debe incluirse la política kirchnerista de medios, que incluye una ley de avanzada. 10 años entre empresarios K, no K y medios populares.
Vas a robarle el gorro al diablo, así,
adorándolo como quiere él, engañándolo”.
Juguetes perdidos, Los Redonditos de Ricota
Por Enrique de la Calle I Cuando asumió el 25 de mayo de 2003, Néstor Kirchner sabía que entre los múltiples escollos que debía superar uno de ellos tenía que ver con Clarín, la empresa conducida por el (ahora famoso) CEO Héctor Magnetto. El Grupo tenía presencia dominante en televisión (canal 13), radio (Mitre) y prensa escrita. En cable poseía una de las empresas principales, Multicanal, y ambicionaba otra: Cablevisión. Además, controlaba las transmisiones del fútbol, un negocio redondo si se permite la obvia referencia. ¿Qué hacer con Clarín?
Esa misma pregunta se la hicieron antes, seguramente, Raúl Alfonsín, Carlos Menem, Fernando De la Rúa y Eduardo Duhalde, por citar sólo los presidentes de la democracia. “El Grupo” fue y es un actor político insoslayable. Entonces: ¿hay que negociar o confrontar? ¿Se deben atender sus demandas? ¿Cuándo? Es conocida (o por lo menos, comúnmente aceptada) la frase de Magnetto que resume la estrategia de la empresa: alabar los primeros años de un gobierno para “sacarle algo” y después criticarlos para marcarle la cancha a su sucesor. Y así.
El inefable Jorge Asís describió alguna vez que Kirchner había aprendido de las experiencias de los presidentes que lo antecedieron. Supo con Menem que no había que ser generosos con Clarín al principio (Menem le permitió el ingreso a la televisión abierta) sino al final del mandato, de modo de utilizar dicha carta para negociar y ganar tiempo (y respaldo) durante todo el período.
Igualmente, el pinguino cedió la renovación de las licencias de los canales de aire que vencieron en 2004. En su momento, explicó que lo hizo porque todos los grupos mediáticos estaban en crisis y Clarín era el único con espalda para continuar en el sector e incluso adquirir más señales. Prefirió, dijo, mantener el statu quo ante la posibilidad de un escenario aún peor.
En 2007, al final del mandato, NK firmó el decreto que toleró la fusión Multicanal – Cablevisión. De ese modo la empresa se quedó con la casi totalidad del negocio del cable y se convirtió en un caso extraordinario a nivel continental (para empezar a charlar). No hay grupo mediático que tenga posición dominante en todos los rubros: televisión, radio, prensa escrita y servicio de cable. Ni los poderoso O Globo, en Brasil, ni Televisa, en México, ostentan ese privilegio.
Nos habíamos querido tanto
Entre 2003 y 2007, Clarín apoyó al gobierno nacional aunque no habría que exagerar sobre los alcances de tal acompañamiento. Y menos aún reducir lo simbólico a meros intereses materiales (no todo es tan básico: me das, te apoyo). Argentina venía de una fenomenal crisis en todos los órdenes de la vida colectiva que el naciente kirchnerismo comenzaba a encauzar. Clarín se encontró entre las empresas beneficiadas por los nuevos tiempos. La reconstrucción del mercado interno favoreció también a Clarín, con muchos servicios para vender.
Sin embargo, Clarín no es sólo una empresa: es también una redacción y el universo de lectores/oyentes/televidentes que dialogan con sus discursos. Puede identificarse a ambos con la clase media argentina. Si aceptamos la premisa podemos incluir la armoniosa relación kirchnerismo – Clarín en un proceso más general que de cuenta del heterogéneo apoyo social que el oficialismo tuvo por lo menos hasta 2008.
Ese año, nada menos, tuvo lugar el conflicto por la inolvidable resolución 125. Con ella el Estado pretendió hacerse de fondos extras provenientes de la rentabilidad sojera. Ese año se produjo la ruptura con dos actores políticos importantes de la vida política nacional: Clarín y un fragmento importante de la clase media. El periodista autodefinido como socialdemócrata (sic) Ernesto Tenembaum escribió por ese entonces el libro “Qué les pasó”, que intentó dar cuenta de ese desencanto de los sectores medios.
Con la ruptura, Clarín pasó a convertirse paulatinamente en el principal opositor al Gobierno de Cristina. Para que eso ocurriera, el grupo debió metamorfosearse: en el camino dejó su lugar de “periodismo objetivo”, al margen de las disputas políticas, para ponerse cada vez más en el centro del debate público.
En 2009, el kirchnerismo perdió una elección importante en la provincia de Buenos Aires. Kirchner volvió a dar cuenta de sus conocimientos sobre historia reciente: recordó la voracidad de los sectores de poder con Alfonsín y De la Rúa luego de sus derrotas intermedias (en el 87 y en 2001). La salida era retomar la iniciativa política con la audacia característica de los Kirchner. En agosto de 2009, Cristina mandó un proyecto de ley de Comunicación Audiovisual al Congreso Nacional. Nunca nadie se animó a ir tan lejos en el intento de desconcentrar el sistema de medios en el país.
Entre “empresarios K” y medios populares
El periodista Horacio Verbitsky contó más de una vez qué le respondió Kirchner cuando lo consultó sobre sus buenas relaciones con el empresario mediático Daniel Hadad. “Lo necesitamos para que nos muestren cuando no lo hace Clarín”, fue su respuesta. Kirchner hacia suya una máxima del Peronismo: con bosta también se hacen ladrillos. Es decir: se hace política con los actores existentes, no con los idealizados en buenos manuales teóricos. La pregunta siempre debe ser: ¿Qué política se hace?
El kirchnerismo siempre fue ecléctico en sus articulaciones (pragmático e idealista, en dosis similares). Posiblemente fantaseó con una alianza de tiempo completo con Clarín, la cual estaba condenada de antemano si el propio oficialismo avanzaba en una serie de reformas y si en el camino quería mantener como aliados a sectores del campo popular antagónicos históricos del grupo. En esa tensión se desarrolla esta historia.
Una vez desatada la batalla, el gobierno supo que debía incorporar argumentaciones muy sólidas que estuvieran a la altura de la contienda. Para ello, tomó como propias las banderas y las explicaciones de un amplio abanico de organizaciones, especialistas y comunicadores que desde hace años proponían una nueva legislación en materia de medios. Así se construyó una ley de avanzada y de referencia para todo el continente; de a poco muchos países se animan a dar una discusión tan necesaria como difícil (ver Brasil, México o Uruguay). Entre los ítems destacados de la norma sobresalen dos, por lo menos: la desmonopolización y el 33% reservado para medios no comerciales ni estatales, los llamados comunitarios o populares.
Lo que viene: qué sistema de medios
El kirchenrismo se propone como un reformismo gradualista, dentro de los límites del capitalismo. Sin dudas, muchas de las reformas encaradas incluyen transformaciones muy profundas, que incluso van más lejos de las ambiciones de sectores que se ubican discursivamente a su izquierda. La ley de medios es un ejemplo. El sistema mass-mediático argentino está muy concentrado y eso es un escollo para la democracia del país.
Sobre ese contexto, el gobierno propone avanzar complementando tres lógicas. Por un lado, pretende conformar un esquema empresarial más equilibrado. Para ello quiero hacer cumplir la ley y obligar a las empresas que se exceden a desinvertir. Otra herramienta utilizada en este punto es la pauta oficial, que ha permitido la emergencia de nuevos grupos, como puede ser Szpolsky (Tiempo, Infonews, CN23, revista 23) o Cristóbal López (C5N, radio 10), o el fortalecimiento de otros, como Vila - Manzano (América, entre otros).
Las otras dos lógicas buscan fortalecer por un lado a los medios estatales (con el fútbol para todos; con mejoras en las señales públicas) y por el otro a los medios comunitarios o populares. Se trata de engordar a los sectores no empresariales de la comunicación. En este aspecto se ha avanzado con más demora y es una limitante para reformas que todavía deben encararse en el país. No difieren sustancialmente C5N y TN en sus coberturas a los conflictos vinculados con el acceso a la tierra, el trabajo tercerizado o con una justicia reaccionaria y clasista, para citar problemáticas que estuvieron en agenda estas semanas. Concebir un sistema de medios verdaderamente democrático (que vaya más allá de empresarios K y no K) es uno de los próximos dilemas que el país (y principalmente sus fuerzas populares) deberá resolver.
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